Si existe una definición de exploradora, esa es Tamara Diez. Desde General Villegas y con pasos por Brasil, Nueva Zelanda, Indonesia, Japón, Suecia y Noruega, la joven de 33 años probará suerte en Australia.
En su regreso a la ciudad, «Tami» pasó por los estudios de Actualidad para ser parte de «GPS, villeguenses por el mundo» y hablar de su experiencia fuera del país.
¿Por qué tomó la decisión de emigrar?
Luego de finalizar sus estudios en General Villegas, siguió la carrera de nutrición y se licenció en Rosario. Sin embargo, dijo que no obtuvo la salida laboral que esperaba, por lo que comenzó a trabajar en la venta de autos para la empresa KIA en Buenos Aires, algo que para ella era «totalmente nuevo y desconocido».
La idea de emigrar comenzó a tomar forma porque la joven tenía conocidos en Nueva Zelanda, «así que empecé a alucinar». Además «me quería ir, deseaba cambiar de aire y aprender cosas nuevas, por lo que estuve ahorrando durante un año».
Por otra parte, contó que esta iniciativa no se la comentó a su familia en un principio. La razón era porque «tenía miedo de que sus miedos e inseguridades influyeran en mi decisión».
Sin que nadie sepa nada, Tamara sacó un pasaje a Nueva Zelanda. Esta elección sorprendió a su familia: «Fue duro y es lógico, pero la decisión ya estaba tomada».
¿Cuándo y hacia dónde emigró?
La emigración tuvo lugar en marzo de 2017 con destino a Brasil, previo a su viaje a Nueva Zelanda, donde hizo su primera experiencia en un voluntariado. «Estuve dos meses en una institución de niños enseñando español y nutrición», verbalizó.
Luego invirtió en un curso de inglés que ofrece estudios por tres meses, entonces viajó a Nueva Zelanda. «Me parecía un país accesible y en el que tenía gente conocida», señaló.
A continuación aplicó una working holiday (conjunto de visados que permiten a sus titulares viajar y vivir en diferentes países extranjeros) en Nueva Zelanda, así que logró vivir allí un año y medio.
¿Cómo fueron los primeros meses de estadía?
La villeguense aseguró que al principio extrañó mucho y se hizo difícil, tanto para ella como para su familia. «Hoy en día se sigue extrañando, pero estoy feliz y mi familia comparte eso», dijo.
Luego de su paso por tierras cariocas, estuvo radicada en Auckland, la ciudad más conocida de Nueva Zelanda pese a no ser la capital.
En el primer mes conoció a Bastian, su novio francés. «Con motivo de conocer a su familia pude visitar y explorar Francia», contó.
Posteriormente viajó a una isla llamada Waiheke, la cual «está llena de argentinos». «En aquel lugar jugué al fútbol en una Liga, algo que ya había hecho cuando estaba en la Universidad de Rosario», recordó.
Luego se radicó en Wanaka, ciudad que se encuentra al sur del país, conocido por tener un famoso lago (Lake Wānaka) y un árbol que crece en el medio del agua: «Es un lugar hermoso».
La joven tenía el objetivo de ahorrar para seguir viajando por el mundo. Tan importante era este sueño que «fui trabajando de lo que sea y podía: como ayudante de cocina sin hablar inglés, limpieza en un local de helados o incluso en granjas».

Su última estadía en territorio oceánico fue en Hastings, una ciudad que cuenta con casi 90.000 habitantes y se encuentra al norte, siendo el quinto lugar más grande del país.
En líneas generales, definió a Nueva Zelanda como «un país hermoso, donde la gente es muy amable. Llegué sin entender bien el idioma y con falta de trabajo, pero el día a día te va enseñando de a poco», sostuvo. Por otra parte hizo una comparación particular de aquel país con la Patagonia argentina.
Vacaciones en Asia
Sus primeras vacaciones en el exterior fueron en Indonesia y Japón por dos objetivos: relajar la mente y ver a Bastian (radicado en el país nipón).
Algo que le llamó la atención de Japón es la prohibición de afecto público, aunque manifestó que «las culturas y tradiciones se deben respetar».
Por otro lado, comentó que Asia «es otro mundo y muy diferente a lo que yo estaba acostumbrada».
Permanencia en Suecia
En medio de las vacaciones en el continente asiático, Tamara aplicó la visa para Suecia y Noruega. Recibió una respuesta positiva de ambas partes, pero optó por vivir en Suecia, específicamente en la Isla de Gotland, donde se mantuvo siete meses.
En territorio nórdico trabajó de como persona de limpieza en un hotel, aunque previamente estuvo realizando trabajos de renovación de casa junto a su novio, quien es carpintero.
La joven no tiene el mejor recuerdo de Suecia: «No es mi lugar favorito, pero creo que todo pasa por las experiencias que tiene cada persona. En aquel país estaba con Bastian y pasaron algunas cosas que dificultaron la estadía».
Asentamiento en Noruega
En el transcurso de su frustrada experiencia en Suecia, abrieron las fronteras en Noruega. La joven ya contaba con la visa aplicada para aquel país, por lo que no dudó en probar suerte allí.
Allí pudo ver las típicas auroras boreales, aunque todavía sin un lugar de asentamiento. «En un principio habíamos ido de vacaciones, pero nos gustó tanto que tuvimos la sensación de que nos podíamos quedar», detalló.
De esta manera, Tamara y Bastian se mudaron a Tromsø, la famosa ciudad de las auroras boreales más lindas del mundo que cuenta con casi 65.000 habitantes y queda cerca del círculo polar ártico.

