Romina Domínguez, de Herencia Viajera, compartió en una charla la propuesta de recorrer dos provincias del noroeste argentino que, aunque menos visitadas que otras, sorprenden por la riqueza de sus paisajes, la calidez de su gente, su historia y su tradición cultural. Se trata de La Rioja y Catamarca, dos destinos que invitan a salir del guión turístico clásico y permiten vivir experiencias que permanecen en la memoria.
Domínguez destacó que muchas veces, cuando se habla del norte argentino, la mente viaja automáticamente hacia Salta o Jujuy. Sin embargo, La Rioja y Catamarca tienen atractivos únicos que merecen ser conocidos y disfrutados.
Una de las sugerencias de Herencia Viajera para quienes parten desde distintas regiones del país es aprovechar el trayecto. Hacer una parada en Córdoba, por ejemplo, permite comenzar el viaje con un descanso en ciudades como Villa Carlos Paz o Jesús María, combinando descanso y gastronomía. “Un buen salame casero, un cabrito, cosas que uno encuentra en el camino, ya son parte del disfrute antes de llegar al destino final”, explicó Romina.
El contraste es inmediato: del verde de las sierras cordobesas, se pasa a un paisaje árido, rojizo e imponente, propio del noroeste. La llegada a La Rioja se siente como ingresar en una dimensión distinta, con su capital provincial que conserva aún casas coloniales, plazas tranquilas y el ritmo pausado de la siesta.

Talampaya, un imperdible
Entre los atractivos de la provincia, Romina señaló que el Parque Nacional Talampaya es una visita obligada. Sus murallones de piedra rojiza superan los 100 metros de altura y resguardan millones de años de historia geológica. Las formaciones han sido bautizadas con nombres populares como “la catedral”, “el monje” o “el rey mago”, por sus curiosas formas.
“Es un lugar donde el eco del viento se convierte en parte de la experiencia. Un desierto imponente que uno no puede dejar de recorrer, siempre con guías o en vehículos autorizados por cuestiones de seguridad”, detalló.
El turismo aventura también tiene un lugar destacado: excursiones en 4×4 al atardecer, trekking de alta dificultad y experiencias para quienes buscan adrenalina en medio de paisajes extremos.
Cultura, artesanías y sabores
La Rioja conserva una profunda tradición de fe y de celebraciones populares. Música, danzas, artesanías y gastronomía se conjugan en festivales y encuentros comunitarios. Allí se puede disfrutar de un vino torrontés bien frío, acompañado de empanadas norteñas o un locro bien sustancioso.
Un punto recomendado es Chilecito, un pueblo rodeado de viñedos y custodiado por la cordillera del Famatina. Allí, el cablecarril minero -hoy convertido en atractivo turístico- cuenta la historia de la minería en la región. “Es un lugar para quedarse al menos dos o tres noches, explorar bodegas familiares, degustar vinos de altura y caminar por sus callecitas con la cordillera de fondo”, subrayó Romina.
Fiambalá y los paisajes catamarqueños
Catamarca sorprende con sus quebradas, montañas de colores y pueblos escondidos entre los cerros. Entre ellos, Fiambalá se destaca como un oasis en medio de la cordillera. Sus termas naturales, con piletas de distintas temperaturas, lo convierten en un lugar ideal para el descanso. Además, sus viñedos, ubicados a más de 1500 metros sobre el nivel del mar, producen vinos únicos en el mundo.
La provincia ofrece también volcanes, lagunas, salares y una fuerte tradición cultural. La Virgen del Valle, patrona de Catamarca, es centro de una de las festividades religiosas más importantes del país. En el terreno artesanal, los ponchos tejidos en telar y la joyería con piedras de la región son símbolos de la identidad local.
En cuanto a la gastronomía, los tamales, las humitas en chala y otras delicias típicas completan una experiencia que, aunque forma parte de Argentina, se siente muy diferente de lo que se acostumbra en la región pampeana.

El mejor momento para viajar
Romina recomendó evitar los meses de verano, cuando las altas temperaturas y la humedad dificultan el recorrido. La mejor época, aseguró, es entre agosto y octubre, cuando el clima es más agradable y permite disfrutar plenamente de los paisajes.
Un llamado a lo simple
Más allá de los destinos puntuales, Domínguez remarcó que este tipo de viajes invitan a valorar lo simple: recorrer en auto, detenerse en el camino, compartir un mate o un sándwich en medio de la ruta. “Hoy las redes sociales están llenas de esta idea del viaje simple. No se trata solo de llegar, sino de disfrutar el trayecto y de la compañía”, reflexionó.
Quienes deseen obtener más información o contratar alguna de las propuestas de Herencia Viajera, pueden comunicarse a través de Instagram @herencia.viajera o al celular 3388-538273.
Así, entre paisajes áridos y montañas de colores, vinos de altura y comidas típicas, artesanías y festividades, La Rioja y Catamarca se revelan como destinos capaces de sorprender y enamorar a cualquier viajero.