Las urnas finalmente hablaron. Consagraron como ganadora a la fórmula de Massa y Rossi. Guste el rugido tigrense o no, es un triunfo de la democracia. Sin embargo, no nos liberó de una tercera visita al cuarto oscuro en lo que va del año y del bodrio de un nuevo debate. He aquí la cruel derrota.
Resumen: Ganamos, perdimos, igual nos divertimos. Porque conmovernos por el 40% de pobreza y una inflación desbocada no tiene el más mínimo sentido, tampoco observar con preocupación y F5 cómo cambian los precios de un estornudo a otro. «Yafuetodo» como respuesta universal.
La presidencia de Alberto Fernández no será recordada por buena ni mala. No será recordada. Ponerle una cara al fracaso será todavía más difícil por la sencilla razón que ninguno dice ocupar el cargo que ocupa. Nadie es quien dice ser, pero saborean golosos los millones que se amontonan el primero de cada mes.
En un encendido cruce de bastos, oros, copas y espadas Mauricio, Patricia y Horacio desconfiaron hasta de ellos mismos y dinamitaron la coalición cambiemita. La lucha anticorrupción no garpa; las miserias individuales, menos. Anunciaron el final del kirchnerismo y no hicieron más que reanimarlo.
¿Qué nos queda? Caretear una felicidad caperucitesca mientras el lobo se babea ya sentado entre velas en pleno bosque.
* Villeguense. Periodista. Analista de Asuntos Públicos en Farmacity.