Cada año el 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental y Actualidad habló de este tema con Vanesa Irusta, especialista en psiquiatría.
«El objetivo de este día es visibilizar la importancia de la salud mental, dentro de la salud integral. De a poco esto se está poniendo más en boca de todas las personas, se lee, hay más conocimiento y esto es importante», dijo la profesional.
¿El tema está teniendo más relevancia después de la pandemia?
La problemática y demanda de la salud mental es algo que viene en aumento desde mucho antes de la pandemia, pero con ella las estadísticas se triplicaron. Se habla de depresión, trastornos de ansiedad y del desarrollo infantil, entre otros. Sí hay un aumento exponencial.
¿Qué hace falta para tener una buena salud mental?
Siempre en esto hay algo multifactorial. Tiene que ver con lo que pasa a nivel biológico en cada persona; y psicológico también. Obviamente lo que pasa a nivel social, como tener una buena alimentación, un buen descanso, cuál es nuestra exposición a los factores de estrés, hacer actividad física, recreativa, estudiar, trabajar, la compensación económica. Como mínimo, hay que tener estos factores más o menos regulados. Uno a veces hace lo mismo todo el tiempo y no repara en pequeños instantes, como compartir una charla o jugar con los hijos, por ejemplo. A veces estamos demasiados expuestos al estrés diario; y tenemos poco disfrute, descanso, placer, ocio. Desbalanceamos en esos aspectos.
Como en otras cuestiones relacionadas con la salud, ¿descendió la edad de quienes necesitan de un profesional?
La verdad que sí. Yo trabajo con adultos, pero uno ya puede intervenir en casos de adolescentes de 15 años en adelante. No trabajo con niños, aunque a veces me toca alguna urgencia en la guardia. Sorprenden las demandas, las consultas por guardia, los pedidos de turnos desde las escuelas y familias. Niños y adolescentes, muchos. Cuando hablamos de cómo crecieron las dolorosas estadísticas, muestra que ya tenemos trastornos en la infancia.
¿Cuáles son las luces de alarma a las que debemos prestarles atención?
Uno es el que está sufriendo, pero obviamente impacta en el otro. El sufrimiento o padecimiento también es del contexto en el que la persona está inmersa. A veces uno se resiste, no quiere reconocer, entonces cualquiera puede intervenir y sugerir una consulta. Primero hay que hablarlo, cuanto más lo escondemos o no lo queremos hablar, peor es. Hay dos alarmas que para mí son fundamentales, el que tiene alterada su alimentación o su descanso, ya sea porque se le cierra el estómago y la cae todo mal, o porque se pasa de comida. Lo mismo con el sueño, desde el que no duerme nada o no descansa, hasta el que necesita de esa cama como un auxilio permanente. Después, el que tiene mucha sintomatología física, ya ha hecho consultas por todos lados y no le encuentran nada orgánico, pero en algún lado esto tiene una causa. Estas cosas también tienen que llamar la atención. El interrogatorio es todo para nosotros, hay que preguntar y no sólo de la persona, hay que ir a antecedentes familiares, lo que ha pasado en el último tiempo, cómo transitó la pandemia.
¿Cómo se está trabajando en el Servicio de Salud Mental del Hospital? ¿Se está pensando en llegar de otra manera a la comunidad, para concientizar?
Estamos trabajando mucho, se ve la demanda, tenemos listas de espera tanto para psicología como para psiquiatría; y eso que contamos con un equipo importante con dos psiquiatras, cinco psicólogos y a veces con nuestra trabajadora social. Todavía no hemos lanzado estrategias para llegar más a la población. Hay un teléfono de urgencias que siempre está disponible, nuestros pacientes ya lo tienen incorporado.
Si no tenemos una buena salud mental, ¿podemos hacer que nuestro organismo se enferme de otras cosas?
Sí, por supuesto. Nosotros somos una unidad integrada. No es que nuestra mente funciona por un lado y del cuello para abajo estamos en otro lado. Cuando no hay una buena salud mental el cuerpo se expresa, a veces con dolor de pecho o un intestino hiperactivo, por ejemplo. O a veces es el revés, el que tiene un hipotiroidismo o no está bien regulado, cómo esto lleva tal vez a cuestiones de angustia, de ansiedad, siempre hay un ida y vuelta. Si no dormimos, andamos estresados, irritables.
Muchas personas no creen en estas profesiones, ¿qué les podemos decir?
Hay mucha gente que tiene resistencia a esto, o desconocimiento sobre de qué se trata. Nosotros no resolvemos el problema, uno ayuda a que lo afronte diferente, que mejore su actitud en el trabajo, sus relaciones interpersonales; colaboramos con eso, no es que resolvemos todo. Hay personas que canalizan a través de la actividad física, actúan o se reúnen con amigos. Otras necesitan de un profesional. También cuenta lo que haga la gente cuando sale del consultorio.
¿Aún hoy hay que derribar estigmas?
Es importante que lo hagamos, sobre lo que es el padecimiento mental, sobre tener una enfermedad mental y sobre la discapacidad que también generan esos trastornos. Hay que erradicar la discriminación en cualquier aspecto de la vida, pero además hacia las personas con un padecimiento mental. Me gustó algo que leí de la Asociación de Psiquiatras Argentinos que dice: «Sin salud mental no hay salud; y sin inclusión, trabajo, igualdad social y presupuesto, no hay salud mental». Todo esto es importante.