El recuerdo de Manuel Puig estuvo presente en el espacio radial de “Goyo el Memorioso”, donde cada semana se rescatan episodios y personajes de la historia local. En esta ocasión, la conversación giró en torno a la vida y obra del autor de Boquitas Pintadas y El Beso de la Mujer Araña, considerado uno de los escritores más influyentes de la literatura argentina del siglo XX.
Juan Manuel Puig nació en General Villegas en 1932. Fue hijo de Baldomero Puig, dueño de una vinería, y de María Elena Delledonne (Male). La familia vivió en distintas casas del pueblo, entre ellas una en calle Arenales y otra en San Martín. Puig asistió a la Escuela Nº 1, donde ya se destacaba como un niño aplicado, distinto a los demás.
Su madre lo llevaba al cine español casi todos los días y lo alentó en el camino artístico, primero en la música y luego en la escritura. Estudió en el Conservatorio con Luisa Sdrubolini y más tarde en colegios de Buenos Aires, hasta que en 1949 la familia se mudó definitivamente a la Capital Federal. Allí cursó arquitectura, filosofía y letras, pero pronto volcó su vocación hacia la literatura y el cine. Fue simpatizante y socio de Estudiantes de La Plata por el origen platense de su mamá.

Un trotamundos de las letras
Con una máquina de escribir Olivetti comenzó a dar forma a sus primeras historias. En 1968, mientras vivía en Nueva York, escribió su primera novela, La traición de Rita Hayworth. A lo largo de dos décadas publicó ocho libros que lo convirtieron en una figura reconocida internacionalmente.
Puig residió en Roma, París, Londres, Estocolmo, Nueva York, Río de Janeiro, México y Cuernavaca, ciudad mexicana donde falleció en 1990, tras una operación de vesícula que se complicó. Sus restos descansan en un panteón familiar en La Plata.
Resistencia en Villegas y consagración mundial
Aunque su obra fue celebrada en distintos países y traducida a varios idiomas, en General Villegas encontró al principio cierta resistencia. “En el pueblo muchos se veían reflejados en los personajes de Boquitas Pintadas y eso generó polémica. Al comienzo no fue aceptado, pero con el tiempo terminó siendo reconocido y admirado”, recordó Goyo.
De hecho, algunas de las adaptaciones cinematográficas de sus libros no pudieron proyectarse en Villegas y los vecinos tenían que viajar a Piedritas o a otros pueblos para verlas. Sin embargo, el tiempo consolidó su figura y hoy Puig es estudiado en universidades de Japón, Dinamarca, Italia y otros países.

El legado en la memoria villeguense
Su estilo rompió moldes y abrió un nuevo camino en la literatura argentina. Obras como El Beso de la Mujer Araña y Boquitas Pintadas marcaron un antes y un después, tanto en la narrativa como en el cine, con adaptaciones que trascendieron fronteras.
Puig nunca regresó a General Villegas. Las dificultades de su infancia y juventud, sumadas a la discriminación que sufrió, lo alejaron definitivamente de su ciudad natal. Sin embargo, su recuerdo permanece vivo entre los villeguenses.
“Él decía que lo peor era la muerte porque después la gente se olvidaba. No fue su caso, porque cada vez tiene más reconocimiento. Podemos hablar de la leyenda de Coco, como lo conocían en Villegas”, expresó Goyo.
En la actualidad, investigadores y estudiantes de distintos países llegan a la ciudad para recorrer los espacios vinculados a su vida: la Escuela Nº 1, el cine español y, especialmente, la Biblioteca, que conserva gran parte de su obra. También la casa de Patricia Bargero, quien vive en una de las casas que perteneció a Puig y ha estudiado en profundidad la trayectoria del escritor, convirtiéndose en referencia para quienes buscan acercarse a su figura.
“Con el correr del tiempo se agiganta la figura de Manuel Puig. Es motivo de orgullo para los villeguenses haber tenido a un escritor de su talla”, concluyó Goyo. Y aunque en su momento no fue profeta en su tierra, hoy el recuerdo de Manuel Puig se multiplica en cada homenaje, en cada lectura y en cada visitante que llega a General Villegas atraído por la obra del autor que convirtió la vida cotidiana en literatura universal.