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sábado, septiembre 13, 2025
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El alma cordobesa en cada paso: una travesía por Traslasierra con Herencia Viajera

Romina Domínguez, referente de Herencia Viajera, volvió a sumarse a los micrófonos del programa para compartir una propuesta tan cautivadora como profunda: redescubrir la región de Traslasierra, en Córdoba, desde una mirada consciente, íntima y alejada de los circuitos turísticos tradicionales. La charla derivó en un viaje imaginario que despertó recuerdos, sensaciones y, sobre todo, ganas de salir a recorrer.

Traslasierra, según contó Romina, no es solo un destino geográfico. Es un territorio emocional, un rincón de la Argentina que se vive con los cinco sentidos y que parece haberse detenido en el tiempo. Pueblos que conservan intactas sus tradiciones, mujeres tejedoras que cantan coplas mientras hilan, caminos que invitan a frenar, a respirar y a conectarse con lo simple.

“Córdoba tiene muchísimo para ofrecernos –señaló Romina–, igual que todas las provincias de la Argentina. Pero hoy vamos a un rinconcito del mapa, a una zona donde el silencio es protagonista y las experiencias valen más que las postales.” Desde esa perspectiva, la propuesta de Herencia Viajera se orienta a quienes desean algo más que una escapada: buscan sentir la identidad de un lugar, compartir con su gente y ser parte de su ritmo.

Villa de las Rosas: un pueblo que huele a pan y suena a coplas

El itinerario sugerido arranca en Villa de las Rosas, un pueblo encantador, pequeño, cálido y rebosante de color. Rodeado de frutales, con alojamientos rústicos –como posadas de adobe o cabañas entre la vegetación–, este rincón serrano concentra buena parte del espíritu de la región. Cada sábado se realiza allí una feria artesanal que combina sabores, aromas y texturas: pan con chicharrón, dulces caseros, quesos de cabra, tejidos teñidos con elementos naturales como cáscara de cebolla o tinturas extraídas de la hojarasca.

Una de las imágenes más potentes que dejó Romina fue la de las tejedoras que, mientras hilan, entonan coplas suaves dirigidas a la Pachamama. “Si no cantan, la lana se enreda”, explican. Así, el canto acompaña el gesto y lo vuelve ritual. No es espectáculo, es tradición viva. Es historia oral que se perpetúa a través de la melodía.

San Javier y Luyaba: el viaje continúa entre barro y fogones

Desde Villa de las Rosas, el camino sugiere continuar hacia San Javier, donde el barro toma protagonismo. Allí, se puede visitar talleres de ceramistas locales que no solo muestran su arte, sino que invitan a los viajeros a ensuciarse las manos, moldear sus propias piezas y luego compartir una comida en casas de familia. La gastronomía regional también se expresa con fuerza en este punto del recorrido: empanadas de carne cortada a cuchillo, cabrito al horno de leña, arrope de chañar y vinos orgánicos. Todo servido en un ambiente de música en vivo, fogón y charla compartida.

Luego, la propuesta sigue hacia Luyaba, un pueblo poco conocido pero con un valor cultural inmenso. Allí, caminar entre algarrobos y conversar con los pobladores mayores permite descubrir formas de vida que parecen lejanas, pero que aún laten con fuerza. Muchos de ellos vivieron sin luz, sin autos, con lo justo. Y en ese entorno, cocinan recetas que no figuran en libros ni en internet: sobreviven en la memoria, en la experiencia y en el corazón de quienes las heredaron. “Esas recetas hay que ir a buscarlas a donde están vivas”, remarcó Romina.

La Población: infusiones, saberes y una capillita colonial

Como cierre del recorrido, Romina compartió una joya escondida: en La Población, otro pequeño pueblo de la zona, se encuentra una antigua capilla colonial rodeada de un jardín de hierbas medicinales. Allí, los visitantes pueden preparar sus propias infusiones, combinar plantas según sus propiedades y aprender sobre un saber ancestral que se transmite con generosidad y orgullo. Un cierre perfecto para un viaje que apela al cuerpo, la mente y el espíritu.

Turismo de cercanía, turismo del alma

Durante la charla, no faltaron anécdotas, mensajes de oyentes que revivieron sus propias visitas a la región y hasta menciones de villeguenses que hoy eligen esa vida tranquila, como Marita Cognini, quien se trasladó a Villa de las Rosas hace un par de años y actualmente vende sus artesanías en la feria local.

Romina remarcó que este tipo de recorridos pueden hacerse tanto por cuenta propia como con el acompañamiento profesional de Herencia Viajera, que se especializa en diseñar experiencias a medida. “Cada viaje es único –explicó– y tiene que responder a los deseos de quienes lo emprenden.” Para consultas, la línea de contacto es 3388-538273.

Entre sueños y caminos

En medio del entusiasmo compartido con Lorena y Jorge, también se habló de rutas alternativas –como hacer noche en Merlo, San Luis, y cruzar luego por el Camino de las Altas Cumbres–, de microclimas ideales para el descanso, y hasta de pendientes personales, como una visita al Museo Rocsen de Nono, que sigue en la lista de Jorge.

Pero más allá de los destinos concretos, la invitación de Romina fue clara: viajar es mucho más que trasladarse. Es soñar antes, vivir durante y recordar después. Y si ese viaje, además, nos conecta con nuestras raíces y con la gente que mantiene vivas las tradiciones, entonces el recorrido vale el doble.

Porque como dijo Romina antes de despedirse, “nuestro país tiene tanto para ofrecernos”. Y Traslasierra es, sin dudas, una de esas regiones donde lo simple se vuelve extraordinario.