«GPS» mueve sentimientos en cada uno de los villeguenses. El programa llegó a su edición número 61, pero sigue emocionado como el primer día, a través de las aventuras e historias de los protagonistas.
En esta oportunidad, quien nos cuenta su propio relato es bungense. Estamos hablando de Amaia Yeregui, una joven de 28 años que emprendió nuevos sueños e ilusiones del otro lado del mundo.
Con vida en Australia, nos atiende el teléfono desde Nueva Zelanda, con una diferencia horaria de doce horas. Otro testimonio lleno de valentía y convencimiento de una de las nuestras, en otras tierras. Bajo la conducción de Esteban Mutuberría, «GPS» llega a cada hogar de nuestra ciudad.
Primeros pasos
Una de las primeras expresiones de la joven en GPS fue: «Orgullosamente soy bungense». Es que nació en 1996 y vivió hasta el final de su adolescencia en «tierras tamberas», antes de comenzar sus estudios en 2014.
El próximo destino fue Buenos Aires, dónde estudió Contabilidad y Composición Coreográfica. Comenzó las dos carreras, pero con la idea de trabajar lo más pronto posible para poder ahorrar dinero y viajar por el mundo.
Sin embargo, los tiempos no le dieron para estudiar dos carreras y trabajar al mismo tiempo, por lo que optó por abandonar Composición Coreográfica. «La danza me llena como un hobby, pero no a nivel profesional», dijo al respecto.
Siguió con su estudio en la Universidad de Buenos Aires (UBA), más específicamente en la Facultad de Ciencias Económicas. Gracias a estos conocimientos, pudo obtener trabajo y comenzar a forjar ilusiones. Con el dinero conseguido, decidió invertir en dólares, que en ese momento estaban a un valor mucho más bajo que en la actualidad.
En el transcurso conoció a Nicolás Erro, su actual pareja, quien ya pasó por los micrófonos de GPS. En ese momento, el joven estaba finalizando su carrera, mientras que Amaia apuró los tiempos y terminó sus estudios un año antes.
Una nueva vida en el exterior
No hay punto de inflexión en las ganas de Amaia de viajar por el mundo, sino que es un sentimiento que lo mantiene desde muy pequeña y siempre llevó consigo, hasta que se decidió junto a Nicolás.
«Tengo pantallazos de estar en la cocina de casa, de pequeña, y ver los fuegos artificiales en Sydney. Soñaba con eso y me llamaba la atención desde un lugar de curiosidad. Australia siempre fue el objetivo, pese a que me gusta Europa», recordó. Este sueño comenzó a tomar fuerza cuando vivió en Buenos Aires.
Amaia fue parte del grupo que representó a nuestro país en el Ballet Malambo Argentino. Ante esto, dijo: «Aún lo vivo con nostalgia. El grupo fue hermoso y la experiencia muy rica. Estuve en la gira de Italia, Bulgaria, Rumania, Serbia, Holanda y Bélgica. Es un recuerdo que no me olvidaré jamás y de la cual estoy agradecida. Tuvo un papel importante en mi deseo de seguir viajando».
Un sueño cumplido
En estos momentos, Amaia se encuentra de visita por Kingston, Nueva Zelanda, donde vive su pareja, con quien convive hace nueve años. No obstante, su vida está en una isla al sur de Tasmania, un estado de Australia. Vive en este país desde hace ya cinco años.
Tasmania es la isla número 26 por extensión del mundo, junto a más de 300 pequeñas islas adyacentes y se localiza a 240 km al sureste del continente, separada por el estrecho de Bass. A su vez, es el estado menos poblado de Australia. Sin embargo, el lugar en cuestión donde vive Amaia es Hobart, una pequeña ciudad natural que es considerada uno de los lugares más bonitos del mundo, caracterizada por el frío, la naturaleza y sus playas, ubicada al sur de Tasmania.
Si bien actualmente se encuentra en Tasmania, al principio fue Byron Bay su lugar de destino. Éste es uno de los lugares más famosos de Australia. Un pueblo hippie que se encuentra en la región norte del estado de Nueva Gales del Sur y es conocido por su ambiente relajado, sus playas increíbles e ideales para practicar surf y su estilo de vida alternativo. En verano, atrae a una gran cantidad de visitantes de todo el mundo.
Allí se mantuvo siete meses, antes de mudarse a Queensland, al norte de la costa este australiana. Este sitio es el segundo estado más grande de Australia. Ocupa aproximadamente 23% del continente en el noreste y comparte fronteras con Nueva Gales del Sur, Australia Meridional y el Territorio del Norte. Los habitantes de Queensland tienen fama de vivir un estilo de vida al aire libre. El estado es apodado el Estado del Sol por su fantástico clima.
