En un estudio de radio que huele a memorias, Joaquín Labarta despliega un mosaico de temas que van desde el zorro de Guy Williams hasta la deuda con el FMI. Ex subsecretario de Defensa, abogado y militante peronista de raza, Labarta no esquiva polémicas. Con humor ácido y una memoria de elefante, teje un relato donde conviven el fanatismo por ALF, la frustración con Alberto Fernández y una advertencia: «El discurso de odio de Milei nos está partiendo al medio».
ALF, el Chavo y el Ratón Pérez: la militancia de la nostalgia
Labarta arranca con una confesión: colecciona muñecos de ALF y defiende la serie como «una obra maestra que no envejece». Pero rápidamente salta a lo político: «La nostalgia es un arma peligrosa. Decís ‘todo tiempo pasado fue mejor’ y te olvidás de que en los ’80 también había inflación y crisis». Su teoría se prueba con un ejemplo cotidiano: «Ahora los pibes dicen ‘hada de los dientes’ en vez de ‘Ratón Pérez’. ¡Casi le doy un bife a una nena! ¿Dónde quedó nuestra identidad?».
El debate se vuelve generacional cuando habla de series como El Zorro: «La escenografía era de cartón, pero la historia nos atrapaba. Hoy los pibes ven Marvel y ni saben que antes existió el Hombre Araña». Para él, este choque cultural explica parte del desencanto político: «Si perdés los símbolos, perdés la brújula».
El gobierno de Alberto Fernández: «Timorato y sin huevos»
Sin pelos en la lengua, Labarta analiza su propio bando: «Alberto fue un Presidente sin conducción. Con Vicentín, teníamos que haber estatizado y no lo hicimos. ¡Arrugamos! Esa fue la gota que derramó el vaso». Reconoce logros, como el manejo de la pandemia («salvamos vidas»), pero se clava en los errores: «Quiso quedar bien con todos y terminó mal con todos. Milei, en su locura, al menos rompe huevos».
Sobre Cristina Kirchner, admira su «jugada magistral» de 2019 («con dos mangos armó una lista y ganó»), pero critica el costo: «Pagamos caro poner a Alberto. Fue como operarse con un médico de YouTube: terminamos en terapia intensiva».
Milei: «Bajó la inflación… ¿a qué precio?»
Labarta no niega los números: «Si la inflación bajó al 2%, es un alivio. Pero es como matar a alguien para curarle la fiebre: ¿de qué sirve si el país está en coma?». Desmenuza las trampas: «Congelaron precios, liberaron importaciones y maquillaron el INDEC. Hasta echaron a la directora del IPC… ¡pero como no sale en los medios, parece que no pasó!».
Su crítica más feroz, sin embargo, es cultural: «Milei normalizó el odio. Ahora festejan despidos, escupen a los ‘bolivianos’ y dicen ‘zurdo de mierda’ como si fuera un saludo. Eso no pasaba ni con Macri». Compara el clima social con la dictadura: «El discurso de ‘ir a matar’ ya no es metáfora. Este tipo es un psicópata con poder».
El peronismo local: «En Villegas, remendamos la terminal y esperamos»
En su ciudad natal, el peronismo gobierna desde hace un año tras ocho en la oposición. Sobre el intendente Gilberto Alegre, Labarta es práctico: «Hace lo que puede: remoza la terminal, apuesta al Alonso… pero sin plata, es como pintar un paredón rajado». Sobre su espacio, el kirchnerismo, reconoce: «La sociedad nos dijo ‘esperá tu turno’. Ahora acompañamos sin joder, pero en 2026 habrá que pegar el volantazo».
El diálogo deriva en anécdotas: «En los ’90, armamos el básquet de Atlético con rifas y empanadas. Hoy los pibes militan a los 13 años… ¡eso me da esperanza!».
Kicillof vs. Cristina: «Diferencias sí, pero el peronismo no se rompe»
Al ser consultado sobre las tensiones entre Axel Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner, Labarta no evade el tema: «Sí, hay diferencias reales, y es algo que no me gusta. No es una disputa con sentido práctico ni político, pero existen». Con pragmatismo, explica: «En mi organización trabajamos para achicar esas distancias. El peronismo no es una secta: hay espacio para debates, pero sin olvidar que somos un movimiento».
Sobre el rol de la ex Presidenta, es contundente: «Cristina sigue conduciendo al peronismo. No solo como presidenta del PJ: su experiencia es vital. Sin ella, en 2019 no existía el Frente de Todos». Sin embargo, marca límites: «El peronismo es más que un apellido. Si queremos volver, hay que renovar sin traicionar. Axel tiene su lugar, pero no a costa de dividir».
La pregunta sobre un eventual «post-kirchnerismo» lo exaspera: «Es como hablar de post-peronismo. El kirchnerismo es la versión actualizada de nuestra doctrina. ¿O alguien cree que Menemismo y kirchnerismo son lo mismo?». Y lanza una advertencia: «Si nos peleamos por siglas, Milei nos pasa el trapo. Hoy toca sumar, no restar».