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lunes, septiembre 22, 2025
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«Transformar el dolor», por María Toranzo

La vecina de Banderaló dará este domingo 24 de octubre una charla de autoayuda abierta a toda la comunidad. La cita es a las 18 horas en el Centro de Jubilados del pueblo.

 

«María Toranzo dará su testimonio de cómo transitó el dolor ante la pérdida de su hijo, logrando superarlo y llegar hoy a la aceptación», sostiene la invitación al encuentro.

ACTUALIDAD dialogó con María. La mujer dejó un gran mensaje en cada una de sus palabras.

«Este sábado se cumplen cinco años desde que perdí a mi hijo y, obviamente, no han sido años fáciles. He tenido que pasar por muchas cosas, hasta que logré transformar el dolor, llegar a la aceptación, que no es el olvido ni la resignación. Acepto lo que me tocó, lo que hay que vivir y poder encontrar paz para seguir transitando este camino que me ha tocado. No es tarea fácil, pero sí es posible», comenzó diciendo María.

Y agregó que a raíz del camino de la espiritualidad que tomó, «pude empezar a sanar, a llegar a estar hoy como estoy; entendí que ayudando a sanar a otros, se sana así mismo. Entonces, la idea es ayudar a otros y seguir sanando yo también».

Un duelo que para cada persona tiene un tiempo diferente…

El duelo es un proceso personal, cada uno lo vive de distintas maneras. Y algunos no terminan nunca de transitarlo, porque también depende de la actitud, de lo que uno haga, del entorno, de dejarse ayudar. Siempre digo que es muy importante pedir ayuda. Yo al principio no la pedía y no me dejaba ayudar. Hoy agradezco a mi familia que no esperó, porque no hubiese sanado sólo por recorrer el camino de la espiritualidad. Necesité de los profesionales, del apoyo de la familia y los amigos. En mi peor momento de desesperación, de dolor, cuando no sabés qué hacer, alguien a quien quiero mucho me ofreció recorrer el camino de la espiritualidad y realmente lo seguí porque estaba desesperada. Necesitaba encontrar algo que me aliviara. Es sanar, conectar con uno mismo. No se trata de estar encerrado en una habitación orando o meditando. Ser espiritual es encontrar un equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu. No es fácil mantenerse en ese eje.

¿Este camino ha hecho que te pongas en contacto con otros padres que han perdido a sus hijos?

Al principio estaba muy negada. La negación es la primera etapa del duelo. Estuve mucho tiempo preguntándome por qué, llena de odio; y peleaba todo el tiempo contra el dolor, hasta que entendí que eso es desgastante y que no me llevaba a ningún lado. Entendí que hay que abrazar el dolor, para poder ir encontrando de a poco una calma y el camino para seguir. Estuve dos años con tratamiento psiquiátrico y preguntándome por qué, enojada. Y es una respuesta que no vamos a encontrar. Todo pasa por algo y lo que no pasa también es por algo. Siempre tuve en claro que venimos de vidas pasadas y vamos a vidas futuras. Pero a raíz de todo este camino que comencé a recorrer, empecé a descubrir muchas otras cosas más profundas. Ahora sí estoy teniendo contacto con otras madres. Tengo espíritu solidario porque soy Bombero Voluntaria, aunque no estoy en actividad. Mis padres me criaron con esos valores, mi hermano mayor es Bombero y mi hijo lo era. A mí ayudar a otros me da mucha satisfacción, por eso en su momento, cuando entendí que tenía que encontrar un ‘para qué’, cuál es mi misión, decidí empezar a trabajar en Ayuda Aborigen. Eso llena muchísimo.

¿El proceso requiere de mucha fortaleza? ¿O nace una fortaleza que uno desconocía?

En realidad uno desconoce cuán fuerte es, hasta que ser fuerte es la única opción. Yo en algún momento me quise rendir, la gente que me rodeaba no me lo permitió y hoy se lo agradezco profundamente. Entendí que tenía que poder con esto. Todos tenemos problemas, aunque la pérdida de un hijo es el peor duelo que puede atravesar un ser humano, porque culturalmente estamos preparados para enterrar a nuestros abuelos, a nuestros padres… Siempre fui una persona de fe, trabajé en una iglesia, era catequista, pero mi enojo era muy grande y me alejé de eso. Cuando uno tiene mucho odio, es mucho lo que se lastima.

La solución no es encerrarse, ni tampoco no aceptar ayuda.

No. Entiendo que el mayor mérito fue mío. No hay que rendirse, hay que esforzarse. Hay que respetar también al que está en duelo, darle tiempo. Pero encerrarse no es la solución. Yo estuve dos años y cuatro meses sin abrir la ventana de mi habitación. Cuando la abrí y entró el sol dije ‘qué lindo esto’; y me pregunté por qué estuve encerrada tanto tiempo. Es el proceso de cada uno. Mi familia me apoyaba, me ayudaba, mis amigos que son de fierro, por eso digo que hay que dejarse ayudar. No es fácil. Aplica para cualquier duelo, porque para toda persona que está sufriendo, su sufrimiento es el peor. Entonces, la idea es que la charla también sirva para quien tenga que acompañar a alguien que está en duelo. También es difícil para ellos. Siempre digo que hay que hacerlo desde el respeto y el silencio, que es acariciar el alma del que está sufriendo. El dolor de la pérdida de mi hijo va a morir conmigo, pero pude encontrar la manera de… Yo no me permitía estar contenta, estar feliz por algo; y la felicidad son momentos, no es eterna. Hoy puedo disfrutar, sentirme orgullosa de algo que hice, sintiendo que él está conmigo, dándome la fuerza necesaria para poder levantarme. Yo llegué al fondo del pozo y es necesario, porque es la manera de hacer pie para resurgir. Pero me llevó muchos años de terapia y la sigo haciendo, aunque ya no estoy con tratamiento psiquiátrico. Me esforcé y me sigo esforzando para mantenerme en eje, mantener un equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu. No es fácil, pero es posible.

Todos pueden escuchar tu testimonio este domingo…

Están todos invitados a acompañarme. Es algo que va a ayudar a otros y me va seguir ayudando a mí. Yo creo que uno no termina nunca de sanar. El dolor nos transforma. María Toranzo, la que todos conocían, murió el 23 de octubre de 2016 a las 22.05 horas, cuando mi hermano me dijo: ‘Negra, Oscarcito está muerto’. Y luego de un arduo y largo trabajo de parto logré renacer; y nace esta nueva María, porque tengo mis valores de siempre pero he cambiado mucho. Con el dolor uno aprende a ver la vida con otros ojos. Todos a veces nos preocupamos por pequeñeces, trabajar, comprar… Y la vida no pasa por ahí. No digo que esté mal, pero uno tiene que aprender a dedicarse un poco más de tiempo a uno mismo. Para mí va a ser un placer que me acompañen, me escuchen y después de la charla se acerquen a preguntarme lo que quieran. Estoy abierta a todo, porque la idea es ayudar a otros.