En un artículo publicado en El Observatorio del Trabajo (Agencia de investigación social y de noticias del trabajo y el empleo) la villeguense Ana María Lamas se refiere al avance de la IA y a cómo proceder ante el Chat GPT 3 al que recurren los alumnos.
Ana María Lamas es Lic. en Ciencias de la Educación (UBA) y Dra. en Filosofía Y Educación con reconocimiento “Cum Laude”. Especialista en Ciencias Sociales y Educación a Distancia.
En el artículo publicado, que impactó inmediatamente y fue el más leído de la newsletter, manifiesta que:
«Desde que fui alumna de primaria y secundaria me llamó la atención la injusticia cometida por los docentes (tal vez, inconscientemente) durante la evaluación de mis aprendizajes y el de mis compañeros.
Hasta que en el año 2005 y como resultado de largos años de estudio y evidencias empíricas publiqué mi primer libro sobre el tema en donde consideraba que la evaluación estaba relacionada con la justicia pedagógica. Es decir, con la necesidad de valorar el mérito que el alumno lograba en virtud de la comparación del lugar de partida con el de llegada, teniendo en cuenta el recorrido personal de mejora, en el que contaba tanto el esfuerzo y la responsabilidad como el resultado.
En un segundo libro sobre el tema en el año 2017, focalice en el para qué y cómo evaluar, proveyendo algunas estrategias para enseñar y evaluar el pensamiento crítico y creativo de los alumnos.
Claro está que en esa fecha no existía el Chat GPT3, un tipo de inteligencia artificial (IA) que responde preguntas complejas en pocos segundos. A partir de tener a mano ese recurso me registré en la aplicación empecé a usarla y a pensar qué efecto tendría su uso en el aprendizaje y en su evaluación. Fue entonces cuando decidí escribir este artículo cuyo objetivo consiste en actualizar y completar aquellos libros incluyendo algunas ideas a partir del uso de herramientas digitales disponibles.
Si bien la IA ya era empleada a nivel empresarial, no funcionaba como un recurso común para los “usuarios individuales de a pie”. Desde finales del año pasado y ahora casi todos los días aparecen noticias del nuevo desarrollo de IA en redes sociales, en diarios, en charlas de divulgación de académicos, en papers, en universidades como UOC y hasta en organismos internacionales como UNESCO.
Se han producido robots que “chatean”/conversan con personas reales de carne y hueso… y no me refiero a los que utilizan algunas organizaciones públicas o privadas que poseen un libreto restringido de respuestas preformadas. Aludo al robot que contesta preguntas elaborando respuestas nuevas según nuestro requerimiento específico, que puede ser la de escribir textos humorísticos, emocionantes, creativos, académicos o combinados, sobre todo generando respuestas de alto nivel de complejidad.
Para verificar la potencia de la IA le pedí a mi amigo ChatBot que escribiera una introducción para un artículo periodístico sobre: “IA y evaluación del aprendizaje” y que además le cargara emocionalidad, es decir, le pedí que escribiera por mí el inicio de este mismo artículo que estoy escribiendo. Y respondió lo siguiente:
¡Bienvenido al mundo de posibilidades infinitas! En este artículo vamos a explorar cómo la IA está revolucionando la forma en que evaluamos el progreso de los estudiantes ¿Alguna vez has soñado con obtener una devolución inmediata a tus trabajos de elaboración?…. y continúa el texto con otras preguntas desafiantes. Pero con solo la referencia anterior el lector podrá advertir que cumple con los requisitos estilísticos solicitados.
Sin embargo, como la respuesta no aludía al tema del posible plagio cometido por los alumnos en los trabajos escritos le pregunté: -¿Cómo hacer para verificar que los trabajos de los alumnos son originales y no productos de una IA? Y me respondió que podría usar programas que detectan con bastante fiabilidad si un texto fue escrito por un bot o por un humano ofreciéndome algunos ejemplos con comentarios de sus posibilidades y limitaciones, pero además me sugirió establecer acuerdos éticos con los estudiantes con argumentos que parecían escritos por una persona humana real -valga la redundancia- conocedora de los principios filosóficos fundamentales.
Más adelante le pedí referencias bibliográficas según Normas APA de las que luego verifiqué su autenticidad y comprobé que eran fiables. Confieso que realicé otras múltiples preguntas complejas de diferentes disciplinas científicas como matemática o ciencias duras acompañada por un especialista en variados temas y a todas respondió con precisión.
