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domingo, octubre 13, 2024

Emilio Crusat, desde sus inicios barriales en Eclipse hasta cumplir sus sueños por pasión

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«GPS» es mucho más que un simple programa de ACTUALIDAD. Reúne sentimientos, emociones y recuerdos, mediante una comunicación a corazón abierto con sus protagonistas.

Después de 63 ediciones, el protagonista de esta nueva historia es Emilio Crusat. Reconocido por su extensa trayectoria en el fútbol, viajó por todo el mundo y recopiló miles de anécdotas.

Caracterizado por ser un futbolero de ley, esta vez se abre desde lo humano y manifiesta todo lo que vivió a 14 años de su primer aterrizaje. A sus 35 años, de visita por General Villegas, llegó a ACTUALIDAD.

Primeros pasos

Un viejo conocido de la casa. Emilio inició su camino futbolero en Barrio Parque, con la camiseta de Eclipse Villegas. Reconocido fanático de la «Maquinita», sus buenas actuaciones lo llevaron a ser observado desde el exterior.

A sus 16 años, se mudó a Buenos Aires. Parte de su familia se encontraba allí y buscó una estabilidad, a pesar de su corta edad. Debutó profesionalmente en 2007, con la casaca de Chacarita Juniors. Pero algún tiempo más tarde, llegó lo que todo futbolista puede anhelar.

El despegue rumbo al viejo continente

La primera vez que pisó el exterior fue en 2010, a sus 20 años. En ese momento partió rumbo al norte de España, a una localidad llamada León. «Pasó tiempo, pero todavía tengo recuerdos latentes de ese lugar», dijo Crusat.

En esa primera experiencia defendió los colores de Cultural y Deportivo Leonesa, un equipo humilde fundado en 1923. Actualmente integra la denominada Primera Federación, tercera categoría del fútbol español.

León se encuentra en la parte norte del interior de España. De su naturaleza destaca el Parque Nacional de los Picos de Europa y Las Médulas, un paisaje de minas a cielo abierto, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Luego defendió el arco de UD Altea, un equipo de la ciudad de Alicante, fundado en 1962. Se encuentra en el sureste de la península ibérica, el Levante español, y es la provincia más meridional y menos extensa de la Comunidad Valenciana. Es la cuarta provincia más poblada del país.

Sus ganas de jugar en el extranjero fueron el factor clave para que Emilio emigrara a suelo español, más allá de que cuando llegó el momento empezó a jugar el terreno sentimental.

Proceso de adaptación

«No fue tan difícil ni me costó. Lo anhelaba tanto que no lo padecí. Siempre con el apoyo de mi familia. Ellos me alentaron, aún cuando no había tanta comunicación fluida», rememoró.

En líneas generales, la primera experiencia fue positiva, tanto desde lo futbolístico como desde lo personal. «Si bien España es un país cercano a nosotros, estuve solo completamente por primera vez. Fue el puntapié inicial. Me sentí profesional al compartir plantel con jugadores de otras características a lo que estaba acostumbrado», agregó.

Pese a su juventud y soledad del otro lado del charco, Emilio nunca se arrepintió de su decisión ni se le cruzó volver por la cabeza: «Siempre tuve deseos de jugar al fútbol y viajar. Me pasó de estar incómodo en algunos lugares, pero nunca pensé en volver».

Desde su propia perspectiva, lo que más extrañó de Argentina fue el sentido del humor, excluyendo a los lógicos afectos familiares. «Es algo cultural. Me río mucho cuando vengo a mi país. Eso no me pasa en otros lugares», explicó.

También aclaró que la conexión exclusiva de Argentina con otros países ha sido Lionel Messi, la figura con la que relacionan a nuestro país. Aunque detalló que países más arraigados a la cultura argentina, como España o Italia, tienen mayor volumen de conocimiento.

Ser inmigrante tiene sus ventajas y desventajas muchas veces. En el caso de Emilio, nunca sintió la presión por ser argentino, pese a haber explorado países de todo tipo. Del que más dudó en un principio fue de Países Bajos, pero fue recibido de maravillas desde un primer momento, teniendo en cuenta que la Reina Máxima del «país naranja» es argentina.

Sus vivencias por el ascenso argentino

Antes de pegar la vuelta a Argentina, Emilio estuvo en otro club del ascenso español, ubicado en Valencia. Otra vez instalado en sus tierras, vivió en Paraná, Lincoln, La Pampa, Gualeguaychú, Concepción del Uruguay y San Juan. A donde el fútbol lo llevó, él respondió.

Vistió los colores de Atlético Paraná, Rivadavia de Lincoln, Ferro Carril Oeste, Ferro de General Pico, Juventud Unida de Gualeguaychú, Gimnasia de Concepción del Uruguay y Desamparados de San Juan.