«Estamos contentos porque la situación de mi novio ha mejorado mucho en cuanto a lo laboral y las oportunidades. Se hace difícil convivir a la distancia, porque no solamente era separarnos como pareja. Pero lo fuimos llevando y ahora estamos felices», dijo la joven.
Proceso de adaptación
Al momento de tomar la decisión de partir, Amaia comentó que la respuesta de su familia fue positiva, ya que se lo tomaron con calma y sin sorpresa, teniendo en cuenta las metas que la joven propuso para su vida. «Los viajes siempre estuvieron bastantes presentes en mi familia. Estoy muy feliz con ellos porque me criaron con los valores de libertad y nunca pusieron trabas en mi camino», aclaró.
Si bien el exterior al país le generaba curiosidad e incertidumbre, la joven declaró que no le despertaba demasiada expectativa. Sin embargo, aseguró que «Australia es un país hermoso, al cual le tengo muchísimo cariño después de algunos años. Las playas, la gente y la forma de vivir, es lindo; y cumplió con mis expectativas».
Pese a que cumplió un sueño pendiente y está feliz con su decisión, Amaia reveló que en más de una oportunidad se le cruzó por la cabeza la idea de abandonar el barco y volver a Argentina. «No todo es color de rosa. Todos los países tienen cosas lindas y malas. En este caso, pasamos por todos los puntos posibles. Los últimos años fueron duros y sufrimos bastante, fue tremendo. Se extrañan muchas cosas», agregó.
Existen muchísimas diferencias entre las culturas argentinas y australianas, pero las que más impactaron en la cotidianidad de los jóvenes fueron la soledad con la que vive el australiano, la gastronomía, el idioma y la poca abertura social en comparación con nuestras costumbres. En contrapunto, mencionó que lo que más extraña es la espontaneidad del argentino.
Un tema que afectó tanto a Amaia como a Nicolás es la actual distancia con la que conviven. Esta decisión fue muy difícil para ambos, pero tiene su razón: «Lo que sucedió es que yo estaba cerca de conseguir, después de mucho esfuerzo, los papeles de la residencia australiana. Entonces, bajar los brazos era tirar todo a la basura. Todavía no sabemos hasta cuándo viviremos así, aunque esperamos tener una respuesta para mediados de este año».
Vida laboral
Es una frase hecha la de: «No hay nada cómo trabajar de lo que a uno le gusta». Ese término es una realidad en la vida de Amaia, quien trabaja en la actualidad como contadora, en una empresa que vende ensaladas.
«Estoy en la parte contable, lo cual me permite trabajar incluso a la distancia por medio de la computadora. De lo contrario, se complicaría mucho. Amo el home office», sostuvo. El home office o teletrabajo es la modalidad laboral en la que un empleado trabaja desde su casa de forma online y no en la empresa.
Planes para el futuro
Claro que después de vivir varios años en Hobart, Amaia le tomó un cariño especial a la ciudad. Ante la pregunta sobre una posible vida definida allí, respondió: «Estoy muy feliz en esta ciudad y se ganó mi corazón. Pero a medida que pasa el tiempo y voy conociendo otros sitios, me voy dando cuenta de que no existe un lugar en el quiera vivir por el resto de mi vida».
La idea es que el punto fijo siga siendo Australia y se convierta en una base para las aventuras viajeras que desea llevar adelante la pareja. Si bien todavía hay varias cuestiones por resolver en este sentido, la bungense confesó que le gustaría conocer lo más pronto posible la ciudad de Mallorca, en España.
Sin embargo, no cierran las puertas a una posible vuelta a Argentina: «Siempre estará presente por todo lo que nos genera. Cuando finalmente terminemos la residencia en Australia, el panorama será mucho más sencillo. Por ahora, seguimos con la vida de incertidumbre y sin definiciones. Veremos».
En tanto, reveló que el sitio que más la sorprendió fue Indonesia, un país asiático. Mientras que aclaró que no la pasó bien en Malasia, otro país del medio oriente en el que estuvo poco tiempo y no colmó sus expectativas.
Luego de varios en el exterior, Amaia hizo un balance de su propia experiencia: «Hemos pasado por muchos momentos duros. Rescato tener un poco más de perspectiva y eso me lo dio el viaje. En el último año pude conectarme y aprovechar de esta experiencia, que parecía no ser tan buena».
Como ya se ha dicho en este programa, la edad es simplemente un número. Lo que verdaderamente importa para llevar a cabo los sueños es la voluntad y energía que se disponga al momento de planificar el futuro.
Este fue el caso de Amaia y Nicolás, quienes a una corta edad optaron rotundamente por continuar su vida del otro lado del mundo. Ambos soñaron en grande y cumplieron su sueño de vivir en el exterior, aún con mucho camino por delante y metas por llegar. Una pareja villeguense que se esmeró y tuvo recompensa. La felicidad a veces no tiene precio, distancia ni edad.