El martes, el sol cayó en El Talú mientras ADERID, celebró con las familias los 25 años de trayectoria en la comunidad de General Villegas.
Sumado a ese festejo de los 25 años con las familias «también hicimos el cierre anual con la presentación de la obra de teatro de los chicos del Centro de Día del turno mañana», en lo que según afirmó la directora de Aderid, Analía Campana, fue la última puesta en escena de este musical que los llevó a la final de los Juegos Bonaerenses, a presentarse en la Cena de las Bodas de Plata, entre otras invitaciones.
Los actores brillaron, como cada vez, con una emoción y una espontaneidad únicas, pero que denota un gran trabajo de mucho tiempo.
El precio se vio repleto de pacientes, familias e invitados para disfrutar también de una performance preparada por Romina Costa, profesora del taller de danza, en la que fue acompañada por alumnas de CEM.
Según expresó Analía Campana, «hicieron una coreografía muy linda, con mucha energía» y destacó además la participación de Areté, de Gastón Farías, quien trabaja en la institución y tuvieron a su cargo el cierre del evento.»
Por otro lado, señaló que «fue una noche muy emotiva, porque contamos con unas palabras muy bonitas de Raquel Piña, que es mamá de Aderid, que escribió una hermosa carta por los 25 años sobre lo que significa una institución que atiende a pacientes con discapacidad y sus familias, y todo lo que hizo implica.»
Otro de los momentos más sentidos radicó en el hecho de que «hace unos meses, la empresa de decoración de Martha López junto con los papás de Valentina, quién falleció luego de una larga enfermedad, eligieron a Aderid para recordarla en día de su cumple y en el aniversario de la empresa, ya que ese había sido su primer evento», manifestó Analía.
“Fue muy emotivo. En un año de mucho dolor, la recordamos con amor y los familiares y amigos pudieron transformar ese dolor en una acción social muy hermosa. Estamos muy contentos porque nos regalaron unos bancos preciosos llenos de color y de mucha vida, para que los chicos en la colonia puedan disfrutar de sus meriendas, de sus desayunos, de juegos y de todas las actividades», aseguró.
Añadió además que «también nos trajeron unas plantas preciosas para decorar y muchos amigos donaron parte de la comida.»
Finalmente, la directora de Aderid destacó que «tuvimos un evento muy bonito con una cantina que trabajó mucho y estamos todos realmente muy felices.»
Las palabras de Raquel Piña de Fábregues, mamá de Rodolfo
Hace veinticinco años nacía Aderid en la casa contigua a la mía, allí nomás, detrás de la medianera.
Para los que teníamos hijos especiales que no tenían cabida en las instituciones existentes entonces, se abrió de par en par una puerta a la esperanza.
Poco a poco el proyecto original fue creciendo sin prisa y sin pausa, como todo lo que se construye sobre cimientos fuertes, cimientos de humanidad amasados con perseverancia, objetivos claros, amor por los destinatarios de tanto esfuerzo y la valentía necesaria para insertarse en la comunidad sacando a la luz a nuestros hijos muchas veces invisibles.
Aderid nació como manifestación de los valores que en estos momentos tambalean, es la clara respuesta de que sí se puede cuando se cree en lo que se hace, y se hace a veces mucho más de lo.que se soñó, siempre pensando en ir más allá, porque en el horizonte está la felicidad de muchas familias como la mía, que encontraron allí su lugar de cuidados, de encuentros enriquecedores, de abrazos fraternales sobre problemáticas compartidas que aliviaban la carga llegando al corazón.
En ese ambiente tan exquisito mi hijo Rodolfo, más conocido como el Negro y concurrente decano de Aderid, pasó de adulto joven a señor de la tercera edad conservando su sonrisa o sus rabietas habituales y amando tanto como el resto de la familia el espacio que le brindó una vida distinta, mejor.
Vaya mi agradecimiento a los gestores de este milagro, integrantes de la primera comisión que tuvieron que luchar contra molinos de viento y a los que desde entonces hasta ahora han sabido recoger la cosecha y volver a sembrar cada vez un poco más, cada vez con mayor esperanza.
¡Felices Bodas de Plata!