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sábado, diciembre 28, 2024
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Las experiencias populistas en América Latina / Escribe: Omar Emin (*)

«Cuando una persona gasta más de lo que gana, quiebra.» «Cuando un gobierno gasta más que lo que recauda, te envía la cuenta. (Ronald Reagan)»

«No importa lo lejos que fuiste en la dirección equivocada; igual deberás volver. (Proverbio Turco)»

«Es muy cierto que hay cosas en la vida que el dinero no puede comprar.» «Pero la falta de dinero, mucho menos. (Paul Getty)»

En 1830, en fecha cercana a su muerte, Simón Bolívar escribió una carta al General Juan José Flores, que entre otros conceptos, expresaba lo siguiente: «Ud. sabe que yo he mandado veinte años y de ello no he sacado más que pocos resultados ciertos; 1) La América es ingobernable para nosotros, 2) El que sirve una revolución ara en el mar, 3) La única cosa que se puede hacer en América es emigrar, 4) Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas, 5) Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos, 6) Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, este sería el último período de la América».

Así uno de los libertadores de América, se despedía de este mundo, profetizando que América Latina no tenía otro destino que el gobierno de tiranos y criminales que harían imposible a la región avanzar, a tal punto que la única solución era emigrar (¿les suena?).

Desde que el prócer escribiera esas líneas hasta la actualidad, la falta de gobernabilidad, la búsqueda por construir todo desde cero, la figura del caudillo que no respeta las instituciones; han sido características recurrentes en casi todos los países de América Latina. Han existido, por cierto, tiempos mejores y peores en distintos países, pero ese mal caudillista y refundacional, sigue vigente. Por esas razones, todos los días, una cantidad de latinoamericanos, deciden abandonar sus países dejando atrás a sus familias y sus hogares para emigrar a países mas prósperos donde puedan perseguir un futuro sin temor a ser asesinados o a quedar condenados a la pobreza o tener que conformarse con servicios de salud y educación miserables y a ser regidos por gobiernos ineptos y corruptos que los explotan en su beneficio.

Si Bolívar viviera hoy y pudiera ver lo ocurrido en Venezuela, Argentina, Cuba y Nicaragua, entre otros, y constatara que están a galaxias de distancia de los países desarrollados, su depresión probablemente lo llevaría al psiquiatra o bien podría instalar una consultora para adivinar el futuro, pensando en los conceptos de su carta.

El populismo ha sido y es un mal generalizado en América Latina. Existe un desprecio por la libertad individual y una idolatría del Estado (del que se espera todo), también una victimización según la cual nuestros males son culpa de otros y nunca de la propia incapacidad para desarrollar instituciones inclusivas, no extractivas, que nos permitan salir adelante. Nos encontramos con una aversión a cualquier cosa relacionada con el libre mercado (origen último de nuestra miseria), una obsesión igualitarista utilizada como pretexto para aumentar el poder del Estado y así enriquecer a la clase política a expensas de la población, abriendo las puertas a una significativa corrupción beneficiando a amigos del Gobierno.

El odio a la libertad y la idolatría hacia el Estado, dada su idea de hacerse cargo íntegramente de la vida del pueblo, fomenta el odio y la división entre «buenos» y «malos». Ya que el líder populista representa los intereses y las ideas «del pueblo», quien esté en contra de sus pretensiones, estará del lado del «antipueblo».

Otra característica del populismo es la reducción a niveles muy altos de la libertad económica, anulando lo más posible el derecho de cada individuo de gozar del fruto de su trabajo, a través de un Estado gigantesco que se mete «en todo» y lo controla todo, imponiendo altos impuestos y regulaciones que obligan a los privados a asumir roles de fiscalización, además de altas tasas de inflación como consecuencia de la monetización (emisión de papel pintado sin respaldo) del gasto estatal.

En el populismo, el bienestar y la solución a problemas estructurales, están siempre lejanos, siempre falta mucho porque los neoliberales y una completa lista de culpables nos acosan, en tanto los militantes hacen pipí y popó en una latita (porque no tienen cloacas, viste?), aunque a ojos vista esa cuestión no parece tan preocupante para ellos, ya que el populismo mantiene su presencia.

El populista esencialmente tiene por costumbre culpar de todos los males de la sociedad a otros; léase, los extranjeros, el capitalismo salvaje, los ricos, la CIA (aunque no sepan qué es, ni qué hace), los supermercados, el campo y algún otro enemigo interno o externo que conspira para mantenernos en la pobreza y el subdesarrollo. Existe además el sostenimiento de la idea que el mercado es un juego de suma cero; esto es, lo que uno gana se debe a que otro lo pierde. O sea no hay producción, no existe la asunción de riesgos, no hay retribución a los factores de la producción; es decir, todo es robo a quienes permanecen en la pobreza. Esta idea (si es que puede ser calificada como tal), es muy común en los mecanismos presupuestarios del Estado, donde existe una asignación de fondos para hacer alguna cosa y esos fondos o son gastados en esa asignación o (suma cero), se usan en otra cosa. Evidentemente, la evolución del mundo en general, tanto en ideas como en procedimientos, no fue influenciada por este juego de suma cero, porque de lo contrario no tendríamos energía eléctrica, ni de otro tipo, ni tendríamos computadoras, ni evolución de la ciencia y la tecnología para reducir el efecto de enfermedades; porque los recursos destinados a esos fines –máxime cuando estaban en etapa de desarrollo-, hubieran «perjudicado a otros».

Otra característica del populismo es la obsesión igualitarista, en América Latina el discurso ha puesto siempre énfasis en la igualdad material. Siempre se alega que existen grupos que poseen demasiado y otros que tienen muy poco y por lo tanto debe confiscarse, sin distinguirse si esa riqueza fue generada en un trabajo honesto o en la trampa y los privilegios arbitrarios otorgados por el Estado.

Lo importante es pensar en que nadie que pretenda erradicar el populismo y eventualmente el socialismo en América Latina, deberá utilizar el concepto «neoliberalismo» para definir su posición o para intentar reformas promercado. El citado concepto tiene una carga valorativa de inmoralidad que hace imposible defender nada que se asocie con ese nombre. Quizá debiéramos referirnos a un sistema de libre emprendimiento que permita generar oportunidades y espacios de libertad para que las personas en distintos niveles, sientan el orgullo de proveer bienestar para sí mismos y para sus familias. Este sistema es el que ha reducido la pobreza a niveles sin precedentes, a escala mundial, desde la Revolución Industrial hasta nuestros días.

Las sociedades con libertades económicas generan riqueza y espacios de libertad que otorgan a los ciudadanos independencia de los gobernantes, permitiéndoles así exigir respeto por sus derechos. Intentar explicar este concepto, dado el populismo reinante, es como intentar explicar la teoría de la relatividad a mi perra.

Fuentes inspiracionales cuya lectura recomiendo: El Engaño Populista- Gloria Álvarez y Axel Kaiser.

(*) Omar Emín es Licenciado en Administración y Contador Público. Colabora en medios de comunicación en temas fiscales, laborales y económicos en general. Socio fundador de Echenique, Emín, Albín & Asociados, firma dedicada a trabajos profesionales de carácter administrativo, laboral, contable e impositivo. Se desempeñó en el ámbito educativo universitario, terciario y secundario, con algunas experiencias en educación a distancia en el nivel universitario.