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domingo, octubre 6, 2024

El beso de la mujer araña, personajes en trance | por Celina Fabregues*

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El lunes cerró el Festival Querido Manuel con la puesta de la versión teatral de «El beso de la mujer araña», de Valeria Ambrosio y los protagónicos magistrales de Pablo Pieretti y Oscar Giménez.

Horas antes del estreno en el Teatro Español, donde Coco soñaba con las divas de Hollywood, nos encontramos con los actores y la amabilísima productora, Ale García para conversar sobre la obra de Puig.

La novela de 1976 se teatralizó en 1983, película en 1985 dirigida por Babenco y como musical, en 1993. Una mínima escenografía y dos actores ocupan el espacio durante toda la obra. Tanto Pieretti como Giménez, destilan su alma transmutada en sus personajes. Ni siquiera son actores en escena. Son personajes en trance detenidos en un texto atemporal, adelantado a su época. Como un presagio.

Oscar definió su sensación de estar en General Villegas con una palabra: «emoción, estoy sumamente emocionado.»

Pablo expresó su agradecimiento por «darnos la posibilidad de poder expresarnos, de traer nuestra obra. Es un orgullo y un honor traer la palabra de Manuel, pero nos llena de responsabilidad. Nos llena de alegría y un poco de ansiedad.»

Ale contó que «es la primera vez que que esta obra sale de gira», por lo que Villegas fue su punto de partida. Como definición de un nuevo estreno.

«Las horas acá modificó también mi sentimiento por Puig, el conocer su entorno, sus historias, algunas personas que cuentan cosas sobre su vida, ver las casas en las que vivió, el aire que respiraba, despierta sentimientos muy profundos. Ahora estoy empapado de su mundo», manifestó Oscar, el actor que interpreta a Luis Molina.

«Venir acá, a su tierra, te hace cambiar, te hace pensar la obra desde otro lugar, desde otra perspectiva», añade Pablo.

Giménez hizo hincapié en que «hay algunos textos que cobran sentido» y añadió que «si ya estaba orgulloso de interpretar un texto de él, ahora tengo el corazón tan hinchado que no me entra en el pecho.»

Meterse en la piel de los personajes que Puig creó para Valentín y para Molina es un desafío en cada función, aunque como aseguró Pablo Pieretti, quien protagoniza al militante marxista, «a esta altura con esta función, que es la 153, ya somos ya somos ellos y es un proceso de mucho trabajo de investigación.»

Al decir de ambos, Alejandra, la productora, es el motor del espectáculo. Ella fue quien nos trajo hasta acá. Pero todo funciona porque es un equipo. El trabajo de cada uno tiene una misión que se resume en los aplausos de pie cuando se baja el telón y los artistas saludan al público.

El resultado del trabajo creativo de Valeria Ambrosio se resume en una puesta casi minimalista, con el efecto de la luz y la sombra que reflejan movimientos tan cuidados que por momentos, se transforman en danza.

«Dame la carta», le pide Valentín. Y en ese contrapunto y casi de espaldas, las manos de ambos hacen un vuelo coreográfico en cámara lenta.

Según Oscar, «lo que pasa con un buen texto es que le vas descubriendo cosas a medida que lo vas transitando» y El Beso está lleno esquinas y rincones, donde tienen hay espacio líneas inventadas ante improvistos que suceden sobre el escenario.

«Lo fascinante porque la o la obra está viva y de alguna manera su espíritu también», señaló.

Aunque este año se celebran los 90 años de su nacimiento, la obra literaria gana cada vez más adeptos entre la gente joven. Según Ale, «nuestro promedio de edad es de entre 27 y 35 años, pero también han venido chicos de 17, 18, 20 años que salen emocionados de la sala.»

Hay otro punto de inflexión con lo que genera El Beso de la Mujer Araña. Las manifestaciones del público siempre sorprenden. «Nos han escrito personas que se reconcilia con el teatro a través de nuestra apuesta, gente que se sorprende por la manera en la que en la que está contada la historia, familias que gracias a la emoción que le generó el espectáculo, volvieron a generar un vínculo,» relató Giménez.

«Esto de interpelar, porque la transformación de los personajes pasa en poder mirar al otro como es, sin quedarse en lo banal de si es homosexual o de izquierda. Es un ser humano que se conecta con el alma del otro ser humano y se genera esta fusión, esta sinergia, que es que es poderosa», advirtió Pablo.

Saludo al público que aplaudió de pie

Entre luces y sombras

Fui al teatro con mamá, 86 años, amiga personal desde muy chica. Para mi tía Helena y mamá, Manuel Puig era simplemente Coco. El compañero de banco. El desprolijo y creativo. El inquieto. El que recorría la cuadra a través de los árboles de la calle Rivadavia, cantando.

Al terminar la función, actores, productores y hasta Gastón Courreges, se sentaron alrededor de la «reina madre» (como la llamo graciosamente) y conversaron durante casi una hora.

La dejé feliz en su casa y al entrar a la mía, escucho el sonido de un mensaje en el teléfono. Ella había hecho su propia crónica de lo que había visto. Y la comparto.

«La puesta en escena de «El beso de la mujer araña» como cierre del homenaje a Manuel Puig, fue una verdadera maravilla.

En tan sólo noventa minutos, se logró hacer una síntesis apretada de la obra de nuestro querido Manuel, alrededor de temas que son eje de toda su producción literaria: las diferencias dolorosas, los encuentros a pesar de esas diferencias, el amor y la traición.

En un escenario simple que no tenía ningún elemento carente de significado, dos artistas llenan el espacio y lo desbordan.

La luz y el sonido, actantes tan elocuentes como las voces humanas, todo el conjunto consigue captar la atención de los espectadores, que no decae un momento.

Felicitaciones a estos genios que tuve el privilegio de conocer y se fueron con el deseo y la promesa de volver. Fue una noche mágica.»

Tertulia tras la función

*Celina Fabregues es periodista. Conduce Cuidarte Más por FM Villegas, los sábados de 9,30 a 12 horas, programa que se repite a las 19 del mismo día.

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