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miércoles, diciembre 11, 2024
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El villeguense Pablo Viñolo y un extenso recorrido del otro lado de la cordillera

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GPS es mucho más que un simple programa de ACTUALIDAD. Reúne sentimientos, emociones y recuerdos, mediante una comunicación a corazón abierto con sus protagonistas.

Han pasado muchas historias, pero ninguna es como la anterior. El protagonista de este nuevo capítulo es Pablo Viñolo, que pasó por los estudios de ACTUALIDAD y se transformó en el número 71 desde el comienzo de este viaje.

42 años y la mitad de su vida del otro lado de Los Andes. Luchador, soñador y carismático. Las oportunidades están para capitalizarse, así como lo hizo un joven Pablo en su momento. Una nueva historia de GPS, el programa de los villeguenses.

Primeros pasos 

Pablo egresó en el Colegio Nacional en 1999. Entre algunos compañeros de aquella promoción se destaca Carolina Martínez, con quien mantuvo una fuerte amistad a pesar del paso del tiempo.

Siguió su vida en Junín y luego en Rufino. Intentó estudiar la carrera de Abogacía, aunque en el camino se dio cuenta que no era para él. «Siempre quise producir. Me llama la atención el arte», expresó.

El tren pasa una vez

Mientras estudiaba en Junín, surgió la posibilidad de trabajo en el extranjero. Su sueño siempre fue vivir en el exterior, aunque a una distancia corta de Argentina. Sabía que no sería sencillo, pero él fue por sus propias metas. «El tren pasa una vez en la vida», declaró.

Buscó asentarse en Uruguay, pero no corrió buena suerte. Tampoco logró establecerse en Perú y mucho menos en Brasil, por el idioma. La última puerta que tocó fue Chile, donde tuvo una entrevista de trabajo. Pablo contó que arribó a Santiago para el encuentro sin tanta confianza, en medio de una rivalidad marcada entre argentinos y chilenos.

No obstante, ocurrió todo lo contrario. 300 personas asistieron a la entrevista de trabajo, donde a Pablo le informaron que necesitaban argentinos. Su empleo consistía en ser el responsable de dirigir y coordinar el servicio en un restaurante prestigioso de Santiago. El resultado fue maravilloso, ya que al día siguiente lo llamaron para empezar a trabajar.

Pero sin ningún tipo de esperanzas, Pablo había vuelto a General Villegas por tener la fecha de regreso establecida. El villeguense dudó hasta último momento, pero ante la insistencia del restaurante, aceptó y partió rumbo a suelo trasandino, donde incluso el restaurante le dio departamentos para alojarse por un tiempo. Pablo dejó todo por seguir sus objetivos.

Su progresión en territorio trasandino

El destino de Pablo fue Santiago de Chile, capital del país. Se ubica a 543 metros sobre el nivel del mar, en la zona central. Se ha convertido en una ciudad moderna de más de 6 millones de habitantes, que concentra gran parte de la actividad cultural, económica, industrial y comercial del país. En su área céntrica se ubican los edificios antiguos, las sedes de las instituciones más importantes, los museos y monumentos destacados.

La recepción de su familia fue de tristeza al principio, pero entendieron que era una chance de evolucionar muy grande para Pablo. «Debe ser difícil para un padre o una madre que las cosas ocurran tan lejos. Verme y no disfrutarme en los momentos importantes. Les costó la decisión. Pero la tomé con mucha convicción en su momento. Quería irme. Amo a Villegas y quisiera tener la misma vida en Argentina. Pero no se me dio la oportunidad por ser un chico del interior», manifestó.

Su vida en Chile fue de menor a mayor. Las puertas empezaron a abrirse de a poco y él se sintió cada vez mejor. Hizo la carrera de Administración en Restaurantes, al mismo tiempo en que mantenía dos empleos, uno en un restaurante y otro en una cafetería. «Tener bien en claro el objetivo fue muy importante. Siempre quise ser lo que soy ahora», explicó el villeguense.

