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miércoles, julio 30, 2025
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Con la flauta como bandera: Walter Mackay y una nueva gira internacional que celebra 42 años de música

Desde Portugal, Walter Mackay repasa la historia del grupo que fundó junto a su hermano Ariel. Cuatro décadas de música, viajes, aprendizajes y escenarios que llevan el nombre de Villegas al mundo.

Los acordes del folclore argentino se oyen con fuerza en tierras lusas. Y es que en Portugal, a miles de kilómetros de General Villegas, Walter Mackay y su hermano Ariel están escribiendo un nuevo capítulo en su extensa trayectoria musical. Con más de cuatro décadas sobre los escenarios, Los Mackay viven su décima gira internacional en Europa. En diálogo con el programa GPS Villeguenses por el Mundo, Walter compartió una charla repleta de anécdotas y reflexiones sobre un camino construido con esfuerzo y fidelidad a la música.

Una gira exigente, intensa y llena de emociones

El grupo llegó a Portugal a mediados de julio para encarar una gira junto a la compañía artística La Marrupeña, de la localidad santafesina de Santa Isabel. Desde su llegada, el ritmo ha sido arrollador: en solo siete días realizaron trece presentaciones en distintas ciudades y pueblos del centro del país. “Es demasiado, ya sentimos el cansancio”, reconoce Walter, aunque admite que el entusiasmo sigue intacto. Pronto se trasladarán al norte, a la región de Oporto, donde continuarán con más shows, ahora con algunos días de descanso programados.

Actúan en escenarios diversos: desde festivales con tres mil personas hasta espacios más íntimos con público reducido. Pero lo que no cambia es el impacto de su propuesta: música argentina con identidad, rigor escénico y una gran respuesta del público. “Portugal es un país maravilloso. Cada ciudad es distinta y cada noche una experiencia única”, destaca.

De Villegas al mundo: los inicios de una pasión

La historia de Los Mackay comenzó en 1983 en el salón parroquial de General Villegas. Pero sus raíces se hunden mucho antes, en su infancia, cuando su padre –fanático del folclore– los llevó a aprender música a la banda local dirigida por el maestro Alfredo Rey. “Estudiábamos hasta diez horas por día”, recuerda Walter, quien comenzó con el clarinete y luego se volcó a la flauta dulce, su instrumento distintivo.

A los 18 años, Walter ganó junto a Ariel el Pre Cosquín y esa misma temporada fue invitado a tocar en el escenario mayor del festival, lo que derivó en una gira junto a Rubén Durán. Allí comenzaron a vivir de la música, alquilaron un departamento en Buenos Aires y se formaron profesionalmente. “Hicimos 168 shows en un año. Fue muy intenso, pero también fundacional”, resume.

La flauta dulce como identidad y originalidad

El instrumento que define a Walter es la flauta dulce, un elemento casi inédito en el folclore argentino. Esa particularidad se convirtió en sello del grupo. “Nunca me crucé en Argentina con otro músico que toque flauta dulce en folclore”, comenta. Y recuerda que en el conservatorio lo llamaban “el gaucho Mackay” con cierto tono despectivo, pero que luego demostraba que podía interpretar tanto obras clásicas como populares con la misma solvencia.

Junto con Ariel –compositor y arreglador de todos los temas del grupo– han registrado más de 114 obras en SADAIC. De sus cinco discos editados, el primero fue lanzado en 1997 en formato casete. Hoy proyectan una nueva producción, ya pensada para plataformas digitales, que reúna canciones propias e instrumentales.

Un cóndor en el aire: la anécdota que les abrió Europa

En 2006, durante su primera gira a Portugal, una interpretación del tema “El Cóndor Pasa” cambió el destino del grupo. Fue tal la repercusión que fueron convocados al Oscar Mundial del Folclore y comenzaron a recibir propuestas desde distintos países. “Fue por ese tema que todo se abrió. Lo tocamos en una plaza y al otro día ya nos habían comprado pasajes y contratado para representar a Argentina”, cuenta Walter.

Desde entonces, recorrieron España, Francia, Rumania, Serbia, Croacia, Bulgaria, Rusia y más. Aún sueñan con visitar República Checa y Austria, y han recibido propuestas desde Japón y Filipinas. “Si se dan las condiciones, iremos. Pero siempre con un espectáculo bien preparado, como debe ser”, aclara.

Una troupe bien villeguense

En esta gira, Los Mackay están acompañados por el percusionista Santiago Monterrosa, también villeguense, y por dos jóvenes bailarines del Partido de General Villegas: Victorio Viado (Santa Regina) y Juan Centeno (Charlone). Ambos se integraron al ballet de La Marrupeña y han vivido esta experiencia con una intensidad conmovedora. “Los he visto llorar de emoción después de un show. Es hermoso lo que les está pasando”, comenta Walter.

La voz en escena la pone Gustavo Bonfigli, locutor nacional y actor reconocido por su trabajo en publicidad y televisión. “Es la primera vez que llevamos un locutor profesional. El resultado fue tan bueno que ya queremos tener uno para siempre”, confiesa.

Hermanos, músicos y compañeros de vida

Después de 42 años compartiendo escenario, Walter y Ariel siguen siendo una dupla sólida. “Jamás nos peleamos. Podemos tener diferencias artísticas, pero siempre llegamos a un acuerdo”, dice Walter. Mientras Ariel se encarga de la parte musical y compositiva, él asume la logística, las contrataciones y la organización.

A la hora de definir las virtudes de su hermano, no duda: “Ariel puede armar un espectáculo completo en una tarde. Tiene un oído privilegiado, compone, escribe, arregla y canta con una voz única”. Ariel, a su vez, valora en Walter la capacidad para llevar adelante cada proyecto, tomar decisiones y sostener la estructura del grupo.

Proyectos, sueños y el show que está por venir

Para el corto plazo, Los Mackay tienen un objetivo claro: grabar un nuevo álbum con temas propios, con invitados especiales y con el sello sonoro que los caracteriza. Además, planean presentar el espectáculo junto al ballet La Marrupeña en distintas ciudades durante el verano.

“La vida es el show que está por venir. Seguimos tocando con la misma pasión que cuando empezamos”, dice Walter. Y aunque ya no buscan actuar en cualquier lugar, sí eligen con cuidado dónde presentarse y con qué condiciones.

A futuro, también sueña con que algún hijo se sume al proyecto, aunque reconoce que por ahora cada uno tomó su propio rumbo. “Lo intentamos. Pero quién sabe, quizás algún día”, desliza.

Un mensaje a los nuevos artistas

Antes de cerrar la charla, Walter deja un mensaje para las nuevas generaciones de músicos villeguenses. “Que toquen en todos lados. Que se muestren, que se preparen. No se puede subir a un escenario sin estar listo. Hay que ensayar, estudiar, dar lo mejor siempre”, aconseja. Y enfatiza que la música es trabajo, pasión y responsabilidad. “El músico quiere escenario. No hay nada más lindo que eso”.