El Comité General Villegas participó del plenario general de la Juventud Radical de la Cuarta Sección Electoral, cuya sede recayó en Chacabuco.
El cónclave, organizado por la Juventud Radical de ese municipio, ofreció también una charla del reconocido politólogo Andrés Malamud.
Por General Villegas estuvieron María Laura Sotelo, Santiago Urchipía, Darío Valle, Marcelo Sotelo y Horacio Salega.
La charla debate se vio enriquecida por los aportes que realizaron distintos dirigentes de la región y la provincia, entre los que estuvieron el senador Agustín Maspoli; el intendente de Tres Lomas, Luciano Spinolo; y el exministro de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, Horacio Barreiro.
«Se resaltó la necesidad del diálogo constructivo, la valoración y el respeto de la diversidad de opiniones, que serán los instrumentos que canalizarán los acuerdos que permitirán sacar a la Argentina del difícil momento que atraviesa. Se discutió acerca del rol que tiene el radicalismo en la coyuntura actual y su proyección hacia el futuro», le dijo a Actualidad Santiago Urchipía.
«También se hizo hincapié en la defensa de los valores de la democracia y la república, como piedras basales de cualquier política que quiera proyectarse, ya sea que sean éstas ortodoxas o heterodoxas. Finalmente, a modo de reflexión final, se recordó al filósofo italiano Gramsci cuando indicaba que frente al pesimismo de la razón, es necesario sobreponer el optimismo de la voluntad», agregó.
«El mundo que viene es un mundo en el que Argentina tiene lugar; en el actual, es irrelevante»
En su conferencia, sobre el tema ‘La Argentina que se viene’, Malamud destacó que «la cuestión de a dónde va Argentina es importante teniendo en cuenta que no solo importa Argentina, sino el destino. Lo que se generó en la charla es que el mundo que viene es más amable que el que hoy hay, y lo será por razones paradójicas. Es un mundo conflictivo y en él Argentina tiene oportunidades; por ejemplo, está lejos de zonas de todas las zonas de conflicto geopolítico, y tiene mucha producción para alimentar a personas que, en otros lados, están sufriendo penurias. El mundo que viene es un mundo en el que Argentina tiene lugar; en el actual, es irrelevante. Vamos a tener más importancia si hacemos las cosas bien; una oportunidad no es una garantía de concreción, depende de si nosotros si la aprovechamos», reseñó en diálogo con De Hoy, el periódico local.
«La política se compone de dos elementos: el conflicto y la cooperación. El conflicto se manifiesta sobre todo en las elecciones: uno compite con el rival. La cooperación lo hace cuando gobierna, uno necesita del rival porque las leyes son para todos, las normas son para todos, gobierno y oposición. Lo que tenemos ahora es un gobierno que sigue en modo elección, que sigue generando, buscando y viviendo el conflicto. Hay dos posibilidades: o cambia el manual de la política y el conflicto se muestra constructivo, o se rompe. Lo que existe es la posibilidad de que el Gobierno aprenda y por lo tanto pase de la etapa de conflicto a la de cooperación, en lo que la oposición también tiene que colaborar», planteó Malamud.
En cuanto al futuro de la UCR, señaló: «El radicalismo sufre la paradoja del éxito. Es un partido que nació en 1890 para defender el sufragio, porque no se votaba, las élites elegían el gobierno. El radicalismo democratiza el país, se rompe la democracia en el 30 y la UCR lo redemocratiza en 1983. Argentina ya tiene democracia, el producto que venía ya fue vendido, ¿qué vende ahora? Le falta el contraste con el peronismo, que vende justicia social. El peronismo es un partido fracasado porque la justicia social es hoy más necesaria que cuando surgió el peronismo. No consiguió proveer justicia social, por eso la paradoja es ‘el peronismo sigue siendo necesario u el radicalismo no, porque triunfó’. Esto es en términos brutos, en términos sutiles, los partidos se conforman y evolucionan a lo largos del tiempo».
«El radicalismo, como representante de las clases medias, sigue teniendo mucho para dar –agregó–. La institucionalidad sigue siendo necesaria para que la economía prospere; las democracias son más ricas que las dictaduras. Hay veces los riesgos en la democracia vienen de dentro de ella; y el radicalismo tiene la función de seguir garantizando que la democracia sea un componente del desarrollo. El futuro es el desarrollo, a la democracia ya la conseguimos».
«Lo más interesante de esto es que Milei sostiene que la Ley Ómnibus es fundamental para reforma la política y el DNU para regular la economía, pero que él puede bajar la inflación sin ninguno de los dos. La prioridad número uno de los argentinos es bajar la inflación. Si Milei consigue hacerlo sin decreto ni ley, se va a tornar tan popular que va a conseguir pasar ambos. Si tiene razón y no necesita decreto ni ley, proceda, señor Presidente’, concluyó Malamud.