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jueves, noviembre 21, 2024

«Si estamos tan desprotegidos, uno tiene que buscar la forma de protegerse»

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«Cualquier robo, sea de la magnitud que sea, genera una sensación importante de vulnerabilidad, por el simple hecho de que entraron a tu casa. Te tiene que pasar para darte cuenta que es como que comenzar a vivir una vida nueva», así comenzó María Laura Cañete el diálogo con ACTUALIDAD respecto a lo ocurrido este sábado por la noche en su casa, ubicada en el acceso Centenario de General Villegas.

Ni ella ni su esposo, Omar Santiago, estaban en la vivienda. Habían salido, por separado, a compartir una cena con amigos. Se fueron alrededor de las 22 horas. Omar regresó a las 0.30 y encontró el sector del vestidor y la habitación del matrimonio, revueltos. Se comunicó con su mujer y de esa manera comenzaban ambos un amargo domingo.

Laura es arquitecta, «un trabajo por el que estoy en permanente contacto con mucha gente, en la calle; y jamás viví la sensación de que me iba a pasar algo, nunca pensé en la maldad que puede haber. Ese es el dolor más grande que tengo. En estos días he pasado por varias sensaciones, cada día es una cosa diferente y te transforma como persona. Es muy impactante», expresó.

Aún en medio del impacto por lo ocurrido, hubo que comenzar a ordenar el gran desorden ocasionado durante el robo. «Nosotros empezamos como a peritar y pensar cómo pudo haber pasado. Uno se da cuenta la carga de violencia que hay en todo esto y eso me choca», manifestó.

En su relato, Laura dijo que «nuestra casa, como la mayoría de las que están en el acceso Centenario, que son de determinado porte, da la sensación de que ésta es una zona muy cubierta y no es así. Estamos muy desprotegidos, porque lindera con un terreno que ha sido rural y que hoy en día no se puede explotar. Entonces son grandes extensiones que no tienen ningún tipo de alumbrado. Además, hay una parte de avenida Chassaing que tiene una gran desprotección de quienes no deberían cuidar un poco. No se ven patrullas ni guardias; y los fines de semana es un descontrol con el tema de las motos. No se cuida nada».

En este contexto, «todos estos terrenos ubicados al fondo son tierra de nadie. Ha habido pequeños hurtos y los vecinos estamos alertas. En nuestro caso, cortaron el tejido perimetral exactamente detrás de un árbol».

Para Laura, quien cometió el robo «ha estado en la casa y la conoce. Y sino ha brindado algún tipo de información respecto a cómo son las aberturas y cómo se puede entrar, desde el momento en que veo cómo retiraron un vidrio y subieron a la planta alta por un balcón, sin escalera. Sabían como sacar el vidrio y que acá hay un dormitorio. En la planta baja no estuvieron».

En la habitación encuentran una importante suma en dólares y a partir de ahí «empiezan a sacar y desarmar todo, pero con un nivel de locura absoluto. Se llevaron el dinero y pertenencias. Ahora nos vamos cuenta de lo que robaron, fundamentalmente ropa de Omar, muy seleccionada. Camperas inflables de color negro, zapatillas nuevas, gorras, algún buzo, chombas, un perfume importado. Ropa de mujer muy poca», detalló.

Algunas pertenencias e inclusive dinero perdieron en el camino, cuando se fueron de la casa, «hacia la parte de atrás, donde está la feria vieja, cruzan ese campo que es un aguantadero y habrán tenido ahí algún vehículo como para irse», estimó la arquitecta.

La profesional supuso que los autores del robo no tenían el dato del dinero que había en la casa. «Creemos que se lo encontraron de manera sorpresiva y después empezaron a romper cosas, seguramente buscando más», sostuvo.

Comentó que «hace dos meses estamos haciendo trabajos de reparación en la casa». Y si bien aclaró que «no estoy diciendo que hayan sido quienes estaban trabajando, se escuchan cosas. Uno a veces contrata a alguien de absoluta confianza, pero esa persona a su vez contrata gente y uno no tiene control de todo. A mí esto me duele muchísimo porque yo me dedico a esto».

La policía estuvo en el lugar. El matrimonio radicó la denuncia y la fueron ampliando, cuando fueron advirtiendo otros elementos que faltaban en la vivienda. «Pero nadie de Seguridad del municipio nos ha llamado», dijo.

No descartan que ambos fueron observados por los delincuentes antes de entrar a la vivienda, «porque Omar se fue alrededor de las 21.30 horas y yo a las 22. Él volvió 0.30 y las luces de la planta alta estabas prendidas, nosotros las habíamos dejado apagadas. Creemos que cuando él llegó todavía estaban en la casa, por cómo dejaron algunas cosas; y si los hubiera encontrado adentro esto podría haber sido peor», manifestó.

La alarma de la casa estaba desactivada «lamentablemente», se lamentó Laura. Y no hay cámaras. «Habíamos preferido que no, no queríamos vivir de ese modo, pero indudablemente empezamos a pensar que si estamos tan desprotegidos, uno tiene que buscar la forma de protegerse. Habrá que aprender a vivir con esto», sostuvo.

La arquitecta mencionó, a su vez, «cómo van cambiando las sensaciones cuando uno es víctima de este tipo de cosas. Primero es el impacto, después tristeza. Nosotros tenemos a nuestros tres hijos estudiando, es nuestro mayor proyecto y lo que nos sustrajeron tenía un fin, que para nosotros es enorme, que es su educación. Entonces uno empieza a tener bronca. Son cosas muy negativas para uno y hay que empezar a transformarlo de alguna manera. Te conformás con que uno no estaba, que estamos íntegros, trabajando; y lo seguiremos haciendo. El dinero va y viene, como se dice, pero da mucha tristeza saber en la sociedad que uno está; y que esto probablemente se ponga peor».

«Uno siente desamparo como vecino y las cosas se tienen que poder hacer de otra manera, cuidar, controlar. Yo soy nativa de esta ciudad, la amo, trabajo acá, crié a mis hijos, entonces la tristeza se potencia. Cómo no se puede cuidar a la gente que elige esta ciudad para vivir. Esto se ha transformado en tierra de nadie en muchos lugares. Nosotros somos hoy las víctimas, pero sabemos de la inseguridad permanente, que no se puede dejar nada afuera porque se lo roban. ¿Dónde está la seguridad? No hay o es ineficiente», agregó.

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