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martes, octubre 21, 2025
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Cintia López, una villeguense de fierro que recorrió Europa con su humildad y sencillez

Nos abrochamos cinturones, despegamos, cruzamos el Océano Atlántico y llegamos al destino de la cuadragésima historia de «GPS, villeguenses por el mundo», bajo las órdenes de Esteban Mutuberría.

La protagonista de este nuevo relato es Cintia López, que actualmente radica en Merlo, provincia de San Luis, pero que vivió muchos años, hasta hace poco tiempo, en Francia. Casi una década afuera de la tierra que la vio nacer y miles de recuerdos, anécdotas y aventuras por contar a sus 38 años de edad.

Egresada del Colegio «El Nacional», la escuela secundaria número 7, trabajó en la ciudad en Gestoría del Automotor, donde vendía autos en Bunge y Río Cuarto, hace ya diez años.

La relación que comenzó su aventura

En medio de una gran estabilidad económica y personal, Cintia conoció a un chico francés (su actual pareja) por medio de una amiga, que se alojaba en un hostel. «Nosotros empezamos a chatear por internet, pero nos dejamos de hablar por muchos años. Después de un buen tiempo, retomamos conversaciones por Facebook, él quería perfeccionar su español y yo lo ayudé», dijo.

Por su trabajo, el joven se alojó en Brasil y aprovechó su tiempo para dar una vuelta por Argentina. Se conocieron en Buenos Aires, previo a un mini paseo del francés por General Villegas.

Fuerte decisión y sorpresa

Pero la historia siguió y Cintia visitó a Luck en Francia, donde estuvo por tres meses, para posteriormente terminar de asentarse en el país galo. «Hice cursos del idioma a un precio accesible, porque de lo contrario me mantenía incomunicada», explicó.

En cuanto a de qué manera tomó su familia esta decisión, detalló: «Siempre es un poco chocante, sobre todo porque era una relación para conocernos. Ni yo me imaginaba quedarme allá».

La villeguense retornó al país luego de tres meses en Europa, debido a que se agotó la visa de turismo. Pero renovó este camino junto a su novio en Francia por tres meses más. «En este tiempo me decidí a ir definitivamente, porque en un principio pensé que el que iba a venir era él», afirmó.

En el desarrollo de su vida por Francia, Cintia tuvo la llegada su primer hijo; Nehuén, de seis años de edad. «Le pusimos ese nombre porque tiene un significado importante en Francia, aunque el nombre en cuestión es más argentino, para que tenga una conexión con mi país. Por ahora él es mitad Francia y mitad Argentina, después se tiene que decidir», subrayó.

Proceso de adaptación

El principio de la vida de Cintia en Francia «fue deprimente», por las complicaciones que conllevó acostumbrarse al clima, más específicamente al frío. «Hace frío, llueve mucho y el cuerpo lo siente. Es una zona húmeda importante, los bosques provocan eso también», añadió.

Otro factor que se hizo complicado de asimilar fue el tema de los horarios: «Allá se hace todo de corrido, cierran muy temprano y yo quería salir. Alrededor de las 19 horas ya no hay nada abierto». Pasado seis meses desde su asentamiento, la joven no tuvo mayores inconvenientes con la parte del idioma. «Hice muchos cursos y me pude comunicar».

Cintia confesó que durante su adaptación al país y su cultura, habló en más de una oportunidad sobre la posibilidad de volver a Argentina, o cambiar de región. «Hubo momentos difíciles porque uno no tiene los mismos hábitos. El francés, a diferencia del español o el italiano, es un poco más distante. Lo que facilita este tema es conocer a otros latinos de diferentes realidades».

Lo que más extrañó a diario de nuestro país es la espontaneidad de la gente: «No existen esas visitas sin previo aviso, es todo mucho más protocolar. Para ver a alguien hay que ponerse de acuerdo antes».

