GPS es mucho más que un simple programa de radio de ACTUALIDAD. Reúne sentimientos, emociones y recuerdos, mediante una comunicación a corazón abierto con sus protagonistas.
En este nuevo capítulo, la protagonista es la piedritense Juana Cambas. La joven de 29 años está radicada desde hace más de cinco años en Australia. Amante del baile y los viajes como ninguna, Juana nos atiende del otro lado del mundo.
Esteban Mutuberría sobrevuela el Pacífico y charla sobre la historia de una de las nuestras, que resignó muchas cosas por cumplir sus sueños. Porque la felicidad no es algo que se compra fácilmente. Y Juana movió cielo y tierra por obtenerla.
El Ballet, un estilo de vida
Juana sintió una pasión muy grande por el arte desde pequeña, debido a que es un rubro que siempre caracterizó a su familia, sobre todo en el mundo del ballet. Empezó a bailar desde chica con sus hermanas y a los 8 años incursionó en la escuela «Malambo Argentino», de Gastón Courreges. «La música siempre estuvo en mi sangre», expresó.
Su sueño era entrar al Baile Folclórico Nacional y en 2016 pudo hacerlo realidad. «Fue tremendo para mí, dos años maravillosos. Hoy lo veo desde otro lugar. No es solo una sensación de deseo, sino imponer energía en eso. Cuando pasó, no era consciente de lo que estaba pasando. Pero pasado el tiempo, uno analiza de otra manera la vida», explicó la piedritense.
Hizo el profesorado hasta recibirse en 2010, cuando empezó a dar clases junto a Gastón, tanto en Piedritas como en General Villegas. Una vez concluida la secundaria, decidió mudarse a Buenos Aires, continuando la Licenciatura de Danzas Folclóricas y Tango en la Universidad Nacional de las Artes (UNA).
En conjunto con Courreges y su ballet, tuvo la posibilidad de recorrer el país y dar sus primeros pasos en el exterior, siempre a través del baile. Estuvo en festivales en Jujuy y Salta, así como también en España, Italia, Serbia, Bulgaria, Rumania, Países Bajos y Portugal, con tan solo 13 años. «Fueron años muy hermosos y divertidos», detalló.
Viajar por el mundo, un deseo
Más allá de que se decidió por Australia, su sueño siempre estuvo abocado a recorrer distintos puntos del planeta, aunque también seguir ejerciendo su pasión por el baile. En una peña folclórica, Juana conoció a su actual pareja, oriundo de Salta.
Juntos llegaron a Australia como una apuesta para sus vidas. «Conectamos mucho y fue algo maravilloso. Nos la jugamos», subrayó. Viven en territorio oceánico hace cinco años. «Fueron etapas de mucho aprendizaje. Tuve que arrancar de cero y reinventarme. Siempre traté de rebuscarme», dijo al respecto.
La bendición de una hija
El destino australiano fue Hobart, donde su esposo tiene el sponsor. Él practica Gimnasia de Trampolín, una disciplina en la que se presentan rutinas acrobáticas. En este tiempo, la familia se agrandó con la llegada de su hija, que hoy tiene tres años. En términos legales, la niña es argentina nacida en Australia, por tener dos padres argentinos.
«El idioma de Almita (su hija) fue un tema importante. Hay una comunidad latina muy grande acá. La mayoría termina hablando en inglés. Lo que hicimos fue enseñarle el castellano. Recién este año empezó el jardín y natación, donde se habla inglés todo el tiempo. Es triste que los niños no puedan hablar con sus abuelos y pares. Entonces nos pusimos firmes con eso», explicó.
Una reinvención
Apenas aterrizó en Australia, la primera decisión fue integrarse a una comunidad de Tango en la que pudiera desarrollar su idioma, así como también aprender inglés al mismo tiempo. De hecho, fue elegida para dar clases de tango en español.
También se sumó a una biblioteca donde brindaban clases gratis de inglés y a un gimnasio acrobático. Con ello participarán en distintos festivales que harán por el mundo, incluido un viaje a Argentina en septiembre.
Proceso de adaptación
El comienzo de suelo oceánico fue muy alentador. El acople al lugar y su cultura resultó ser más sencilla de lo que pensaba. Sin embargo, mucho mérito fue de la pareja, que buscó acercarse a las raíces mediante las distintas actividades y mantuvieron viva su propia identidad nacional, en un país que poco tiene que ver con Argentina.
Es por ello que nunca se arrepintió de manera definitiva, aunque reveló que, a lo largo de este tiempo, suelen aparecer «bajones» que la hacen querer volver.
Muchas veces, eso sucede por acontecimientos que ocurren en Argentina, donde Juana quisiera estar. «Me hubiera encantado que mi familia estuviera cuando fui mamá, en plena pandemia, pero la distancia lo impidió. A veces me siento sola. Lo que más deseaba era ser una mamá presente. Lo pude cumplir y le agradezco a Dios. Pero no es todo color de rosa», enfatizó.
Durante su estadía en tierras australianas, solo pudo viajar una vez a Argentina; y fue en 2022. «Tuve la mala suerte de que me tocara época de pandemia, donde las puertas del país cerraron de forma absoluta. Una vez que pasó, regresé de un día para el otro. Tenía la desesperación de ver a mi familia», manifestó.
Planes para el futuro
En el corto plazo tiene pensado volver a la Argentina en septiembre. Allí aprovechará a visitar a su familia en Piedritas, como así también a la familia de su esposo en Salta.
Por otro lado, quiere ser voluntaria en una comunidad sustentable. Y luego vivir la experiencia de un circo, donde ha pasado tanto tiempo su esposo.
Conclusión
Un testimonio más que refleja el tesón y el convencimiento de quienes eligen emigrar. Porque no es algo sencillo. Además de oportunidades, se necesita envión y espíritu soñador para afrontar los desafíos que la vida pone por delante.
Eso mismo le pasó a Juana, que vivió procesos de aprendizajes constantes en otras tierras. Irse del país que te vio nacer y alejarse físicamente de los seres queridos no es fácil. Pero menos aún abandonar esa pasión que tan feliz la hizo. Por eso y mucho más, lo de Juana demuestra que, aún con los sueños cumplidos, la vida siempre sorprende. Solo hay que estar preparado.