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jueves, diciembre 12, 2024

La desigualdad social y la salud mental | Por Alejandro Balbi*

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Otra vez la “auto-lesión fatal” fue noticia hace ya varios días en nuestra comunidad, y más allá de la indignación momentánea; el ciclo tarde o temprano se vuelve a repetir, pero dejando de lado la opinología que uno pueda tener sobre el tema, creo relevante mencionar un dato que consiguió la ciencia social al respecto, y que nunca se menciona.

Y es que hay estudios que relacionan la desigualdad social con los trastornos mentales de la sociedad

En 1998 la OMS creó el Consorcio Internacional en Epidemiología Psiquiátrica para conocer la cantidad de personas con enfermedades mentales en distintos países. Tomando sondeos similares se comparó los niveles de desigualdad con los de porcentajes de casos de enfermedades mentales, el resultado fue inequívoco: el porcentaje de población con enfermedades mentales en los países desiguales es mucho más alto.

Desigualdad no se refiere a pobreza necesariamente, puede que el país esté desarrollado con un buen nivel de vida en sus estratos sociales más bajos, pero que sin embargo exista una enorme diferencia con los más altos. Nigeria que no es un país desarrollado por ejemplo, tiene menor porcentaje de enfermos mentales que los Estados Unidos y Reino Unido. Además que este problema afecta a todas las clases sociales.

Según el estudio pareciera que la desigualdad triplica el porcentaje de personas con enfermedades mentales, puntualmente: trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo, trastornos de control de los impulsos y adicciones, además de las patologías más graves. Quitando el trastorno de ánimo, el resto (incluidas las patologías graves) se encontró muy vinculado a la desigualdad social.

Varios autores como Robert Frank, que investigan la ansiedad como problema social, indican que, la ansiedad, es la consecuencia de la tensión generada por el esfuerzo necesario para sostener el estatus en la sociedad. La situación económica generan una preocupación excesiva por los bienes. Los medios persistentemente ofrecen indices económicos de comparación social que alimentan el individualismo y generan un temor profundo al fracaso social.

En el libro “Desigualdad: Un Análisis de la Infelicidad Colectiva, de Richard Wilkinson y Kate Pickett” que profundiza estos estudios, se preguntan ¿Por qué la relación?.

El psicólogo y periodista Oliver James sugiere la hipótesis de que es un conjunto de valores el que nos torna vulnerables, y que son más comunes en las sociedades desiguales, menciona el afán desmedido de ganar dinero y poseer cosas, la necesidad de aparentar ante los demás que nuestro nivel de vida es más alto de lo que su realidad impone, la pretensión de ser famoso. Valores que según Oliver nos hacen vulnerables a la depresión, a la ansiedad, al abuso de sustancias estimulantes y a desórdenes de la personalidad. El tema también se trata en el libro “Ansiedad por el estatus”, de Alaian de Botton, y lo que el economista Robert Frank denomina “fiebre del lujo”. Independientemente de que el detonante final pueda ser otro.

Se dijo que la situación entre los jóvenes está empeorando en las últimas décadas, y por lo que leí es una situación de la cultura occidental (lo que refuerza la hipótesis de estos autores), no es exclusiva de la Argentina, muchas preguntas culturales y políticas me surgen sobre buena parte de la actual juventud. Puntualmente algunas corrientes políticas también de moda, que legitiman la desigualdad, la justifican.

Sea cuál sea la conexión correcta, lo cierto es que la relación directa existe, por lo tanto, estar a favor de la igualdad social, es estar a favor de ir a las causas de los trastornos mentales.  Al menos si es prevención lo que se busca. Muchas veces se le dice “prevención” a estar cazando las consecuencias, por ejemplo poner un teléfono a disposición (y no critico la medida, que bienvenida sea, solo expongo el punto), prevenir es lograr que no exista alguien teniendo la necesidad de llamar.

Fuentes:

-Libro:  Desigualdad: Un Análisis de la Infelicidad Colectiva, de Richard Wilkinson y Kate Pickett

*Alejandro Balbi, abogado, docente y militante político.

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