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jueves, diciembre 5, 2024
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«El plato de madera y la última porción»

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*Por Laura Saisan

“La educación va mucho más allá de lo que sucede en la escuela”  (Melina Furman)

      Corría, aproximadamente, el año mil novecientos sesenta y tres, y los niños que ya sabíamos leer y escribir (siete u ocho años) asistíamos a las clases de catequesis en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen (por supuesto de mi ciudad: General Villegas).

Recuerdo que, semanalmente, nos dictaba esas clases Dorita Grippo y alguna que otra “señorita” más, que ya no recuerdo sus nombres.

Llegaba el mes de noviembre y nos preparábamos con mucho entusiasmo, había que conseguir flores blancas para adornar la Iglesia para el tan esperado 8 de diciembre, que, además de ser el Día de la Inmaculada Concepción de María, estábamos siendo preparados para recibir un sacramento muy importante: la Primera Comunión.

Parroquia Nuestra Señora del Carmen

Más aún, comenzaban los ¡pre exámenes. ¿Cómo?, ¿En qué consistían? …

En eso tiempo había dos sacerdotes: el Padre Godoy, que era joven y asistía al Padre Alfonso Wesner. He aquí que una vez por semana se realizaba un ensayo de ¡tomar la ostia! Las mismas eran preparadas por las religiosas del Colegio de Hermanas, como lo conocíamos a lo que hoy se lo denomina IMI. ¡Qué nervios!, la ostia no podía rozar ni ser tocada por los dientes, debía ser disuelta en el paladar y de allí mismo pasar a “tragarla”. ¡Cuántas fantasías! ¡Creíamos que nos íbamos a ahogar o, peor aún, que si la tocaban los dientes estábamos cometiendo una especie de “sacrilegio “¡Qué infancia hermosa e ingenua!

Pero no todo era ensayo, también nos tomaban de memoria Los 10 Mandamientos de la Ley de Dios, más las oraciones católicas básicas, usadas en la misa: La Señal de la Cruz, El Padrenuestro, El Avemaría, Gloria, el Credo, La Salve Regina o Salve María, Acto de constricción, Oración al Espíritu Santo, El Ángel de la Guarda. Por lo tanto ¡a estudiar! y ¿Quién tomaba esos exámenes? … ¡Nada más ni nada menos que el Padre Alfonso Wesner!

Padre Alfonso Wesner

¡El Padre Wesner! Todo un personaje magnifico que tuvo General Villegas, proveniente de Coronel Suárez, allá por el año 1948, hasta su fallecimiento en 1982. Este recordado Padre, luego de su “examen”, nos relataba alguna parábola o cuento, siempre en relación con las enseñanzas de la fe católica.

  Con el cuarto mandamiento de la Ley de Dios “Honrarás a tu padre y a tu madre”, nos relató una historia que ¡jamás pude olvidar!, que decía aproximadamente lo siguiente…

…” Resulta que, en una casa con comodidades suficientes, vivía una familia compuesta por padre, madre, dos hijos, un anciano abuelo y un perro.

    Era común que, a la hora del almuerzo o de la cena, el abuelo, de manos temblorosas, rompiese algún plato al intentar levantarlo para que le sirvan el alimento. Eso enojaba mucho al padre y a la madre, ya que había que reponerlos bastante seguido.

     Un día, al atardecer, cuando el padre regresaba del trabajo, desenvolvió un plato de madera y le dijo a su esposa:

     – Mirá compré este plato, para que lo use el abuelo-

     – ¡Está bien!, – dijo la esposa y agregó:

     – ¡El abuelo ya me tiene cansada porque siempre rompe algún plato! –

     -Además- dijo el padre- vamos a servirle lo que quede de la fuente, porque la primera porción es para él, y luego come poco, mezcla toda la comida y después hay que tirarla-

     Llegada la hora de la cena, los chicos pusieron la mesa con el plato de madera para el abuelo, y cuando estaban todos sentados para comer, el más pequeño de los niños se levantó de la mesa y salió al patio. Pasado un momento, y al ver que no regresaba, el padre salió a buscarlo. Ahí encontró al pequeño lavando y raspando el plato de madera del perro. El padre le preguntó por qué estaba haciendo eso. El niño levantó su mirada y le respondió:

  -Como pensé que como yo no tengo dinero, tengo que lustrar el plato de madera del perro, preparar una bolsita para poner las sobras de comida y guardar todo para cuando vos seas viejo como el abuelo y tengas las manos temblorosas-…”

¡Uf!!, esa enseñanza no la olvidé jamás. Y durante toda mi infancia vivió con nuestra familia una anciana abuela y hoy convive conmigo mi madre nonagenaria y jamás ¡el plato cascado y la última porción se les sirvió a ellas!

Y, entonces, cómo no retomar lo que afirmó tan bien Melina Furman (que lamentablemente se fue de este mundo recientemente) “La educación va mucho más allá de lo que sucede en la escuela”, porque la educación en un sentido bien amplio, abarca todas las experiencias de los chicos.

No soy “una niña”, pero la educación en valores no se olvida jamás.

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