Hace unos días, y con la excusa del sorteo de un huevo de Pascua a través de un bono contribución organizado para recaudar fondos, nos visitaron la directora de la Escuela N° 27 de Moores, Karina Gianolio; y el profesor de Educación Física, Juan Pablo Urcola, junto a alumnos y la mamá de Pilar, que ofició de camarógrafa.
El sorteo estuvo relacionado «con el trabajo diario para mejorar las instalaciones y, de esta manera, también mejorar el proceso de aprendizaje de los niños, es decir, hacerlo con mayor calidad», expresó la directora.
Para eso, la Asociación Cooperadora de la Escuela N° 27 y el JIRIM (Jardín Infantil Rural Matrícula Mínima) N° 8 organizó un bono contribución de 200 números «para solventar un gasto que teníamos pendiente de instalación de aires», explicó.
Gianolio manifestó que «este verano realmente fue muy difícil para la mayoría de las escuelas. Recibimos un ventilador gestionado por el profesor Juan Pablo Urcola y que llegó gracias a Daniel Braconi, quien muy amorosamente nos donó un ventilador. El jardincito tenía uno. El año pasado la directora anterior, Rocío Guidi, había conseguido la donación de un aire acondicionado para el jardín y este año la Cooperadora, con muchísimo esfuerzo, adquirió uno más para la escuela.»
No se logró poner en funcionamiento todavía porque la instalación tiene un costo importante que deben cubrir, aunque «todo lo que es electricidad queda a cargo del Consejo Escolar», señaló la docente.
«Es un trabajo cooperativo y de una comunidad como la de Moores, muy presente. Las escuelas rurales tienen la dicha de que somos una familia grande, una gran familia. Nos vemos todos los días, nos tratamos con calidez, nos contamos las cuestiones personales», agregó.
Hace unas semanas, las mamás y papás que pudieron, «prepararon la tierra para un proyecto de huerta. Este año, la directora del JIRIM es Analía Ponce y, como parte de la articulación, tenemos un proyecto de huerta orgánica, mediante el que los niños aprenden y trasladan a la familia. Tiene que ver con pedagogía, salud, bienestar, ecología. Realmente estamos muy contentos, porque en uno de los proyectos que se nos ocurren y que tenemos ganas de hacer, está la familia dándonos una mano. Somos pocos, pero valemos un montón», afirmó Karina Gianolio.
Para el profesor de educación física Juan Pablo Urcola, «cuando uno llega a la escuela de campo y recibe el cariño y las ganas de chicos que, en su mayoría, no tienen la posibilidad de tener una actividad física durante la semana como sucede en los pueblos, se llega siempre con muchas ganas de trabajar.»
La Escuela rural N° 27 de Moores tiene siete alumnos en el nivel primario y tres alumnos en el JIRIM N°8.
En su gran mayoría, las escuelas rurales son escuelas unitarias, es decir que «nosotras cumplimos la función de director, pero somos único docente y, al mismo tiempo, somos secretarias, porteras, psicólogas y grandes acompañantes. Somos una familia numerosa y trabajamos de esa manera en el aula con el pluriaño», apuntó Karina.
Además, contó que los chicos «saben esperar sus tiempos, como la de Juan Pablo, los días lunes que les da educación física; de Cecilia Guzmán, que es la profesora de arte, los días miércoles; y de Paula Montesano, que es nuestra ‘profe’ de inglés y que trabaja con los niños de segundo ciclo.»
La directora aseguró que «tenemos una institución hermosísima y esperamos que se logre la jornada completa para las escuelas rurales. Es la gran expectativa, porque es la manera de defender las escuelas y que los niños estén donde tienen que estar, aprendiendo en forma integrada el tiempo necesario, garantizando un desayuno, una merienda, un almuerzo, pero especialmente contenidos, saberes, educación de calidad.»
«Yo soy maestra rural por elección. Es el ámbito que me gusta. Necesita de otro esfuerzo, de otra dedicación, pero nos da muchas alegrías», dijo finalmente Gianolio.