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sábado, diciembre 14, 2024
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En la tierra de Hollywood, la cañadense Valentina Idiart vive una película de ensueño y felicidad

«GPS» es mucho más que un simple programa de ACTUALIDAD. Reúne sentimientos, emociones y recuerdos, mediante una comunicación a corazón abierto con sus protagonistas.

Desde Cañada Seca, con escala en Rosario y para Estados Unidos. Esta es la historia de Valentina Idiart, una joven de 24 años que cumplió su sueño en el norte del continente. Su voz en suelo norteamericano, pero su corazón en tierras cañadenses.

Está ubicada físicamente en Raleigh, estado de Carolina del Norte. Tres años en la tierra de las películas, pero la misma emoción que aquel primer día en que aterrizó para cambiar el rumbo de su vida. De eso se trata GPS, el programa de los villeguenses.

Primeros pasos

Valentina nació, se crío y formó sus primeros vínculos en la localidad de Cañada Seca. Terminó la secundaria en 2017. Se mudó a Santa Fe y estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario. No terminó la carrera, pero fue por una decisión personal.

«Se notó mucho el contraste de dejar mi pueblo a vivir en una ciudad mucho más grande», dijo. Valentina se enamoró de Rosario por la comodidad que significó para ella manejarse y vivir sola.

El nacimiento de un sueño 

Valentina siempre se ilusionó con dejar el país y comenzar una nueva vida en otras tierras. Pero lo vio como un sueño lejano y sin demasiada consistencia en su momento. Sin embargo, cuando vivía en Rosario comenzó a investigar sobre las posibilidades para emigrar y lo acercó más a la realidad.

«Es un sentimiento que nació en mí. Siempre me interesó ver qué había más allá de Cañada Seca, qué había detrás del mar. Busqué en todo momento. Tenía la idea de ir a vivir, no a visitar», comentó la cañadense.

Estados Unidos, el destino ideal

Ante la insistencia de cumplir su propio sueño, contó intimidades de su búsqueda en internet para dar el primer paso: «Recuerdo que entré a una página web y busqué de qué manera podía ir a Estados Unidos sin tanta plata. Fue la manera en la que arrancó todo. Se sabe que es caro».

Encontró un programa, el cual le permitió instalarse en la casa de una familia estadounidense. Con ellos vivió y trabajó de niñera. Tiene un plazo de un año como mínimo, aunque se puede extender a dos. La visa también autoriza que la joven pueda estudiar. La realización de todos los trámites le llevó alrededor de cinco meses.

Ella explicó que la decisión de optar por Estados Unidos tiene que ver con el mito de cumplir el «Sueño Americano» y conocer lo más profundo del país de las películas. «Siempre apunté a Estados Unidos. No es el único país que me gusta. Tuve la idea de ir a Europa», reveló la joven.

La recepción que tuvo su familia ante la noticia de dejar el país fue buena y tranquilizadora, sobre todo porque la cañadense tenía pensado regresar luego de vivir la experiencia por algunos meses. «Siempre fui muy decidida. No me costó tomar la decisión. Sabía lo que debía hacer», expresó.

El primer destino fue Nueva York: «Pasar de un pueblo a una de las ciudades más visitadas del planeta fue sensacional», dijo. Llegó por primera vez a suelo norteamericano el 25 de mayo de 2021, en época de pandemia.

Luego se mudó a Philadelphia por temas personales y laborales. La experiencia fue buena, pero decidieron instalarse definitivamente en Raleigh, una ciudad de Carolina del Norte. Es una de las ciudades más animadas y variadas del sur; es un lugar donde lo histórico se combina con lo moderno. «El clima es parecido a Cañada Seca. El invierno es extenso, pero la mayor parte del año las temperaturas son cálidas y agradables», explicó Valentina.

El choque cultural

El gran desafío que tuvo Valentina fue el idioma inglés, completamente diferente al español. En el transcurso del cumplimiento de los trámites, la joven aclaró que tuvo un adoctrinamiento sobre el idioma, aunque fue muy básico. «Cuando llegué no entendía nada. Tuve problemas de comunicación. Aunque nada grave», manifestó.

Los primeros meses fueron perfectos para la joven, que veía todo color de rosas. Pero con el paso del tiempo, comenzó a extrañar cada vez más. «Hay días y días. Nunca pensé en volver y dejar todo. Pero sí quería visitar otra vez Argentina. No es fácil porque estaba sola. Se necesita volver a casa de vez en cuando. Aún no volví al país», afirmó.

