Este martes 26 de agosto la comunidad de General Villegas se reunió para vivir la celebración central en honor al Beato Ceferino Namuncurá. La jornada comenzó con una procesión y continuó con la misa en la ermita de las calles Pichincha y Chassaing Sur. Al finalizar, los presentes compartieron un cálido encuentro con chocolate y tortas.
La fecha estuvo marcada por la emoción y el agradecimiento, ya que en los días previos se concretó la restauración de la imagen del Beato en Laboulaye, gracias a la solidaridad de la comunidad. Con un aporte total de 230 mil pesos en donaciones, fue posible realizar los trabajos de reparación que permitieron devolverle a la imagen su esplendor.
Desde la comisión destacaron la colaboración de todas las personas que aportaron para concretar la obra.

Ceferino Namuncurá (1886–1905) fue un joven mapuche nacido en Chimpay, provincia de Río Negro, hijo del lonco Manuel Namuncurá y de Rosario Burgos. Su vida estuvo marcada por el encuentro entre la cultura de sus ancestros y la tradición cristiana que conoció en su adolescencia.
Desde pequeño se destacó por su humildad y sensibilidad. En 1897, con 11 años, ingresó al colegio salesiano de Buenos Aires, donde se sintió atraído por la figura de Domingo Savio y expresó su deseo de ser sacerdote para ayudar a su pueblo. Tenía un gran amor por la fe, la educación y la música, lo que lo convirtió en un referente entre sus compañeros.
Sin embargo, su salud era frágil. En 1904 viajó a Italia junto a los salesianos para continuar su formación y estudiar en Turín y Roma. Allí fue recibido incluso por el papa Pío X, que lo bendijo y alentó. Lamentablemente, enfermó de tuberculosis y falleció en Roma el 11 de mayo de 1905, con solo 18 años.
Su figura se transformó en un puente entre la cultura indígena y el cristianismo, siendo considerado un modelo de fe, sencillez y entrega. Sus restos descansan actualmente en Fortín Mercedes, provincia de Buenos Aires.
El 11 de noviembre de 2007, Ceferino fue declarado beato por el papa Benedicto XVI, en una multitudinaria celebración en Chimpay, lo que lo convirtió en el primer indígena argentino en ser elevado a los altares.
