La resolución del crimen de la conocida vecina Ema Piorno de Galé (78), que conmocionó a la comunidad de América, entró en su etapa final cuando se conocieron los alegatos de las partes en el marco del juicio que se le sigue a José Antonio Bigi (26), alias “Corchi”, único imputado en el expediente.
En los estrados del Tribunal Oral Criminal N° 1, el fiscal que investigó el caso, Fabio Arcomano, titular de la UFI N° 6, pidió la pena máxima de prisión perpetua para Bigi por el delito de “homicidio criminis causa”, apuntando a que cometió el crimen para ocultar otro delito, que fue el robo en el domicilio de la jubilada.
En tanto, el abogado de la Defensa Oficial, Mariano Iribarren, solicitó que se lo juzgue por el delito de “homicidio en ocasión de robo” con una pena computable de 8 a 25 años de prisión de efectivo cumplimiento.
Ahora, los magistrados que integran el TOC N° 1 darán a conocer el veredicto el próximo 10 de junio.
El caso ocurrió el 8 de mayo del año 2020 y conmocionó a la comunidad de América y de toda la región, y llegó a escalar como noticia a nivel nacional cuando fue divulgado por el periódico Clarín.
Ema Piorno de Galé, integrante de una reconocida familia de la zona, vivía sola y fue encontrada encerrada en el baño de su domicilio de Cachau y Mitre por un familiar, atada de pies y manos y sin signos vitales.
Ema Piorno tenía dos hijos, Jorge que vive en General Villegas y Norma que vive en Bahía Blanca. Fue esta última quien al no recibir contestación de sus llamadas alertó a un familiar para que fuera hasta el domicilio de su madre a ver que sucedía.
Según publicó en su momento el diario Clarín, José Antonio Bigi (26), alias “Corchi”, había estado nueve meses preso en la Unidad 20 de Trenque Lauquen, adonde cumplió una condena por “violación de domicilio, lesiones leves y abuso sexual”. Salió libre el 11 de agosto de 2018.
En mayo del 2020, la Policía llegó hasta su casa para detenerlo otra vez. Pero ahora bajo una acusación gravísima: el homicidio de la jubilada Ema Piorno de Galé.
Según los investigadores, fue “Corchi” quien se aprovechó del gesto que había tenido la vecina de darle la posibilidad de hacer changas en su casa, para pintar y cortar el pasto en el jardín.
El viernes a la noche, Piorno fue hallada asesinada en el baño de su propiedad. La maniataron con un cinturón y la estrangularon con una chalina. El asesino se llevó sus tarjetas de débito y crédito, algunas de las cuales aparecieron en un tacho de basura en la calle, además de su celular, que fue encontrado en la casa del sospechoso.
Fuentes policiales informaron que la marca de una zapatilla, secuestrada en el allanamiento posterior, coincide con una huella que dejó en el techo del galpón que tenía la víctima, por donde habría huido.
Bigi sabía que la mujer vivía sola (había enviudado hace más de dos años) y que era propietaria de una chacra en la zona de Rivadavia. Además, estaba en trámite de sucesión un campo por el cual recibía una importante suma mensual.
La autopsia estableció que la causa de muerte fue por “asfixia mecánica por estrangulación”. Además, la víctima tenía un “golpe cráneo encefálico en el parietal izquierdo”.
A partir de las imágenes de las cámaras del centro de monitoreo de la ciudad y de las viviendas vecinas, se logró observar que el día del crimen un joven ingresaba al hogar de la jubilada, en la calle Cachau al 300, y se retiraba por las vías del ferrocarril.
A las cuatro de la tarde, Bigi había salido de trabajar de una obra en construcción, ya que solo se permite hasta ese horario, cuando suena la sirena de los bomberos por la cuarentena de coronavirus. Pero en lugar de irse a su hogar, se dirigió a lo de Piorno. Lo identificaron por la ropa que llevaba puesta.
En los tachos de basura de la zona hallaron luego las tarjetas, que el asesino había intentado destruir doblándolas. Aunque creen que con alguna de ellas intentó retirar dinero de un banco de la localidad el sábado a la noche.
Bigi fue detenido en su casa. Estaba con su pareja y sus tres hijos varones. Llorando, admitió que lo que había hecho, una confesión sin validez judicial. Según las fuentes, en su antecedente previo había entrado a robar a un domicilio y manoseado a una mujer.
Piorno era una reconocida vecina, muy integrada a la sociedad. A pesar de su edad, seguía yendo a la Iglesia, al teatro, a la Biblioteca Municipal, adonde colaboraba activamente.
En la casa de la víctima los investigadores hallaron un sobre con 17 mil pesos que el homicida no vio. Se conformó con la billetera de la víctima, en la que había unos 3 mil pesos y las tarjetas. Pero las cámaras de seguridad terminarían siendo el principio de su final, entre rejas. (MasterNews)