Trabajo y dignidad: por qué se celebra el día del trabajador
El día del trabajo celebra los logros alcanzados por los trabajadores de todo el mundo, como es la jornada de ocho horas, con dos días de descanso a la semana.
Los hechos que dieron origen al día del trabajador, fecha de alcance universal, tuvieron epicentro en Chicago el 1° de mayo de 1886, tras una jornada de reivindicación obrera bajo el lema “8 horas de trabajo, 8 horas de descanso, 8 horas de instrucción”. En ese momento, la jornada del sector privado oscilaba entre 11 y 15 horas diarias. Las huelgas se extendieron hasta el 4 de mayo, fecha en que un conjunto de trabajadores fueron despedidos, reprimidos por la policía, con un saldo que incluyó heridos y muertos.
La celebración de esta fecha en nuestro país, en 1890, se vincula con la aparición de las primeras Centrales Obreras.
El trabajo según Galeano
Los siguientes son extractos del texto leído por Eduardo Galeano en la clausura de la VI Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, de 2012 en México promovidas por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y la UNESCO.
Una enfermedad llamada «trabajo»
En 1714 murió Bernardino Ramazzini. Él era un médico raro, un médico rarísimo, que empezaba preguntando: “¿En qué trabaja usted?”. A nadie se le había ocurrido que eso podía tener alguna importancia. Su experiencia le permitió escribir el primer Tratado de Medicina del Trabajo, donde describió – una por una – las enfermedades frecuentes en más de cincuenta oficios. Y comprobó que había pocas esperanzas de curación para los obreros que comían hambre, sin sol y sin descanso, en talleres cerrados, irrespirables y mugrientos. Mientras Ramazzini moría en Padua, en Londres nacía Percivall Pott. Siguiendo las huellas del maestro italiano, este médico inglés investigó la vida y la muerte de los obreros pobres. Y entre otros hallazgos, Pott descubrió por qué era tan breve la vida de los niños deshollinadores. Los niños se deslizaban desnudos por las chimeneas, de casa en casa, y en su difícil tarea de limpieza respiraban mucho hollín. El hollín era su verdugo.
El origen del mundo
Hacía pocos años que había terminado la Guerra Española, y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinas de la República. Uno de los vencidos, un obrero anarquista recién salido de la cárcel, buscaba trabajo. En vano revolvía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos le ponían mala cara, se encogían de hombros, le daban la espalda, con nadie se entendía, nadie lo escuchaba. El vino era el único amigo que le quedaba.
Por las noches, ante los platos vacíos, soportaba sin decir nada los reproches de su esposa beata, mujer de misa diaria, mientras el hijo, un niño pequeño, le recitaba el catecismo. Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó. Me contó esta historia. Me lo contó en Barcelona, cuando yo llegué al exilio, me lo contó: él era un niño desesperado que quería salvar a su padre de la condenación eterna, pero el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones. “Pero, papá – le preguntó Josep, llorando –, pero, papá… si Dios no existe, ¿quién hizo el mundo?”. Y el obrero, cabizbajo, casi en secreto, dijo: “¡Tonto, tonto! ¡Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles!”.
El filósofo y economista Karl Marx dijo en el siglo XIX: «el trabajo dignifica al hombre», aunque quizás, «el trabajo dignifica a las personas», suene mejor en la actual coyuntura.
Lo cierto es que el trabajo se ha convertido en el principal factor de inclusión social y debe estar al alcance de todos, sin discriminación de sexo, edad, discapacidad.
La pregunta esencial
Cuando se pregunta a un joven qué quiere para el futuro y cuáles son sus proyectos, lo natural es que piensen en su realización personal, en progresar, en salir adelante. Pero no hay futuro sin esperanza ni metas.
El camino para lograr esas metas puede ser difícil y lleno de dificultades, pero es imposible sin el incentivo del trabajo, ese que es esencia del ser humano y que le otorga dignidad. Es imperativo atender las emergencias y al mismo tiempo, pensar en políticas públicas que permitan a las nuevas generaciones, volver a la cultura del trabajo y de la satisfacción que solo emana del esfuerzo.
¡Feliz día del trabajador!