El villeguense Matías Micucci fue ordenado Diácono este fin de semana en Nueve de Julio. Como adelantó Actualidad a través de la web y su página en Facebook, la celebración tuvo lugar en la Iglesia catedral de la ciudad y contó con la participación de un gran número de personas, entre los que se encontraron familiares, amigos y feligreses.
Actualidad: Fuiste acompañado por varias personas en la ceremonia; y a lo largo de este tiempo…
Matías: Recibí la compañía de mucha gente de diferentes zonas. Hace 8 años que arranqué la formación para el sacerdocio en la ciudad de Mercedes, pero he visitado diversos lugares de la región que me hicieron conocer a varias personas. También en lo que es la Diócesis de Nueve de Julio, en la cual fui ordenado diácono y tuve el placer de interactuar con quienes se me acercaron. La ordenación diaconal fue un paso muy importante para mí dentro del sacramento del orden, que me prepara para el sacerdocio.
A: ¿En qué momento sentiste el llamado al sacerdocio?
M: Cuando estaba en el secundario, alrededor de los 16 años, pertenecía al grupo misionero de jóvenes de la Parroquia y notaba algo en la figura del sacerdote que me llamaba la atención. En ese momento no me imaginaba que iba a entrar al seminario, pero me di cuenta que el sacerdocio brinda un modo de servicio muy importante a la sociedad. El sacerdote es una figura de paz, sobre todo en este momento donde el mundo puede reflexionar en relación a lo que significa, frente a la guerra que se está viviendo en Europa del Este. Aunque la paz también proviene de niveles más bajos, cuando combatimos el odio, la corrupción y la opresión. Creo que el sacerdote tiene un poco esa misión de llevar el perdón. Todo esto de vocación hacia el otro me llamó la atención y lo sentí como un llamado de Dios, entonces, me puse en sus manos y le pedí que me indicara si él quería que yo realmente fuera sacerdote. Tuve la suerte de participar en el 2013 de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, había jóvenes de todo el mundo y hasta estuvo el Papa Francisco, que nos decía a los jóvenes que nos animáramos a preguntarnos qué era lo que Dios quería de nosotros. A partir de ese momento comencé un camino serio, preguntándome si podía llegar a ser sacerdote algún día y si era lo que realmente Dios me estaba pidiendo. También si era algo que la iglesia aceptaría, ya que se reserva ese derecho de admisión.
A: ¿Cómo viviste la formación y el trabajo introspectivo al inicio del seminario?
M: En la primera etapa inicial se requiere mucha formación, con momentos de retiro y también de aproximación a las comunidades. Esto se hace con el objetivo de poner en práctica cómo uno se va sintiendo; y también para crecer en el contacto y entendimiento de esas sociedades. El sacerdocio diocesano requiere el contacto con la gente y que uno se vaya formando en eso, no está vinculado a permanecer aislado en la parroquia. Son momentos de complejidad, pero también muy lindos y de mucho estudio, con cuatro años de filosofía y cuatro años de teología para reflexionar acerca de la palabra de Dios en profundidad. Tuve la compañía de los sacerdotes formadores, del obispo y de la gente también, a pesar de que hay una formación que es muy personal y exigente en ese sentido».
A: El destino que te asignaron es la ciudad de Trenque Lauquen…
M: Así es, los primeros meses de ministerio los voy a vivir allí. Todavía estoy en General Villegas pero en esta semana me mudo. Me pone muy contento porque es una comunidad que conozco, no demasiado como me gustaría, pero sé que tiene gente con ganas de recibirme. Estoy muy esperanzado y también muy agradecido con la sociedad de Villegas que me acompañó durante todos estos años.
A: Una vez ordenado diácono ¿Cuánto tiempo lleva la ordenación sacerdotal?
M: Mínimo tienen que transcurrir 6 meses según el derecho canónico, pero podría llevar 7 u 8. Es poco tiempo y ya tengo que prepararme para la siguiente ordenación; sin embargo, pretendo disfrutar de esta etapa que está transcurriendo. Estoy con mucha expectativa porque la parroquia tiene grupos de jóvenes y de adultos y, al igual que acá, también está el Hogar de Cristo, donde hay trabajo barrial. Para que la gente sepa el diácono ya puede bautizar y realizar casamientos, bendecir y dar la palabra. Lo que lo diferencia del sacerdote es que no puede dar la misa y ni hacer confesión, por lo que desde ese aspecto siento que puedo crecer muchísimo.
A: Lo que más te interesa es el contacto con la gente, ¿la vez una tarea difícil?
M: Como en toda comunidad hay desafíos y es un anhelo el poder llevar la palabra de Dios a todas las personas; y que ésta transforme. En la sociedad uno ve mucho mal y bastantes problemas, también sé que no voy a ser el solucionador de todo, pero con la ayuda de Dios intentaré guiar a las personas hacia el camino del bien. A veces sucede que es la falta de voluntad, por lo que espero poder contribuir a brindar y comunicar un montón de valores que pienso nos hacen falta.
A: ¿Cómo ves a los argentinos a la hora de llevar adelante la palabra de Dios?
M: Veo mucho crecimiento espiritual de búsqueda de Dios o de cada uno consigo mismo, pero pienso que falta todavía un largo camino, porque a veces como seres humanos nos dejamos llevar por las cuestiones diarias y nos corremos del camino correcto. En distintas oportunidades es mejor parar y disfrutar de los momentos sencillos, encarando la vida con más optimismo y tranquilidad. Pienso que eso nos haría mejor como sociedad y como personas. En otras ocasiones nos falta marcar el rumbo de hacia dónde queremos ir o crecer. En relación a esto Jesús dice: «busquen primero el reino de Dios y el resto viene por añadidura». Así que cuando no tengamos muy en claro hacia dónde ir, busquemos la ayuda de Dios para que él nos haga crecer. La palabra tiene mucho enriquecimiento en valores como para guiarnos y darnos seguridad en aquello de lo que sentimos que no somos capaces.
A: Llegado el momento, ¿la ordenación sacerdotal en qué lugar va a ser?
M: Seguramente en General Villegas. Es costumbre que sea en el lugar de origen y también la primera misa al día siguiente, por lo que ya es algo asegurado. Me produce un poco de ansiedad y de nervios, porque uno a veces se siente pequeño para lo que es una misión tan grande, pero pienso que apoyándome en Dios voy a poder encarar lo que sea que se me presente.
A: ¿Cómo reaccionaron tus amigos cuando les dijiste: «voy a ser sacerdote»?
M: Algunos no lo podían creer, los únicos que se lo imaginaban eran papá y mamá. Las otras personas a las cuales les dije, tanto amigos como otros familiares, no se lo esperaban para nada. En principio no a todos les gustó, pero muchos lo asumieron tiempo después, al verme crecer bien en este camino que elegí. Por este motivo estoy feliz de estar en este momento.