También trabajó como productor de cortometrajes de personajes muy reconocidas en el arte chileno. Además, abrió una tienda de mates y creció mucho, pero luego lo vendió. Recorrió muchas ciudades chilenas a través de su trabajo; mientras viajó a varios países sudamericanos por su tarea laboral.

Hace varios años, Pablo montó un bar teatro llamado «Palermo Teatro Bar». Allí se realizan espectáculos de lunes a domingos. Se venden entradas para ver artistas chilenos y del exterior, con la posibilidad de almorzar o cenar dentro del espacio. Se fusiona la parte gastronómica con la artística.

La idea de Pablo era hacer una diferencia y reunir dinero en Chile, antes de volver a Argentina para cosechar lo sembrado. Con el paso del tiempo se fue dando cuenta de que no era el momento de retornar al país, por lo que se mantuvo hasta el día de hoy en Chile. Se puso como meta el último año en visitar más seguido General Villegas.

Proceso de adaptación

Pablo explicó sus sentimientos en sus comienzos: «Estaba muy feliz en su momento. Nunca lo sufrí, que sería lo habitual. Pero cuando uno llega con un lugar donde vivir y un trabajo definido, es más seguro. Fue una experiencia increíble. Los primeros años fueron espectaculares y aprendí mucho».

Fue clave la cercanía de la gente en Chile para con él, mostrándose muy atentos con él. La rivalidad entre Argentina y Chile siempre existió. En este marco, Pablo detalló: «El problema principal entre ambos países es por las Islas Malvinas. También se traslada al fútbol. Pero no existe casi nada de ese prejuicio. Es una conversación de gente adulta».

Lógicamente se mostró muy agradecido con la comunidad chilena por la predisposición que le mostraron desde un principio. «Nunca tuve ni un problema con un chileno. Son personas solidarias y reciben muy bien al extranjero», comentó.

Pablo mencionó diversas diferencias entre la cultura argentina y chilena, como la gastronomía, la forma de hablar y las tradiciones sociales. «Uno extraña muchas cosas. El oriundo de Santiago, la capital, suele ser más desapegado. En Chile no hay muchas culturas. No es un país familiar. Tienen costumbres frías y desarraigadas», contó.

En este contexto, aclaró que se sorprendió con la evolución tecnológica de Chile y su progresión moderna desde el momento en que aterrizó por primera vez. Mientras que de la parte social reveló que se asombró por la solidaridad de las personas.

Chile es un país caracterizado por las catástrofes naturales. Pablo recordó cómo vivió su primer terremoto: «Había llegado de un viaje. Estaba cansado. Me acosté pero no dormía. Alrededor de las 4 horas de la madrugada, se empezó a mover el edificio. No me asusté tanto. Hay mucha precaución allá por medio de simulacros. Los primeros tres minutos parecía que se iba a caer todo. Después me calmé y no pasó nada».

Planes para el futuro

Al corto plazo tiene pensado enviar artistas a otros países y seguir trabajando en este proyecto. También desea trabajar en el tradicional Festival de Viña del Mar, uno de los eventos más importantes de Chile. Para ello se postulará recién en agosto.

Su idea desde lo personal es jubilarse a una edad temprana y tener la posibilidad de vivir en dos lugares al mismo tiempo, ya sea estando algunos meses en Uruguay y otros en Chile.

En este sentido, descartó de forma rotunda un posible regreso a Argentina. El motivo fue que no podría mantenerse económicamente en suelo nacional y debería comenzar todo lo sembrado desde cero, lo cual resulta complicado a los 42 años.

Conclusión

La vida puede sorprender en todo momento. Pablo tenía claro cuáles eran sus sueños. Pero fue conciente de que podía cumplirlos cuando aparecieron las posibilidades. Una vez en el barco, trabajó para mantenerse. Y lo hizo tan bien que ya han pasado más de dos décadas.

Él sigue siendo el mismo, con mucho aprendizaje en el medio, pero la misma energía para afrontar los factores que la vida le pone por delante. Nada lo pudo derribar. A veces es necesario animarse, arriesgar y jugársela por uno mismo. Los resultados llegan tarde o temprano. Así como le sucedió a Pablo, que no olvida sus raíces y lleva la camiseta de su país a cualquier lado donde vaya.

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