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jueves, agosto 14, 2025
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Mario Piacentini, el hombre que vio antes lo que otros no veían

Román Alustiza evocó en “Goyo, el Memorioso” la figura de Mario Piacentini, padre de la era moderna de Actualidad, a 16 años de su fallecimiento. Un homenaje repleto de emoción, anécdotas y admiración

Hay personajes que se convierten en parte del alma de un pueblo. No por títulos nobiliarios ni por cargos públicos, sino por lo que dejan: una huella profunda, un legado que continúa vivo en la memoria colectiva. Uno de esos hombres fue Mario Carlos Piacentini, fundador del diario Actualidad, emprendedor incansable, comunicador provocador y soñador a tiempo completo. A 16 años de su fallecimiento, el ciclo radial “Goyo, el Memorioso” le dedicó un homenaje entrañable, repleto de anécdotas, emociones y recuerdos compartidos.

De Bragado a Villegas: los orígenes de un pionero

Mario nació en 1946 en Bragado, pero su destino estaba lejos de quedar anclado en ese punto del mapa. Hijo de Armando Piacentini y Blanca Pedelac, creció en el vaivén itinerante del ferrocarril, como muchos hijos de ferroviarios. Pronto recaló en General Villegas, donde su vida comenzó a entrelazarse con las calles del pueblo que más tarde lo adoptaría como propio.

Cursó sus primeros años en la Escuela Nº17 y, como todo joven inquieto, probó varios caminos. Pocos recuerdan hoy su etapa como boxeador amateur. Sin embargo, Alustiza no solo la rememoró, sino que aportó datos vívidos: “Lo vi pelear en el viejo cine Mireya, en combates con Miguel ‘el Loco’ Viñez. No le vi ganar, pero sí le vi coraje”. Para quienes no lo vivieron, el cine Mireya –luego convertido en Rex y más adelante en el Puerto Bailable– fue escenario de festivales de boxeo donde los jóvenes se batían a duelo con una mezcla de honor y sueños.

Aventurero, comerciante y hombre de radio

Más allá del ring, Mario también fue aventurero. Junto a un amigo se embarcó en un barco carguero rumbo al Líbano. Según contaron, la travesía incluía el transporte de ovejas, pero, como dijo Alustiza, “solo ellos sabían realmente a qué iban”. Lo cierto es que aquel viaje terminó en España, dejando una estela de historias que Mario contaba con entusiasmo.

Antes de instalarse definitivamente en Villegas, vivió en La Pampa, trabajó en Formosa comercializando ganado y también lo hizo en su pueblo adoptivo. Pero fue en 1993 cuando encontró su verdadera pasión: resucitar el viejo diario de Conrado Nagore. Así nació la nueva etapa de Actualidad, con Mario al frente y Susana Arribas –su compañera de toda la vida– a su lado, formando un equipo tan entrañable como visionario.

Mario y Susana, su esposa
La epopeya de crear un medio desde cero

Los comienzos fueron tan difíciles como audaces. Las notas se redactaban en Villegas, se editaban en El Ojo Ameghinense –que tenía computadora y software de diseño– y luego se imprimían en La Opinión de Trenque Lauquen. Era un triple salto logístico, que solo podía sostenerse con voluntad, esfuerzo y una fuerte convicción.

Con el tiempo, Mario y Susana lograron comprar computadoras, lo que permitió centralizar todo en Villegas. El diario pasó a tener su redacción y edición en calle Arenales, en el mismo local donde tiempo antes había funcionado el correo y hasta una casa de deportes. Andrea Pedrini, aún hoy secretaria y “dama de hierro” del equipo de Actualidad, estuvo allí desde el primer día. Luego llegaron las máquinas impresoras, primero una Cabrenta y luego una Garaventa, lo que permitió finalmente imprimir el diario en casa.

Un hombre que siempre fue por más

Mario Piacentini no sabía quedarse quieto. Fue ampliando el medio: compró FM Villegas, desarrolló una programación sólida y profesional, y sumó coberturas deportivas, transmisiones en vivo, la edición digital del diario y nuevas secciones que marcaron época, como la inolvidable “Los chismes de Paco”. En esta columna, escrita con pluma filosa y sentido del humor, anticipó lo que hoy conocemos como redes sociales: rumores, primicias, curiosidades de pueblo que se leían con una mezcla de picardía y ansiedad.

Su estilo era único. Punzante, provocador, desafiante. “Pasaba algo en el pueblo y todos esperaban qué iba a decir Piacentini”, recordó Alustiza. Había quienes lo aplaudían y quienes lo criticaban, pero nadie podía ignorarlo. Su palabra generaba reacciones. Su figura, respeto.

Anécdotas que pintan al personaje

Durante el homenaje radial, Alustiza compartió una serie de anécdotas que retratan la personalidad de Mario. Como aquella noche de boxeo en el Prado Español, donde el relator hablaba de “más de 500 personas” y el boletero le corrigió: “Vendí 338 entradas”. Mario, lejos de enojarse, lo tomó con humor… hasta que escuchó a otra radio diciendo que había “una multitud de 1.092 personas”. “Estos son más mentirosos que nosotros”, le dijo con una sonrisa.

O la velada en el club Sportivo, donde el termo no llevaba café sino champagne. “Mario soplaba el vaso como si fuera té y la gente pensaba que estaba tomando algo caliente”, contó. Cuando el termo se vació, mandó a buscar más con una promesa: “Mañana te lo pago cuando venga a tomar el cafecito”. Todo era así con él: espontáneo, audaz, desbordante de vida.

En FM Actualidad, con Antonio Carrizo
El que vio antes lo que otros no veían

En la charla se definió a Mario con una frase que condensa su esencia: “Donde otros veían una pila de papel, Mario veía un diario. Donde otros escuchaban una radio, él soñaba con tener una propia”. Y más: “Creó un mercado de medios en Villegas. Hoy, gracias a eso, muchas personas viven del periodismo. Antes era solo vocación. Él abrió el camino”.

Su compromiso con la profesión fue mucho más allá del plano local. Presidió APEBAL, integró el Consejo Directivo de ADEPA, fundó Edición Nacional y tejió redes con medios de todo el país. Siempre iba al frente, nunca le decía que no a una propuesta nueva. Tenía una mirada nacional sin perder nunca el arraigo local.

Mario falleció en 2009, a los 63 años. Su muerte fue un golpe duro, inesperado. Hoy, a 16 años de aquel adiós, su legado está más vivo que nunca. En el diario que fundó. En la radio que rescató. En las voces que formó. En la comunidad que ayudó a consolidar. En sus hijos, en su compañera de vida, en quienes lo conocieron y en quienes, sin haberlo tratado, se ven atravesados por el impacto de su obra.

“Vamos a buscarle la vuelta”

Esa era una de sus frases más características. Cuando alguien le traía una idea, una propuesta, un proyecto, Mario no ponía peros. Respondía con esa actitud entusiasta y emprendedora que lo definía: “Vamos a buscarle la vuelta”. Y así fue como le encontró la vuelta a todo: al diario, a la radio, a la vida misma.

El programa “Goyo, el Memorioso” cerró con un audio suyo, donde evocaba con humor y picardía los códigos de honor de su niñez. Era Mario en estado puro: irónico, tierno, agudo. Escucharlo fue como volver a tenerlo entre nosotros, aunque sea por un instante.