«Mucha gente me pregunta por mi experiencia afuera. Pero conocer las distintas provincias argentinas y el ascenso, fue muy rico. Se juega a pulmón, lo que acerca al jugador de la gente», dijo Crusat. En este tramo, jugó en clubes del Torneo Federal A, tercer categoría; y Primera B Nacional, segunda división.

La pandemia; una época de viajes fugaces

El Covid-19 provocó que las temporadas sean mucho más cortas y de rápida culminación, por lo que permitió que Emilio pueda defender varias camisetas en distintos países, en un lapso pequeño.

Por ejemplo, pudo jugar en equipos de Brasil, Portugal, España, Italia, Países Bajos, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Kosovo, Albania y Francia, entre otros. «De todos esos, me quedo con los de la península balcánica. Son lugares hermosos y me llamaron la atención por su historia», sostuvo.

La pandemia llegó cuando Emilio vestía los colores de Desamparados de San Juan, pero al ver que la situación se puso compleja, partió rumbo a Italia. En dicho país el panorama tampoco era tan favorable, por lo que fue cedido a un equipo brasileño por seis meses.

En uno de los viajes por Itacaré, conoció a su actual pareja en la playa, mientras ella jugaba al fútbol. «Estaba jugando con dos amigas. Me acerqué y les pedí jugar con ellas. Y ahí nos conocimos. Es holandesa», expresó.

Luego de conocerla, de forma casual, Emilio fue fichado por un club holandés de tercera división y se estableció allí. El club se llama Blauw Geel ’38, perteneciente a la categoría Derde Divisie.

«Fue una experiencia distinta, comparado a equipos argentinos, brasileños o italianos. En Holanda eran equipos boutiques. En lo social son extremadamente ordenados. Son fríos y cerrados, pero una vez que te aceptan son muy amigables. Lo que más me gustó fueron las fiestas regionales de cada pueblo. Con la familia de mi novia me manejo con el idioma inglés», comentó.

Un tiempo de transición 

En la actualidad, Emilio decidió tomarse un año sabático para llevar a cabo un viaje por Latinoamérica junto a su novia, de origen holandés. «El año se extendió un poco. Ya llevamos tres», manifestó.

Pero el deseo de volver a jugar al fútbol sigue intacto, aunque aclaró que no es de un día para el otro. Por el contrario, deberá analizar varios puntos sobre la mesa, no solo desde lo futbolístico, sino desde lo familiar. «Es un puesto en el que se dura más. Tampoco es magia, porque no se puede jugar solo con la experiencia. Tengo que volver a entrenar», indicó.

Planes para el futuro

En el corto plazo tiene pensado regresar a Europa el lunes 6 de mayo. Planearon un viaje corto pero divertido por España, antes de volver definitivamente a Países Bajos. «Vamos a visitar a mi hermano por Barcelona y a un amigo por el sur de Europa. Totalmente placentero», anticipó.

En el largo plazo sueña con pegar la vuelta por Argentina, luego de finalizar su recorrido por Europa. Aunque lo primordial será seguir sumando minutos en el viejo continente, Emilio dejó la puerta abierta para retornar a General Villegas.

Asimismo, mencionó a Australia como posible destino en el futuro. «Es un lindo país y me da curiosidad. Estaría bueno volver al fútbol ahí, no sé en qué categoría. Lo que quiero es hacer al menos una temporada y luego ser entrenador de arqueros para niños y niñas. Me permitiría trabajar de lo que me gusta», opinó.

Tampoco descartó la idea de tener un último capítulo con la camiseta de Eclipse Villegas, antes de su retiro. «Aunque sea un campeonato, me encantaría. Es el club de mis amores, el único del que soy hincha. Puede que toque en un futuro para ayudar. Sería un gustazo tremendo», comentó.

 

Conclusión

Fueron muchos viajes, desafíos y aventuras. Pero Emilio siempre se mantuvo firme con su decisión y convencido de la vida que eligió. El fútbol cumplió un rol fundamental, pero con el paso del tiempo se dio cuenta de lo importante de otros detalles que brinda la vida.

Desde aquel lejano día de 2010 hasta hoy, Emilio se hizo fuerte desde lo personal. Ha pasado mucho tiempo, en el medio muchas pruebas que el villeguense supo afrontar. Defendió sus ideas así como defendió sus tres palos, desde General Villegas y hacia cada punto del planeta.

Alcanzó su objetivo de explorar el mundo por medio de su pasión. Pero siempre recordando sus inicios en Eclipse y manteniendo los pies en la tierra. Humildad, trabajo y conciencia. Crusat llevó la bandera villeguense a cada sitio por donde la vida lo puso. Y de eso se trata.

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