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viernes, septiembre 5, 2025
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Norma Chirizola Muñoz, de la cuna villeguense al mundo del teatro español

GPS es mucho más que un programa de radio. Va más allá de lo actual, conectando emociones, sentimientos y memorias a través de conversaciones sinceras y profundas.

Pueden transcurrir meses, años o incluso décadas lejos de su lugar de origen, pero todos comparten una misma raíz que se ubica en el noroeste bonaerense, a pocos kilómetros de Santa Fe, Córdoba y La Pampa. Es en este lugar donde comenzaron a tomar forma las ilusiones de los 86 autores que hasta ahora nos han contado sus historias.

En esta ocasión, la protagonista es Norma Chirizola Muñoz, de 60 años, que nació en General Villegas pero se mudó a Buenos Aires y, de allí, pegó el salto al corazón europeo a través de sus pasiones. Más de 40 años en el viejo continente, sembrando sueños que se ponen en conocimiento a través de una charla a corazón abierto con Esteban Mutuberría, el comandante de este barco.

Primeros pasos

Norma nació en 1964 en General Villegas, donde se crió y forjó sus primeras ilusiones. Estudió en el Colegio Nacional y recordó, entre otras compañeras, a Adriana Castaño, Darío Bosolo y Alejandro Ferrero. «Tengo buenos recuerdos. Ahora es una ciudad muy grande. Lo veo cambiado de aquel lugar donde crecí. He compartido siempre con buenas personas. Tengo un cariño especial por mi ciudad, lo amo. Cuando me preguntan de dónde soy, respondo Villegas», sostuvo.

Pero a los 15 años se mudó con su familia a Buenos Aires, donde estuvo hasta los 18. «Fue una decisión difícil ese traslado, después de toda una vida en General Villegas. Hice nuevos amigos y conocí a una de mis mejores amigas, que era bailarina», explicó.

El salto que le cambió la vida

La mejor amiga de Norma, a través del baile profesional, debió viajar a España. «Ella me decía que era un país muy bonito. Me dio la curiosidad», dijo. Entonces tuvo la oportunidad de viajar ella también, con la intención de estar tres meses, lo que duraba el visado.

Es que su amiga y el hermano montaron una compañía de danza acrobática y le dieron la chance a la villeguense de trabajar con ellos. «El lugar me cambió la vida. El viaje que era por solo tres meses, se extendió por 42 años. Mis amigos fueron la familia que tuve», comentó.

El destino inicial fue Barcelona, más allá de viajar en reiteradas oportunidades por todo el mundo. Hacía base en su casa en suelo catalán, pero se trasladaba constantemente y estaba poco tiempo. Una vez retirada de la danza, se instaló definitivamente en Cataluña y allí vive hace muchos años. Hace casi 20 años que Norma, por distintos motivos, no volvió a Argentina, aunque aclaró que, siempre que lo hizo, visitó General Villegas.

Proceso de adaptación

«El comienzo fue duro, sobre todo los primeros tres años. Extrañaba muchísimo a la familia, a los seres queridos y a la cultura argentina. Fue un acostumbramiento duro, porque cada noche me iba a dormir llorando y diciendo que al otro día me iría. Pero siempre tenía oportunidades en el camino y me quedaba. Así fueron pasando los años, hasta que me replantee por qué lloraba tanto. Y decidí dejar de hacerlo», sostuvo.

Norma se casó dos veces, pero no dedicó su tiempo a la vida romántica. «Europa me trató muy bien. Me siento muy afortunada y privilegiada de haber conocido tanto y trabajar en lo que me gusta», dijo.

Comentó que al principio le costó acoplarse a las costumbres: «Era tan joven que extrañaba todo, la comida y las tradiciones. Pero me hice amiga de una familia y eso me mantuvo acá. Tengo muchas amistades que me duraron toda la vida. Me aferré a ellos, porque no tener familia es duro. Una vez pasado los 20 años, vino parte de la mía, como primos y tíos».

La villeguense confesó que nunca le hicieron sentir el rigor de ser una extranjera. «Cuando llegué aquí, había muchos argentinos. Nunca sentí eso. Me adapté rápido a la vida en Europa. Cuando me preguntan de dónde soy, digo Argentina. Pero llevo más de la mitad de mi vida viviendo acá, entonces me siento muy española también. Amo España. Tengo la doble nacionalidad. Pero en el fondo, también quiero mucho a mi país», declaró.

A diferencia de la época corriente, en aquellos tiempos no predominaba la tecnología actual que permite la comunicación a tantos kilómetros de distancia: «Era muy difícil. No era como ahora. Nos manteníamos en contacto a través del correo ordinario. La carta tardaba un mes en llegar. Fue muy duro. Hoy, sería diferente. Con internet, uno se siente más cercano. Aún conservo cartas de ese tiempo, sobre todo con mi madre, con quien tenía una gran conexión».

El amor por el baile

La pasión por la danza comenzó en Buenos Aires, donde empezó a practicar el ballet y la parte rítmica, transformando un hobby en su estilo de vida. Una vez llegada a suelo catalán, hizo una especialización en una Escuela de Circo y se perfeccionó.