La IA a la que me refiero no es como las otras aplicaciones o motores de búsqueda que conocíamos hasta hoy, es un algoritmo gigante que se alimenta con información que los científicos han introducido y que el robot combina produciendo un nuevo texto.
Pero el Chat GPT 3 si bien en general nos sorprende con la efectividad de sus respuestas, no es absolutamente confiable como cuando investiga y construye un texto creativo la inteligencia humana rigurosa y honesta, no obstante convengamos, las fake news las producen los hombres no solo los chatbot. De todas maneras existe y puede ser usado por cualquiera que lo intente. Negarlo abriría un camino que nos conduciría al encierro dentro de modelos mentales fundamentalistas.
La pregunta que me inquieta sobre esta herramienta poderosa está referida al uso en la enseñanza y el aprendizaje en todos los niveles educativos desde que los niños tienen acceso a los teléfonos móviles. ¿Prohibimos o integramos el Chat GPT 3 en la tarea educativa?
Mi respuesta sin lugar a dudas es que si lo prohibiéramos, los estudiantes inventarían alguna estrategia para usarla “a escondidas” y además perderíamos una oportunidad de enseñar como docentes del Siglo XXI, desafiando al enciclopedismo[1] del siglo XIX y al vaciamiento[2] de contenidos del siglo XX.
A propósito del tema, recuerdo lo que me comentó una excelente maestra: los adolescentes son como caballos desbocados, no te cruces porque te llevan por delante; para poder frenarlos debes correr a la par. Creo que lo mismo deberíamos hacer los docentes con el ChatBot, si lo quisiéramos frenar seguramente nos pasaría por encima, más vale correr a la par.
El reto para los que nos dedicamos a la educación está a la vista sobre todo cuando hacemos preguntas a los estudiantes en el momento de la evaluación. Veamos…. En la página https://chat.openai.com/chat, cualquier profesor puede registrarse y pedirle a la IA, por ejemplo, que elabore una determinada cantidad de preguntas sobre un tema que quiere evaluar y por otra parte, un alumno puede obtener una cuenta en forma gratuita y sorprenderse al obtener respuestas inmediatas y correctas a las preguntas formuladas por el profesor y solo en segundos.
Una de las formas de incluir el ChatBot como estrategia de aprendizaje y evaluación es enseñar a verificar tipo de información que nos brinda, rigurosidad académica, estructura lingüística utilizada, estilo de escritura y en función de ello emitir juicios de valor, en definitiva se trata de aprender a evaluar al ChatBot. Como tarea de evaluación de aprendizaje del alumno se podría hacer una pregunta para que el estudiante la resuelva por la IA y luego verifique la información con papers académicos que debería seleccionar en los motores de búsqueda. Esto significa que al comparar un texto con un patrón esperado, necesita conocer información, ejercitar el procedimiento de la comparación incluyendo el análisis y la síntesis para luego poder emitir una apreciación razonada.
Como otra estrategia de inclusión de IA se podría solicitar un interrogatorio del tipo entrevista a personajes del arte, de la ciencia o de la historia para lo cual el estudiante debería conocer la biografía del interrogado saber qué preguntarle y a su vez incluir otros interrogantes sobre aspectos no tan conocidos de su vida a fin de chequear luego la veracidad de las respuestas. Y se podrán completar los ejemplos anteriores, con más estrategias que, seguramente, con el uso, se le irán ocurriendo a los docentes. Estimo que sería una nueva forma de enseñar y de evaluar, a la vez que es una nueva forma de aprender y auto comprobar la eficacia de los resultados obtenidos.
A propósito de los exámenes finales que se administran en febrero tanto en secundaria como en la Universidad, sería bueno, detenernos a reflexionar para discutir entre todos y en cada institución educativa cuál podría ser la mejor forma de enseñar y aprender en el Siglo XXI.»
[1] Corriente de pensamiento pedagógico centrada en la acumulación y memorización de datos que en muchas ocasiones no aportan significatividad a los aprendizajes y menos aún a los aprendizajes complejos.
[2] Corriente de pensamiento pedagógico surgida en la segunda mitad del Siglo XX como respuesta educativa opuesta al enciclopedismo. Se centra en el desarrollo del sentido crítico. Pero desconoce que para llevarlo adelante son necesarios conocimientos previos. El resultado está a la vista, desconocimiento de lo fundamental en las diferentes materias de primaria y secundaria y consecuentemente imposibilidad de sortear satisfactoriamente la educación superior.