Laura Carelli amaba la vida. La amaba tanto que la quiso vivir hasta el último momento bajo sus códigos, tirando de las riendas de su tiempo hasta el final.
Dueña de un gran histrionismo, podía ser cantante en una obra de teatro o dirigir el coro de la parroquia. Amaba la música y por eso, vestir el delantal para ser la seño de música del jardín era una de sus grandes pasiones.
Integrante de una de las familias tradicionales de Villegas, durante años acompañaron con su hermana Silvina a su papá en la casa de materiales de construcción El Corralón.
Participó de cuánta comisión la necesitara, porque siempre encontraba algo más para dar.
Fue concejal durante la gestión de Gilberto Alegre y formó parte del bloque del Frente Renovador ya en la gestión de Eduardo Campana, como oposición.
Laura era de las que siempre estaban, de las que tienden una mano, ofrecen un abrazo y acercan el oído a los que necesitan ser escuchados.
Creía que siempre hay palabras para superar cualquier diferencia de opinión y estaba convencida de que hay esperanza, que las cosas siempre pueden cambiar.
Amiga de sus amigos, compañera de sus compañeros, hermana incondicional, hija inseparable de su mamá Chana y mamá orgullosa de su hijo Santiago.
Laura no tenía miedo de morir, porque amaba vivir. Nos van a faltar sus paquetitos de lemon pie, un té con miel, su parada durante alguna de sus caminatas y su sonrisa.
Fue una mujer imperfecta, como deben ser las mujeres que nunca dejan de perseguir sus sueños y por eso, vamos a extrañarla tanto.
Su muerte tan prematura deja mucha tristeza, pero no puedo menos que sonreír al pensar que eligió cómo vivir hasta el último instante. No dejó que una enfermedad la dirigiera. Optó por continuar sin tomar decisiones que para ella representaban agresiones, con la aceptación de un proceso natural que solo es la transformación hacia algo que está más allá o más acá, pero que es algo en lo que ella creía fervientemente.
Teníamos varios libros en común, pero hubo uno que leímos casi al mismo tiempo: «Muchas vidas, muchos maestros» de Brian Weis.
El autor escribió entre tantas otras cosas que «nos preocupa horriblemente nuestra propia muerte; tanto que, a veces, olvidamos el verdadero propósito de la vida.»
Laura tuvo un propósito y estoy segura que habrá alguien más que lo mantendrá vivo por ella.
Hay que celebrar haberla tenido cerca. A sus seres queridos, nuestro más profundo abrazo y una oración en su nombre.