Con respecto al «Sueño Americano» y la realidad, Valentina aseguró: «Al principio parecía que todo era fantástico. Pero me di cuenta que no era así. Tuve que afrontar momentos muy sola. No es lo mismo pensarlo que hacerlo. Estar sola no es fácil. Me hace falta el cariño y calor familiar».

Sacando lógicamente a los afectos familiares y de seres queridos, Valentina extraña mucho la gastronomía argentina y la parte social. «Depende de cada uno. Acá es todo muy distinto. Me adapté fácil a todo, pero lo que más extraño es la comida y las juntadas. Los estadounidenses son más fríos y organizativos. La comida es muy chatarra».

Al ser tan organizativos y planificadores hasta de actividades mínimas, Valentina aseguró que los estadounidenses tienen un concepto de que los argentinos son relajados: «Son muy estrictos. Nos ven como personas espontáneas. Sé que existe la discriminación al inmigrante en Estados Unidos, pero nunca me ha pasado. Me siento una extranjera».

Las vivencias a través del programa

La primera experiencia con una familia no fue buena. Tuvo que cuidar a tres niños pequeños, con una carga horaria importante; y no la pasó bien durante cuatro meses. No obstante, el programa concede la oferta de cambiar de familia siempre que sea necesario. Luego de indagar por varias familias, la cañadense encontró una en Philadelphia, donde también vivía su novio actual.

Mientras tanto, aprovechó para estudiar cursos de inglés: «Uno cuando viene a Estados Unidos, aprende. Pero nunca tuve la gramática ni nada por el estilo. Lo necesitaba».

Hasta que un día optó por independizarse. Fue allí cuando dejó de formar parte del programa con el que había dado el primer paso. «No fue una decisión fácil. Lleva muchos trámites de por medio. Me sentía estancada. Quería vivir sola», explicó.

Fue muy importante también el casamiento con su pareja, Antony. Lo conoció en una discoteca de Nueva York: «Le fui a hablar con mi poco inglés. Él vivía en Philadelphia y nos veíamos constantemente en Nueva York. Hasta que yo me mudé a donde estaba él y nos quedó más cerca. Yo no dudo».

Luego comenzó a trabajar de niñera, aunque diferenció esta profesión del programa, porque se sintió más cómoda. En el medio, Valentina quedó embarazada y está próxima a tener su primer hijo. «Dejé de trabajar. Estoy abocada solo a esperar. Es un varón y el nombre será Benito Carlino».

Planes para el futuro

Por lo pronto, la focalización de su vida está abocada directamente al nacimiento de su hijo y visitar, más temprano que tarde, Argentina. «Necesito volver algunas semanas y ver a mi familia. Sigo siendo argentina como todos», dijo.

A su vez, piensa en mantenerse algunos meses más en Estados Unidos, aunque con visitas permanentes por nuestro país. «Quiero que mi hijo crezca con la cultura argentina. Quiero que conozca a su familia», comentó.

Conclusión

«Vine a comerme el mundo. Estoy muy agradecida con todo lo que me tocó vivir. Crecí y maduré mucho en estos tres meses. Estoy casada con un hijo. Estoy muy orgullosa de mí. Siempre con el apoyo de la familia. Estoy muy feliz con la vida que estoy llevando», expresó Valentina sobre el camino recorrido.

Con respecto a toda la trayectoria vivida, la joven rescató: «Destaco mucho el aprendizaje. Viví muchas experiencias. Me crucé con gente de todo el mundo. Es un pasaje enriquecedor. He madurado con cosas buenas y malas. Me hace pensar que la decisión de venir fue la mejor. Todo me hizo crecer».

Una corta historia que tendrá muchos capítulos por escribir en el futuro. Por el convencimiento, por el empeño y por su dedicación. Una joven gigante con mucha proyección en cada rincón del planeta. Porque todos tienen metas en sus vidas, pero son pocos los que se atreven a ir por ellas y cumplirlas.

Valentina tuvo determinación y fue en busca de su objetivo principal. De un pueblo de apenas 700 habitantes a una ciudad cosmopolita de 400 mil personas. De eso se trata la vida. De apostar incansablemente a los desafíos. De tener una propia aventura. Así como la tuvo la joven cañadense que cumplió su «Sueño Americano».