El jueves 3 de noviembre estrenó en el cine Gaumont y en Cine.ar «Operación Chocolate», documental del realizador villeguense Carlos Castro y de Silvia Maturana.
La película retoma la investigación periodística de Santiago García, sobre la historia del chico que envió una barra de chocolate con una carta para un soldado argentino en Malvinas, que nunca llegó a sus manos.
La historia de Gustavo Vidal, quien a los 7 años, escribió una carta dirigida a los soldados que le ponían el cuerpo a la guerra de Malvinas, es similar a la de muchos otros chicos.
En General Villegas también tuvimos nuestra campaña del chocolate. En aquel momento, adolescentes de distintas escuelas, recogíamos casa por casa las tabletas. La mayoría habían sido abiertos y entre el papel de aluminio y la envoltura exterior de color rosa, se guardaban cartas con palabras de aliento para los chicos de Malvinas.
Nadie podía pensar que iba a ser una enorme estafa. En un local céntrico, un grupo de vecinos armaron un lugar al que los villeguenses llevaban donaciones. Además de las enormes bolsas llenas de chocolate, había cajas con pequeñas joyas familiares y dinero.
Para el joven realizador villeguense, que no para de trabajar, uno de los temas principales de la película tiene que ver con “las cadenas de solidaridad del pueblo argentino frente a la guerra”.
Recuerdo como si fuera hoy a dos personas en particular. Una mujer (de la que recuerdo muy bien su rostro pero no el nombre), que llevaba en sus manos un estuche pequeño color azul, donde tenía guardados un par de aros criollos de oro, que su papá le había regalado cuando cumplió los 15 años.
El otro era mi tío Mario. Él sabía muy bien lo que era un país atravesando un conflicto bélico. Había llegado a la Argentina a los 18 años escapando de la Segunda Guerra Mundial. Sabía del dolor, del hambre y de lo poco que valen las cosas cuando hay que cambiar una silla por una papa. Nosotros debimos entender que no comía pollo, porque era lo único que había metido en la panza, durante el viaje en barco desde Génova a Buenos Aires.
El gringo llevó una joya que él amaba. El anillo de sello que lucía en el dedo meñique. Yo lo acompañé a donarlo, pero a la tía Helena le dijo que lo había perdido. Tardó años en reponerlo.
La desilusión no se hizo esperar demasiado. Como pasa con todas las mentiras. Puede tardar más o menos cantidad de tiempo, pero el secreto siempre sale a la luz.
Lo curioso es que empezó a develarse cuando la gente volvía a comprar chocolate a los almacenes o quioscos y se encontraba con cartas escritas por argentinos, en distintas partes del país.
Es una historia de solidaridad, con sabor a silencio, a dolor y a esperanza traicionada.
Operación Chocolate
En el documental que ya se puede ver en la plataforma Cine.ar, los directores Carlos Castro y Silvia Maturana, se hace un análisis sobre el rol que cumplieron los medios de comunicación durante la Guerra de Malvinas y después del conflicto, e indagar además, en el posterior proceso de “desmalvinización” impulsado por la dictadura, que significó el olvido, el silencio y la negación de la soberanía sobre las islas argentinas.
Además, la película será parte del XII Encuentro Hispanoamericano de Cine y Video Documental Independiente «Contra el silencio todas las voces», que reúne el trabajo de más de 200 realizadores que serán exhibidos del 4 al 12 de noviembre en treinta estados de México.
La carta de Gustavo
Dentro del chocolate, Gustavo Vidal puso una carta que él mismo escribió y donde además figuraba su nombre, dirección y código postal.
La carta decía: “Que este chocolate te endulce en esos días fríos de Malvinas. Gracias por defender mi Patria. Te saluda, un futuro soldado de 7 años».
Al día siguiente, Vidal llevó el chocolate a la escuela para que desde allí fuera, con el resto de las donaciones, hacia la zona del conflicto. La escena que se repetía a lo largo y a lo ancho del país. En Operación chocolate, cuarenta años después, Vidal protagoniza el recorrido en el que reconstruye aquella historia.
El hecho fue tapa de la revista Gente, de editorial Atlántida, “tal vez como un vano intento de despegarse de la campaña de mentiras y falsedades que publicó durante la guerra, en abierto apoyo a la dictadura militar”, detalla la sinopsis de la película.
Niños engañados
“Un niño engañado en su ilusión es casi una tragedia de Shakespeare. Y al mismo tiempo era inevitable hablar de los medios y el tratamiento homogéneo que le dieron al conflicto”, expresó Carlos Castro.
“Quisimos realizar una película para contar cómo fueron esos seres anónimos que ayudaron a nuestros soldados en la guerra y fueron estafados. La dictadura militar, que destruyó todo tejido social del país mediante el terrorismo de estado, la desaparición de personas, robo de bebés, destrucción del aparato productivo, fue desbordada por la solidaridad de miles de argentinos”, sintetizó el director.
Como un cluster con errores, la memoria vuelve sobre sí misma para poner sobre la mesa recuerdos recuperados de aquellos años.
Quienes tengan alrededor de 50 años o más (como yo) seguramente recordarán haber dejado un abrigo de piel, alguna joya, dinero y chocolates. Pero no nos equivocamos. En aquel momento, nos movía la solidaridad, que no es más que la capacidad de ver a los extraños como compañeros en el sufrimiento.
Como expresó el filósofo de la ironía, Richard Rorty, «La solidaridad no se descubre, sino que se crea incrementando nuestra sensibilidad ante sucesos dolorosos, aunque sean desconocidos para nosotros.»
*Celina Fabregues es periodista. Conduce Cuidarte Más por FM Villegas, los sábados de 9,30 a 12 horas, programa que se repite a las 19 del mismo día.