El pasado 1 de Julio cumplió 100 años el Partido Comunista de China, impresionantes festejos se celebraron en todo el país, proyectando imágenes espectaculares sobre los rascacielos de las ciudades que el desarrollo alcanzado permitió construir. La dirección del PCCh logró erradicar la pobreza extrema en el país más poblado del mundo, y ponerse a la vanguardia como potencia económica y tecnológica.
Para el ex-secretario de Estado de los EEUU, Mike Pompeo, China es un “régimen marxista-leninista”. Para los propios chinos, China es un socialismo con “características Chinas”. Y para los liberales de cartón, China es “capitalista”. Por otro lado, si uno estudia los documentos del Partido en estos últimos 40 años, nunca los comunistas Chinos perdieron el rumbo de lo que querían hacer (y lo hicieron).
Lo cierto es que China tiene un modelo en las antípodas de lo que sostiene la derecha de nuestro país. Debe ser duro para éstos últimos, que aparezca un modelo que entre en contradicción directa con los lineamientos generales que tienen sobre la economía y el rol del Estado, por ello es comprensible que se sigan atreviendo a catalogar a China como “capitalista”. Es más fácil seguir con el manualcito de que el socialismo, son las economías sofocadas y bloqueadas de países subdesarrollados.
Sin ánimo de ser extenso, mencionaré algunas características del modelo Chino, que descartan de lleno la posibilidad de que China tenga un modelo capitalista.
Hay mercado sí, pero el punto es que el socialismo jamás “prohibió” el mercado, el intercambio, al contrario esas prohibiciones siempre llegaron como castigo o sanciones de potencias capitalistas.
En China los sectores estratégicos de la vida económica están en manos del Estado: el sector financiero, la energía, los minerales, el sector de la construcción, petroquímicas, transporte, distribución, producción farmacéutica, defensa, etc. En resumen, en la macro, los privados no tienen ninguna influencia; Algo que para nuestros liberales es un “horror” que solo conduce al “fracaso”.
Según datos del año 2005, de las 500 mayores corporaciones en china, el 85% eran de propiedad estatal. Desde el año 2005, esta situación no ha variado sustancialmente: de las 98 empresas chinas que figuraron en 2015 en lista Global 500 elaborada por la revista Fortune (que elabora cada año la lista de las 500 mayores empresas del mundo), 76 eran de propiedad estatal. Cuatro de los diez mayores bancos del mundo son bancos chinos de propiedad estatal. Si sumamos la propiedad estatal, la propiedad colectiva y la propiedad mixta público-privada, en 2010 el Estado controlaba directa o indirectamente las tres cuartas partes de la riqueza de China.
Aunque no son imperativos, aún la economía se sigue guiando por los tradicionales “planes quinquenales” elaborados por el Partido. De enorme influencia en la bolsa de valores, y que los últimos ya prevén la emisión CERO de gases contaminantes. Según un estudio realizado por el Pew Research Center en 2012, el 83% de la población china se declaraba satisfecha con la situación económica del país, mientras que el mismo estudio daba que en la Unión Europea sólo era el 16%.
En fin, “Pobreza Cero” fue posible en el país más poblado del mundo, pero no con el modelo de Macri, ni el modelo de Milei, ni el modelo de Espert, sino con un modelo diametralmente opuesto.
Fuentes:
-«En Defensa del Pueblo chino: Contestación a Elysseos Vagenas»
-«El objetivo de China para el 2060: neutralidad del carbono», Por Roberto Lin.
-«¿Es China un país socialista?», Por Alexandre García.
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(*) Alejandro Balbi es abogado y docente. Nativo de Bunge, radicado en General Villegas, es el referente local del Partido Comunista Congreso Extraordinario (PCCE) – Frente Todos, vigente en nuestro medio desde hace 7 años, siempre dentro del conjunto de agrupaciones Kirchneristas.
Consultado por su militancia en el PCCE esgrime tres razones: «Primero considero que es una guía política mucho más completa para la liberación que cualquier otra, además de científica; segundo, la «izquierda» Argentina que se conoce mediáticamente es básicamente el trotskismo, por lo que dejar de levantar dichas banderas desde la línea marxista leninista, sería dejarle las mejores banderas a una tendencia que casi siempre tiene lecturas sectarias y reaccionarias; y tercero, el choripan me hace mal al hígado.»