Habitualmente este espacio está destinado a recuerdos, a parte de la historia de nuestra ciudad, de nuestro partido o de aquello que nos fue dando identidad.
Pero si de identidad se trata, hoy que la cuestión de género y de autopercepción está en el vocabulario de todos, me impulsa a reflexionar, por los testimonios escuchados en el entorno social, ¿Qué hacemos o qué posturas tomamos con otras cuestiones de figuras casi perfectas del cuerpo humano? De la postura que tomemos, también se trata “la identidad urbana”.
No pretendo (¡ni es mi intención!) realizar un análisis psicosocial, biológico y nutricional del sobrepeso u obesidad, porque su tratamiento es exclusivo sólo para especialistas en el tema. Sólo reflexiono lo que se padece en ámbitos familiares, de amigos, de parejas, cuando miembros que lo forman sufren el estigma de ser «el gordo» o «la gorda». El disparador de esta reflexión fue una lamentable conversación, escuchada por casualidad, en un espacio recreativo como puede ser una cafetería o confitería de muestra ciudad.
Está instalado en la sociedad y las redes el tratamiento de la igualdad, del lenguaje inclusivo, de la cuestión de género, pero no nos adaptamos a que en el mundo las personas son muchas y varias.
Sé que hay familias que están luchando para que sus hijos/hijas no sean discriminados por sus capacidades. Pero hay otras cuestiones que muy poco se ponen en debate: la obesidad. La ley de talles es un mito, no se cumple y encontrar ropa de buen gusto que se adapte a todos los cuerpos, es un verdadero milagro: “para tu talle no fabricamos”…
¿Lo sufriste?, ¿Lo padeciste? O bien salís dolorido/da del comercio o te “resignas” a vestir una especie “de carpa” que “tape tu deformidad” (porque según los parámetros de belleza actual sos deforme).
En nuestra vida cotidiana utilizamos un sinfín de frases que no nos cuestionamos y que encierran una terrible gordo fobia, y que, por ende, violentan y lastiman. He aquí algunas que se escuchan:
· ¡Qué gordo/da estás! ¿No vas al gimnasio? No te imaginas todas las miradas de burlas que recibe una persona obesa cuando entra a un gimnasio y, lo que es peor aún, los “entrenadores físicos” usan muchas veces la mala táctica de ponerlo a hacer rutinas tan similares como la de pedirle a un pez que vuele o a un elefante que camine sobre una cuerda.
· ¡Qué lástima, tiene una cara tan bonita, pero es tan gordo/da!: ¿Es en serio que la cara bonita tiene que combinar, como los colores, con el cuerpo? ¿De verdad no te das cuenta de lo violento que es decir esto?
· ¡Voy a pecar!: cuando decís esto es porque vas a comer algo que crees que va a “engordarte” y al utilizar pecar, estás fomentando la ridícula idea de que los cuerpos delgados son endiosados y no son “pecaminosos”, ergo, sería algo así como que “comer es pecado”.
· Ufff… ¡Estoy gordísima/mo !!: Esta lamentación generalmente suele venir de perdonas delgadas, y frecuentemente se hace delante de cualquiera, sin importar si una persona gorda está presente. ¿Sabés el impacto que esto tiene? ¿Podrías tratar de imaginar que siente esa persona gorda cuando te escucha quejarte? ¿Te das cuenta que lo que estás diciendo suena como “lo peor que podría pasarme es verme como vos”?
Años atrás se “trataba” a la homosexualidad como “enfermedad”, hoy es impnesado, ¿Por qué entonces un obeso tiene que sufrir? Las personas obesas no desean ni eligen serlo, su carga genética, su cultura nutricional, sus estados psicosociales angustiantes o depresivos los han llevado a encontrar en el consumo excesivo de alimentos un “refugio” que terminaron enfermando sus cuerpos.
Muchos se sometieron a cirugías gástricas para sacarse esa enfermedad, algunos con riesgos, otros salieron exitosos de las mismas, pero otros, muy a pesar suyo, volvieron a luchar con ese fantasma de la obesidad…
Pregunto (y me gustaría que los lectores de este espacio pudieran hacerlo), ¿Sabemos que las personas obesas son?:
· ¿Capaces, divertidas, inteligentes, atrayentes, amorosas y también tienen defectos como los delgados??
· ¿Qué sueñan, proyectan, les gustan los deportes, aman la ropa … o sea son humanos como todos?
· ¿Qué quieren trabajar al igual que todos?
· ¿Qué desean tener asientos, sillas o sillones que los contengan con todo su peso, sin pasar por la situación humillante de tener que colocar “sillas especiales para gordos”?
· ¿Qué viajan en micros y son mirados con cierta incomodidad cuando les toca compartir el asiento con otra persona??
Ser “inclusivo” no es sólo utilizar un lenguaje diferente, es aceptar, mirar, adaptar el mundo que nos rodea y los objetos cotidianos, para que en este espacio quepan tanto el “el pez que no puede volar” como “el elefante que no puede caminar sobre una cuerda”.
(*) Laura Mónica Saisan es villeguense, profesora de Enseñanza Primaria y Especialista en Investigaciones Educativas. Apasionada lectora de historia, tanto de nuestra región como de la construcción de la Argentina como nación libre e independiente, ha realizado capacitaciones y cursos para acrecentar sus conocimientos en el área.
«Me jubilé no porque mi profesión me hubiese cansado, sino porque existe un tiempo para disfrutar, un tiempo para partir y un tiempo para recordar y volver a disfrutar el camino recorrido para comenzar a transitar otros caminos», nos dijo.
Uno de esos caminos es formar parte de la apasionante tarea de Diario Actualidad de seguir escribiendo la historia de los villeguenses.