En una nueva entrega de Goyo el Memorioso, el ciclo conducido por Román Alustiza, se revivió la figura de Oreste Crusat, un hombre que dejó una huella imborrable en la historia de General Villegas y, especialmente, en el Club Eclipse.
“Oreste era un emblema, un símbolo de Eclipse, pero también de la sociedad villeguense”, expresó Alustiza al inicio de su relato. Nacido en 1916, Crusat fue el sexto de nueve hermanos y desde muy pequeño debió enfrentar la adversidad tras la temprana pérdida de sus padres. Con esfuerzo, comenzó a trabajar como cadete en una farmacia, llegó a ser administrador del hospital y encontró en el fútbol su gran pasión.
El Club Eclipse, fundado en 1924, lo tuvo como jugador y luego como dirigente. “Si no hubiera sido tan chico cuando se fundó, también habría sido fundador”, señaló Alustiza, destacando la profunda identificación de Crusat con la institución. Su compromiso con el club se extendió por 28 años en la presidencia, un período clave en el crecimiento de Eclipse. “De los 100 años que tiene el club, casi 30 fueron presididos por Oreste, y fue una época dorada”, afirmó.
Pero su influencia trascendió lo deportivo. En 1949, se asoció con Alberto Bas para fundar una farmacia que se convirtió en un ícono de Villegas. “Fueron 40 años juntos y nunca se escuchó una discusión entre ellos”, recordó Alustiza. Su generosidad era reconocida por todos: si alguien necesitaba un medicamento y no podía pagarlo, Crusat se lo entregaba de igual manera. “Si lo podés pagar en algún momento, lo pagás, y si no, no lo pagues”, solía decir.
En 1971, la farmacia sufrió un incendio devastador, un hecho que quedó grabado en la memoria de los villeguenses. “No quedó absolutamente nada. A raíz de ese incendio se creó el Cuerpo de Bomberos Voluntarios”, rememoró Alustiza.
El compromiso de Crusat con la comunidad se reflejó en múltiples espacios. Integró la Sociedad Española de Socorros Mutuos, participó en la Comisión de Fiestas Públicas, fue parte del Consejo Municipal de Promoción y Desarrollo y también de la asociación ACER (Hacia Adelante con Empuje Realista).
Uno de los momentos más recordados de su trayectoria en Eclipse fue la construcción del gimnasio del club, un proyecto que parecía imposible en su momento. Para financiarlo, Crusat impulsó la venta de 100 televisores en una época en la que en Villegas aún no se veía televisión. “Le dijeron que estaba loco, pero él solo vendió 68”, contó Alustiza.
Su vida estuvo marcada por el esfuerzo, la pasión y el compromiso con su comunidad. Hasta sus últimos años, siguió ligado a Eclipse. “No había un día en su casa en que no se hablara del club”, recordó Alustiza. En su vejez, veía los partidos desde su auto, estacionado en una esquina del estadio. Una anécdota lo pinta de cuerpo entero: en un partido, al cambiar las camisetas, Crusat confundió los colores y festejó un gol del equipo rival tocando la bocina.
Oreste Crusat fue mucho más que un dirigente deportivo. Fue un referente del trabajo comunitario, un hombre cuya palabra tenía el peso de un contrato y cuya generosidad dejó una marca imborrable en General Villegas. “Toda la juventud que hoy trabaja por Eclipse sería imposible sin hombres como Oreste Crusat”, concluyó Alustiza, rescatando su legado.