Javier Ahumada pertenece a una familia de raigambre villeguense, por eso visita nuestra ciudad con bastante asiduidad, para estar con sus seres queridos. Aunque egresó de la Escuela Agropecuaria «Nelly Brown de Emerson», desde la adolescencia sintió pasión por los relojes.
Cucú, como lo llaman sus amigos, vive en la ciudad de La Plata y se especializa en reparar, poner en valor y en marcha relojes monumentales y de campanarios.
Se estima que en todo el país hay más de 2.000 relojes monumentales, distribuidos en iglesias, municipalidades, espacios públicos, entidades bancarias, escuelas y universidades.
General Villegas está en esa lista, con el reloj del campanario de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, que no funciona desde hace muchos años.
Conversamos con Javier en el programa Cuidarte Más, que sale al aire por FM Villegas 91.5 los sábados de 9.30 a 12 horas, con repetición a las 19 horas; además, puede escucharse por internet en directo o a través del podcast publicado en varias plataformas y, entre ellas, Spotify.
Cucú hizo la primaria en la Escuela N° 3 y luego se recibió de Técnico Agrónomo en la Escuela Agraria, pero en la adolescencia empezó desarmando los relojes que había en la casa «y que después, obviamente, no podía volver a armar.»
En ese momento, aparece en escena un tallerista amigo de sus padres, que trabajaba en la joyería de Humberto Búsico y donde empezó a iniciarse en el oficio.
«Primero fue un hobby, pero con el paso de los años logré armar lo pendiente que tenía desarmado» y después, cuando llegó a estudiar a la ciudad de La Plata, trabajó «con relojeros consagrados en el oficio» pero «yo solo ayudaba, miraba y aprendía», relata Javier.
Siguió aprendiendo hasta que «un día decidí volcarme a un oficio que era rentable y tuve los primeros contratos con el Arzobispado de La Plata.»
A partir de ahí comenzó una carrera que incluyó contratos para la reparación de «relojes más grandes, más importantes. La mayor parte de estos relojes están en campanarios y en edificios históricos», aclara.
Ahumada señaló que «por lo general, los edificios públicos, que datan de hace muchos años, tienen relojes muy importantes y la mayoría fueron instalados entre los años 1884 y 1900, así que son de muchísima importancia, sobre todo en lo que concierne al patrimonio histórico y cultural que tienen las ciudades en todo el país.»
Por esta connotación histórica y cultural, «es de vital importancia mantenerlos con vida, porque son cosas que nunca más se van a volver a hacer», señala.
En General Villegas existe el reloj de la parroquia, «que es una pena que no esté funcionando. Yo lo había puesto en marcha hace muchos años, pero después lo dejaron venir abajo. La última vez que fui, para el aniversario de la ciudad, ofrecí arreglarlo, pero estaba todo sucio por las palomas que se meten, no hicieron tiempo a limpiarlo y no pude trabajar», manifiesta.
Javier asegura que le interesa recuperar el reloj de su ciudad, el reloj que durante décadas, históricamente marcó la hora del pueblo. Cuántas generaciones han mirado hacia arriba para ver la hora, o atentas a escuchar el cambio de horario. Para algunos, era la manera de llevar el tiempo, porque no todo el mundo tenía la posibilidad de acceder a un reloj.
Estos relojes históricos han sido íconos de cada ciudad, de cada pueblo y han marcado horarios muy importantes para el trabajo, para encuentros, para citas y hasta para poner en hora y dar cuerda aquellos que llevaba uno en la cintura o en la muñeca.
En muchos otros lugares, los relojes monumentales fueron cambiados por otro tipo de mecanismos electrónicos. Javier menciona el reloj del Banco Provincia, «que tampoco funciona» y añadió que «es un reloj eléctrico magnético, solamente quedó la fachada.»
Recuperar el reloj insignia de nuestro pueblo sería como recuperar parte de nuestra identidad, eso que nos une como comunidad. Más allá de lo religioso. Es patrimonio cultural e histórico de la ciudad, que debemos preservar.
Le pregunto a este relojero monumental qué siente cuando logra recuperar uno de los relojes, cuando escucha otra vez el tic tac y me responde que «cada reloj que pongo en marcha es un desafío, porque no sé con lo que me voy a encontrar. Lograr que funcione y ver reflejado en la cara de la gente la satisfacción, ya sea del público que lo ve en una iglesia o en un edificio público o los dueños que arreglan los relojes de las estancias, es muy gratificante para mí.»
Para poder poner en marcha estos relojes hacen falta repuestos y la mayor parte de ellos no existen, por lo que el trabajo es absolutamente artesanal.
«Todo lo que está roto, lo construyo, lo rehago yo con materiales similares, para que no pierdan su esencia. Trato de usar los mismos materiales. Se tallan los engranajes y cuando son de mucho tamaño, trato de hacerlos en el torno o los mando hacer, si las máquinas no dan para ciertos diámetros», detalla.
Lo cierto es que esta nota al aire de la radio dio inicio a una campaña para poner en marcha el reloj de la parroquia y que empiece a marcar las horas lo antes posible.
«Va a ser algo muy importante recuperar parte de nuestro patrimonio y además, se trata de una pieza de valor incalculable. Son piezas que no tienen que perderse. No solamente los relojes, los edificios, las fachadas, todo es muy importante mantenerlo vivo porque es nuestra herencia», agrega.
Preparemos nuestras miradas para ver hacia arriba o desde lejos al faro de la ciudad, porque como escribió el español Raul Campoy Guillen: “Si miras hacia el reloj, el reloj te mirará a ti.”
Eco casi instantáneo
Se dice que para que una partida comience, alguien debe mover la primer pieza. Otros creen que algunas cosas suceden casualmente y otros, como yo, que la sincronía universal acerca las energías. Ese es el poder de lo que somos. Piezas de energía capaces de cambiar la realidad. Siempre que se quiera, claro.
Apenas la nota salió al aire, aparecieron las respuestas. Un mensaje de Martín Micucci, ex concejal y padre de un recientemente consagrado sacerdote, me pedía el contacto de Javier porque acababan de limpiar el campanario y colocarle luz, con la intención además, de conseguir poner en funcionamiento el reloj de la iglesia.
Según el propio Micucci aseguró, es «todo muy providencial porque esta semana se limpió toda la sala donde está el reloj, la máquina y el mecanismo, para hacer una valoración del costo de reparación, por lo cual esa nota y el contacto con el relojero vino como anillo al dedo» porque «necesitamos reparar el reloj de la parroquia.»
Otros arreglos en la Parroquia
Asimismo, Micucci informó que están abocados además de la reparación del reloj, al arreglo del campanario, veredas, atrio y pintura del templo, pero «los números son astronómicos», apuntó respecto de los costos.
*Celina Fabregues es periodista. Conduce Cuidarte Más por FM Villegas, los sábados de 9,30 a 12 horas, programa que se repite a las 19 del mismo día.