A su vez, contó que cuando quedó embarazada, ese sentimiento de extrañar al país se acrecentó. «Fueron épocas donde no podía escuchar un tango que me largaba a llorar, era imposible, al igual que al escuchar una canción de rock nacional», dijo.

Con esta chance inmensa que se presentó en su vida y gracias también a su pareja, la villeguense pudo recorrer varios países y ciudades míticas de Europa como París, Inglaterra, Polonia, Bélgica, Alemania, Grecia y España, entre otros. «En mi adolescencia se me habría ocurrido esta vida, pero no a tanta escala», dijo entre risas.

Vida laboral

La cuestión más difícil fue la laboral. «Yo quería trabajar, pero al ser extranjera se hizo complicado. Por eso me recomendaron realizar una orientación profesional en el Instituto de Francés. Con mi experiencia y más estudio, hice una especialización en atención al cliente a distancia», mencionó.

Luego trabajó en una cadena de tienda de ropa, en casas de electrodomésticos, como secretaria en una empresa de venta de energía renovable y en una compañía de robótica submarina, en la parte de contadora.

El fránces en lo social

Cintia reconoció que tuvo la suerte de vivir en una de las mejores regiones en cuanto a lo social. Pese a ser muy «reservados», el local tiene su «propia identidad cultural».

Son personas distantes al principio, pero a medida que van tomando confianza comienzan a ser sujetos agradables y cariñosos. «Son los más conectados con la tierra», aseguró.

La visión que tienen los franceses de los argentinos pasa, en gran parte, por la economía. «Muchos me han dicho y preguntado si en Argentina hay dinero. Ellos también reciben la información sobre la crisis que atraviesa nuestro país».

¿Por qué retornó a Argentina?

Cintia comentó que por diversas cuestiones, como la educación, la salud y el clima, comenzaron a abrirse a distintas posibilidades de mudanzas. «En un primer momento tuvimos intenciones de asentarnos en otras regiones de Francia, pero era más de lo mismo. También miramos España y otros países que nunca nos terminaron de convencer», dijo.

Hasta que se tentaron con la opción de Norteamérica, puntualmente México, tras haber conocido a una chica mexicana. «Ella vivía allá y nos gustó la propuesta», indicó.

Pero ese mismo mes, llegó la noticia de que el tío de Cintia se estableció en Merlo, provincia de San Luis, por lo que la idea de Argentina también se sumó a los planes. «No nos costó mucho decidir volver a mi país, para que mis papás también puedan disfrutar de su nieto. Nehuén es chiquito y el tiempo pasa rápido. Es lindo estar cerca de la familia y los amigos, porque siempre reconfortan», expresó.

El que se tuvo que adaptar ahora fue su pareja, que llevó -y lleva- muy bien esta cuestión, por haber conocido a mucha gente que lo ayuda a sentirse cómodo y a gusto en el país. De todas formas, Cintia tampoco escapó de esta adaptación ya que, después de casi diez años en el exterior, el país no es el mismo desde su emigración, allá por 2013.

Planes para el futuro 

Cintia se refirió a sus proyectos a corto plazo y dijo que, por un tiempo, su vida y la de su familia estará en Merlo. Lo posterior a este tiempo en San Luis es una incógnita, porque muchas cosas pueden suceder.

Ante cualquier propuesta que pueda surgir, explicó: «Ahora uno se adapta a cualquier cosa. Todo depende de nuestro hijo, de nuestras decisiones como pareja, e individuales también. Que todo acompañe, porque es un equipo».

Mucho tiempo ha pasado desde que Cintia se subió a ese avión para despedirse de sus tierras. Casi una década en Francia, un país que la trató de maravillas, donde conoció a su pareja y acogió la llegada de su hijo.

Pero casi sin saberlo, nada era como su país y ese sentimiento fue aumentando cada vez más. Lugares hermosos, en cuanto a paisajes, economía y sociedad hay muchos, pero ninguno como el país que la vio nacer. Una historia de vida fascinante que nos deja una enseñanza a valorar lo propio, a querer lo nuestro.