«Comencé a trabajar en este grupo, donde estuve diez años viajando un poco por todo el mundo. Fue muy bonito. Pude viajar y conocer muchos sitios. Visité prácticamente toda Europa, así como Israel, Grecia, Brasil, Uruguay y Argentina. He conocido mucho gracias a mi alma de viajera. Me sentí una privilegiada. La gente no tiene tantas oportunidades. Recorrí diferentes culturas y me quedo con Israel como el mejor país que conocí. Le tengo gran cariño», recordó.

El teatro de revista

Cansada de viajar tanto, habiendo pasado diez años de que incursionó en el mundo de la danza, se empezó a dedicar al teatro de revista, un subgénero dramático de la comedia que se desenvuelve en un tipo de espectáculo que combina música, baile y, muchas veces, también breves escenas teatrales o sketches humorísticos o satíricos. Norma estuvo en la TV y trabajó con muchas personas muy conocidas en el mundo teatral español.

Cuando dejó de trabajar en el grupo, preparó los números solistas y visitó las mejores agencias en Barcelona. Hasta que un día, acompañando a una compañera a una audición, le ofrecieron trabajar en el teatro de revista con su número visual y de atracción. «En un principio no estaba segura de entrar en ese mundo. Era muy diferente a lo que hacía. Pero me gustó e inicié la carrera. Llegué a ser primera vedette en casi todos los teatros de Barcelona. La época fue muy bonita y glamorosa. Fue en el 1992», manifestó.

La nueva profesión trajo consigo muchos cambios con respecto a la danza tradicional. Norma explicó las diferencias: «En el teatro, uno va haciendo carrera. Mi función, en principio, era la de hacer números visuales. Pero cada vedette tiene su suplente. Yo era una de esas. Haciendo suplencias, fui subiendo cada vez más, hasta ser primera vedette. Me llevaron a hacer giras dentro de la agencia, hasta que me retiré. En Barcelona es parecido a Buenos Aires, hay muchos teatros y es auge».

A los 50 años, cuando dejó de trabajar en el mundo teatral, optó por comenzar a estudiar psicología. «Era mi asignatura pendiente», dijo. Hizo un año, pero se tomó otro de descanso por la dificultad que llevaba el estudio. Finalmente, terminó dejando la carrera. Sin embargo, se interesó por las de nutrición y astrología. Se recibió y ejerce en ambas. «Me gusta mucho ayudar a la gente con problemas de sobrepeso. Y la astrología me fascinó, porque hago interpretaciones de cartas natales y revoluciones», comentó.

Planes para el futuro

Al ser consultada sobre la posibilidad de volver a General Villegas en algún momento, Norma respondió: «Me lo preguntan seguido. No me lo plantee nunca. Tengo mi vida en España y he echado raíces. No lo pensé todavía. Me siento bien viviendo en España. Ya me acostumbré a la vida aquí. Cuando me acuerdo de Villegas, me genera nostalgia y alegría, porque pasé parte de mi adolescencia ahí. Tengo buenos recuerdos».

Manifestó que por ahora no piensa moverse de España, debido a la estabilidad que consiguió en dicho país. «Para ir a pasear, me gustaría volver a Argentina. Hace mucho que no voy. Estuve cerca de regresar hace dos o tres años. Pero se fue retrasando el viaje. A fin de año, me gustaría ir a pasar las Fiestas. Sino es así, será el año que viene si o si. Son muchos años sin volver», concluyó.

Conclusión

Norma, esa mujer que desde muy joven cruzó el charco con la firme convicción de alcanzar sus sueños, es el vivo ejemplo de que la valentía y la pasión pueden abrir puertas impensadas. A esa adolescente que dejó atrás su tierra natal, no le importó lo incierto del futuro ni las renuncias que implicaba embarcarse en una travesía tan lejana y desconocida. Lo que tenía claro era que su vida debía ser vivida a través de lo que amaba: el baile y el teatro. Y lo hizo.

Su viaje a España no fue solo una huida hacia la búsqueda de un futuro mejor, fue una decisión valiente, cargada de ilusión, en la que sacrificó muchas cosas, pero ganó mucho más. España le dio la oportunidad de mostrar su talento, pero más importante aún, le permitió seguir conectada con sus raíces, con esa chispa de General Villegas que nunca se apagó.

En sus recuerdos siempre estará su tierra, esa ciudad que la acobijó en sus primeros años, pero también sus ojos siempre estarán puestos en el horizonte, porque entendió que el verdadero viaje era el de seguir sus pasiones sin temores. Hoy, su historia es un testimonio de que, cuando se tiene un sueño, el destino no tiene fronteras, y lo que parecía un sacrificio se convierte en una demostración de que, si se quiere, se puede.

Salir de la zona de confort nunca es fácil. A veces se necesita una dosis de valentía, de esperanza ciega, de confiar en uno mismo y en la fuerza de los propios deseos. Norma lo hizo, y su vida es la prueba de que las distancias no son obstáculos cuando el corazón sigue el ritmo de las pasiones más profundas.