La historia de Enrique Erasmo “Quito” Specogna es la de un vecino que se ganó un lugar de privilegio en la memoria de General Villegas. No fue una sola faceta la que lo destacó: deportista, dirigente, escritor, periodista e incansable colaborador de instituciones, supo construir un legado que aún hoy es ejemplo de compromiso, trabajo y honestidad.
Nació en 1933 en Baradero, a orillas del río Paraná, en un hogar humilde formado por Pedro Specogna y Josefa García. Tenía apenas tres o cuatro años cuando la familia se radicó en General Villegas. Algunos de sus hermanos nacieron en su pueblo natal y otros ya en tierras villeguenses, fruto de la mudanza definitiva.
Cursó sus estudios primarios en la Escuela N° 17 y no pasó más allá de sexto grado, como era frecuente en aquellos tiempos, donde la educación formal quedaba muchas veces interrumpida por las necesidades laborales. Sin embargo, lejos de ser una limitación, su formación autodidacta y su curiosidad insaciable le permitieron convertirse en un verdadero referente cultural e histórico de la ciudad.

Trabajo, familia y un arquero campeón
La vida laboral de Quito comenzó temprano en el recordado “Barato Argentino”, ubicado en la calle Belgrano entre Moreno y Rivadavia, una tienda de gran tamaño que tiempo después sería destruida por un incendio. Allí conoció a quien sería su compañera de toda la vida, Adela. Ambos trabajaban en el local y, con el tiempo, iniciaron un noviazgo que culminó en matrimonio en 1957. El hogar se completó con la llegada de sus hijos, Perico y Teresa.
En paralelo con su trabajo, Quito comenzó a destacarse en el fútbol local. Debutó como arquero en Atlético Villegas siendo apenas un adolescente, de 15 o 16 años. No tardó en convertirse en pieza clave del equipo, alcanzando nada menos que siete campeonatos: 1948, 1949, 1950, 1951, 1953, 1954 y 1955.
Su paso por las canchas estuvo marcado por la técnica y la seguridad bajo los tres palos, pero, sobre todo, por un rasgo que lo definía como persona: la integridad. Una anécdota refleja esa virtud. En un partido ante Atlético de América, un disparo rival dio en el travesaño y picó claramente dentro del arco. El árbitro no convalidó el gol, pero fue el propio Quito quien lo llamó y le dijo que debía cobrarlo. Atlético terminó perdiendo 4 a 3, pero esa jugada quedó grabada como un ejemplo de caballerosidad deportiva. En aquellos años, ese gesto mereció elogios, incluso de sus propios hinchas, algo que en la actualidad probablemente generaría reproches.

Servidor público y gestor cultural
Luego de su etapa futbolística, Quito ocupó distintos empleos. En la Municipalidad de General Villegas se desempeñó como secretario municipal y como secretario privado del intendente. También tuvo un paso por el área de Cultura.
Pero su mayor aporte fue como historiador y escritor. Con una máquina de escribir o de puño y letra, sin las comodidades de internet ni computadora, reconstruyó historias, personajes y episodios que forman parte del patrimonio cultural local. Publicó al menos cinco libros: Pampa, pujanza y progreso; A General Villegas le faltan dos calles; Villegas Calle Un Siglo; 80 años de éxitos de Atlético y Semblanzas Deportivas. Este último es considerado por muchos amantes del deporte como “la Biblia” de la historia deportiva villeguense.
Además, produjo numerosos folletos y publicaciones breves, siempre con un fin solidario: lo recaudado se destinaba a instituciones como la Escuela Especial, los Bomberos Voluntarios, la parroquia o los clubes locales.
Periodista y fundador de un diario
Quito también dejó su huella en el periodismo. Fundó y dirigió el diario La Voz de Villegas, que más tarde vendió a fines de los años 80 a Miguel Torús. Participó en programas radiales y televisivos, comentando partidos de fútbol y narrando historias de la comunidad. En los primeros años de las FM locales, su voz fue parte de las transmisiones deportivas. También colaboró con distintos medios gráficos, incluido Diario Actualidad.
Compromiso con las instituciones
El compromiso comunitario de Quito fue amplio y sostenido en el tiempo. Fue presidente de Unión Deportiva, fundador y secretario de Bomberos Voluntarios en 1971, e integró comisiones del Centro de Empleados de Comercio, del Club Defensores de Villegas y del Club Ruta 188, entre otras entidades. Su presencia activa en la vida institucional era sinónimo de colaboración, trabajo y responsabilidad.
En 1992, el Concejo Deliberante lo declaró “Personalidad Ilustre” de General Villegas. Una calle lleva su nombre como homenaje permanente a su trayectoria.
Su amor por Atlético Villegas trascendió generaciones: su hijo Perico y su nieto Martín también fueron arqueros del club. Ambos, además, siguieron el camino del periodismo deportivo. Perico jugó incluso en las divisiones inferiores de Independiente de Avellaneda, y Martín desarrolló una etapa laboral en medios de La Plata.
En 2001, poco después de publicar 80 años de éxitos de Atlético, Quito falleció. El libro, fruto de años de recopilación y trabajo, quedó como testimonio definitivo de su pasión y su compromiso. Sin él, gran parte de la historia que narró se habría perdido para siempre.
Hoy, sus obras son material de consulta en la biblioteca pública y en manos de vecinos que valoran su dedicación. Cada página escrita y cada historia recuperada son una invitación a no olvidar de dónde venimos y quiénes forjaron la identidad de General Villegas.
Enrique “Quito” Specogna fue, y seguirá siendo, un ejemplo de integridad, de amor por su pueblo y de entrega desinteresada.