El tres veces intendente municipal de General Villegas, Alberto Miguel Ballari, falleció hoy en esta ciudad a los 90 años de vida.
Nacido en 1932 en Huinca Renancó, una localidad del sur cordobés que hoy tiene 10 mil habitantes, cerca del límite con La Pampa, su espíritu inquieto lo llevó a radicarse años después en General Villegas, a cuya historia aportó de manera significativa.
Desde muy joven abrazó la pasión por los aviones, con los que conjugó trabajo y aventuras. En su pueblo sufrió un grave accidente piloteando un avión muy grande, marca MALS. «Casi me muero, me pararon la sangre con arena», recordaba años después.
Ya en Villegas, en los años ’50, ejerció su oficio en la legendaria firma TALU (Trabajos Aéreos López Uriarte), de Jorge López Oleaga y Aquiles Lito Uriarte. También vendió autos para Orozco y Compañía.
En la década del ’60 conoció a María Amelia Sagardoy, con quien se casó en 1966. Tuvieron dos hijos, Gabriela y Luis, que los hicieron abuelos.
El automovilismo, otro de sus amores, lo encontró junto a su entrañable amigo José Larramendi, además su socio en Larramendi y Ballari, en el rubro de fumigaciones aéreas.
Con él disputó el Gran Premio Turismo Anexo J, arribando a la meta en la 12º posición tras cinco etapas, uniendo Venado Tuerto, San Juan, Tucumán, Salta y Jesús María en un Peugeot 504 que le compraron al piloto bahiense Vallasciani.
Amable, jovial hasta su vejez, muy inquieto. Alberto Ballari se daba con todo el mundo e invitaba a visitarlo a su quinta de Ruta Nacional 33, donde pasó buenas parte de sus mañanas y sus tardes tras su retiro.
Protagonista de mil anécdotas, supo viajar a buscar aviones a Kansas, EE UU, en al menos cinco oportunidades. En una de ellas tuvo un accidente en Colombia, donde tuvo que aterrizar de manera forzosa. Allí, en plena selva amazónica, los aborígenes le enderezaron a pulmón una hélice que había sufrido las consecuencias del abrupto descenso.
Tras la última dictadura militar, en 1983 fue electo intendente municipal de General Villegas por la Unión Cívica Radical; y reelegido en 1987 y 1991. También fue diputado provincial, siendo hombre de consulta de todo el arco político local en los años siguientes.
Aviador, automovilista, político de raza de esta tierra que lo adoptó. Alberto Ballari será recordado como uno de sus vecinos más ilustres, pero por sobre todas las cosas y como le hubiera gustado a él, como una persona de bien.
