El defensor emblema del Tambero sigue vigente a sus 43 años. En diálogo con OVACIÓN, habló de su presente, la difícil decisión de dejar el fútbol, la lesión de Gerónimo Núñez y el momento de Fútbol Club Bunge.
Por más que los años pasen, Marcelo Arozarena sigue firme en la última línea de Fútbol Club Bunge. Ídolo indiscutido, líder natural, y dueño de una vigencia admirable, el «Chelo» se convirtió en una figura que trasciende camisetas y temporadas. A sus 43 años, el experimentado defensor no solo sigue compitiendo en un altísimo nivel, sino que mantiene viva una pasión, que como él mismo dijo forma parte de su ADN.
«Trabajo para que el físico me acompañe, y por suerte todavía me responde. No sufro tanto los partidos desde lo físico, sí por los buenos delanteros que hay», reconoció Marcelo entre risas. Sin embargo, el paso del tiempo ya comienza a marcar presencia. «A veces uno hace la cuenta de que estamos ahí, cerca, pero todavía no me imagino dejando», confesó.
Arozarena se sinceró y reflexionó sobre lo que significa el deporte en su día a día: «El fútbol es mi cable a tierra. Me despeja del trabajo y de las obligaciones. Hoy lo disfruto mucho con mi familia, que me acompaña a todos lados. Eso es fundamental. No sé cómo sería no jugar. No imagino mi vida sin el fútbol», expresó.
La charla también abordó el presente del Tambero, que ha sufrido bajas sensibles en este Apertura. La reciente y grave lesión de Gerónimo Núñez (ruptura del tendón de aquiles) sacudió al plantel que dirige Diego Ruiz. «Cuando pidió el cambio, me di cuenta que era grave. Él no mezquina nada, juega como sea. Fue un golpe duro, como nos sucedió el año pasado con Leandro Cuomo”, lamentó.
La baja de Núñez no solo deja un hueco futbolístico, ya que por reglamento Bunge no puede reemplazarlo. «Eso cambió hace un par de años. Es una lástima, porque perdemos a un jugador clave y no hay forma de cubrir ese lugar», subrayó el Chelo.
Sobre las chances de pelear el Apertura, el defensor se mostró realista: «Matemáticamente hay chances, pero los de arriba están muy firmes. Vamos a usar lo que queda para encontrar el equipo, porque entre lesiones y expulsiones, nos costó mantener una base», dijo, sin perder el compromiso que lo caracteriza: «No vamos a bajar los brazos».
La charla también se centró en lo que fue la derrota ante Ingeniero, un golpe duro que dejó complicado al Tambero de cara a la pelea por el título. «Dentro de todo hicimos un buen partido, estuvimos a la altura. No entendí la expulsión de Cháves, pero bueno. Le jugamos de igual a igual a uno de los candidatos teniéndo un jugador menos desde el minuto cinco. Demostramos que estamos para pelear con cualquiera», destacó.
La historia de Arozarena se escribe domingo a domingo. Y aunque sabe que el final está cerca, su entrega y el amor por su club se mantienen intactos. «Esto es paso a paso, como decía Mostaza Merlo. Mientras el cuerpo aguante y la pasión esté, voy a seguir jugando», concluyó.