Por aquel entonces persistía la pandemia de Covid-19, por lo que «era todo muy incierto». Sin embargo, los dos lograron conseguir trabajo y permanecieron allí por tres años.
El comienzo laboral de la joven fue como ayudante de cocina en un restaurante, del cual terminó siendo jefa. Mientras que su novio continuó su trabajo de carpintero, ya que gran parte de las casas en Noruega son de madera.
Por su parte, explicó que el clima noruego es algo complicado: «Existe algo que se llama noche polar, que significa estar de noche por más de 24 horas, y sumado al frío se hace difícil. Todo lo contrario pasa en verano, donde hay épocas que el sol recorre el cielo en un movimiento circular casi uniforme durante toda la temporada».
Planes para el futuro
En el transcurso de su estadía en Noruega y en épocas de pandemia, la villeguense volvió a aplicar la working holiday, esta vez para Australia, pero fue rechazada. A mediados de 2022 intentó nuevamente y finalmente fue aprobada.
Por este motivo, comenzará a vivir en Australia en marzo de 2023 (comienza a aplicarse la visa) por un año, aunque tendrá la posibilidad de extensión y una nueva chance en Noruega, porque la visa dura cinco años.
Con respecto a sus objetivos en los próximos años, afirmó: «La verdad es que no sé qué pasará en el futuro, veremos qué me depara. Trato de vivir el día a día y espero que Australia me sorprenda».
¿En algún momento se arrepintió de emigrar?
A la joven se la vio convencida de su decisión de emigrar y nunca se arrepintió, aunque «no es todo color de rosas». Asimismo, confesó que hay días donde extraña mucho y se pierde acontecimientos importantes de seres queridos, «pero nunca me rendí».
A día de hoy descartó la posibilidad de regresar al país definitivamente. «Me gusta venir a visitar a mi familia y amigos, pero vivir en Argentina es más complicado», expresó.
«Hacía un año que no venía a General Villegas, el tiempo pasa rápido. En estos años volví tres veces a Villegas y en cada una de ellas se revuelven emociones por ver a los seres queridos o gente conocida. Es muy difícil volver a despedirse, pero los abrazos y el cariño me los llevo guardados», agregó.
¿Qué se extraña de la cultura argentina?
Lo que más extraña Tamara es la espontaneidad de los argentinos, la cual aseguró ser diferente a otros países, «ese pensamiento de que pase lo que fluya en el momento». También comentó que esa improvisación no se ve en Noruega y Suecia, donde son más distantes y todo es muy organizado.
«Creo que depende mucho en qué país estás y con quien te relacionas. Yo estaba en Tromsø junto a conocidos de todas partes del mundo, donde había varios latinos y argentinos», declaró.
¿Qué imagen tienen de Argentina en el exterior?
La joven mencionó que tanto en Nueva Zelanda como en Noruega se tiene un buen concepto laboral de los argentinos. «En mis experiencias siempre fuimos bien reconocidos», dijo.
Asimismo, sostuvo que la economía noruega siempre fue muy buena. Por este motivo, «hay jóvenes que nunca tuvieron la necesidad de salir a trabajar y quizá no valoran la importancia del trabajo».
Anécdotas
Consultada por los recuerdos más llamativos, Tamara dijo: «Tromsø es un lugar que está lleno de argentinos. Luego de la final del Mundial de Qatar fuimos a festejar a la plaza principal de la ciudad, que está cubierta de hielo. En medio de los festejos, llegó un cura croata y nos invitó a la iglesia, que se encuentra a una cuadra de la plaza».
Eso no fue todo, ya que aceptaron la propuesta y sucedió algo insólito: «Al llegar al lugar, el hombre nos felicitó y llevó dos botellas de vino, una de whisky y chocolates, así que nos quedamos festejando con el cura dentro de la iglesia».
Otra anécdota inusual aconteció luego de su primer mes de estadía en Noruega: «Estuvimos sin ver el sol durante cuatro meses. Entonces su aparición es tan importante que todos se reúnen para observar. Cuando lo vi me largué a llorar. Parece algo tonto, pero eso refleja lo importante que es tener algo tan simple como el sol».

Por último, rememoró un suceso no tan agradable: «Cuando se terminaba mi working holiday en Noruega, apliqué otra visa que no daba respuesta a mi solicitud. A todo esto necesitaba una recarga familiar y mental, y tenía el casamiento de mi mejor amigo, quería volver a Argentina, así que llamé a la embajada».
La villeguense no pasó lindos momentos en este transcurso: «No aguantaba más y estaba decidida a regresar aunque pierda todo, pero finalmente mis amigas me terminaron convenciendo de quedarme porque es una linda oportunidad». No obstante, un día llegó a su casa un mail con la confirmación de la aprobación de la visa, por lo que sacó el pasaje y pudo volver al país.