La médica psiquiatra y psicooncóloga villeguense Marina Hechem llegará a General Villegas invitada por el grupo Mujeres Entrelazadas, que cada mes de octubre, desde el 2024, realiza distintas actividades de concientización y prevención del cáncer de mama. En este contexto, la profesional dará charlas para Entrelazadas primero y abiertas a la comunidad después, con cupos limitados, bajo el título «Hablemos de ella», en referencia a la muerte.
Previo a su visita a la ciudad, dialogó con Celina Fabregues en el programa “Cuidarte Más”, que se emite los sábados por la 91.5 FM Villegas. Fue una charla profunda, necesaria y luminosa sobre lo que muchas veces se evita nombrar.
Marina Hechem, médica psiquiatra y psicooncóloga, oriunda de General Villegas, es reconocida por su trabajo en el acompañamiento emocional y espiritual de pacientes con enfermedades graves y sus familias.
La charla se convirtió en un encuentro íntimo, de esos que dejan una huella. Más allá de los silencios o de las creencias personales, el diálogo propuso detener el tiempo para pensar -sin miedo ni eufemismos- en un tema que a todos nos atraviesa: la muerte.
“Villegas es mi lugar”
Desde el inicio de la entrevista, la doctora Hechem expresó la emoción de volver a su tierra natal. “Villegas es mi lugar, obviamente. Agradezco tanto la convocatoria y que Villegas me tenga presente, como yo tengo presente a Villegas”, dijo. “Aunque no nos veamos, uno siempre está atento a ese hilo invisible que lo une a su lugar en el mundo”, expresó.
Hechem participó el año anterior del Octubre Rosa organizado por el grupo Entrelazadas, donde también compartió reflexiones sobre el cáncer y la importancia del acompañamiento. En esta ocasión, sin embargo, la propuesta es más amplia: hablar de la muerte, no desde la pérdida, sino desde el sentido.
“Creo que hablar de la muerte es hablar de la vida”, afirmó la médica. “Recordarnos cada tanto que somos mortales nos permite vivir un presente más real, más auténtico. Nos ayuda a dejar de postergar y a mirar con gratitud lo que sí tenemos hoy”.
El silencio médico y el miedo social
Hechem explicó que el tabú de la muerte no se da solo en los hogares, sino también dentro del propio sistema de salud. “En la formación médica, la palabra muerte prácticamente no aparece. En los libros y en las historias clínicas se evita nombrarla. Se escribe ‘ausencia de signos vitales’, ‘hora de óbito’, pero no se dice la palabra. Es como si al no nombrarla pudiéramos evitarla”.
Esa negación, dice, tiene consecuencias: “Los médicos, que deberíamos acompañar en los procesos de fin de vida, somos los primeros en escaparle al tema. Y no por falta de sensibilidad, sino por falta de formación. Nos enseñan a luchar contra la muerte, no a convivir con ella”.
En su experiencia como psicooncóloga y especialista en cuidados paliativos, Hechem observa que cuando se abren espacios para hablar del final de la vida, las personas lo agradecen. “No es que la gente no quiera hablar, lo que falta es un entorno que lo permita. El silencio muchas veces duele más que la palabra”.
Vivir con conciencia, morir con dignidad
Durante la entrevista, la conversación se desplazó del tabú hacia la posibilidad de elegir cómo queremos vivir y morir. Hechem remarcó la importancia de las directivas anticipadas -un derecho reconocido por ley en la Argentina- y de la toma de decisiones compartidas entre paciente, familia y equipo médico.
“Informar, acompañar y decidir son parte del respeto a la dignidad de las personas”, dijo. “Hablar de la muerte también es ejercer un derecho: el de prepararse, de no dejar pendientes, de organizar lo necesario. Es una forma de alivio, no solo para quien atraviesa la enfermedad, sino para los que quedan”.
Para la especialista, el hecho de que hoy la sociedad hable más de juventud eterna, de éxito y de felicidad permanente, también contribuye a esconder la finitud. “Vivimos en una cultura que evita envejecer. Se asocia la vejez con pérdida, con decadencia, cuando en realidad llegar a viejo es un privilegio. Cumplir años es maravilloso. No hay nada más humano que aceptar que somos finitos”.
La felicidad como construcción
La doctora Hechem habló también del sentido de la felicidad. “La felicidad no es un estado permanente, son instantes. Cada uno decide cuándo y cómo ser feliz. Y eso también tiene que ver con la muerte, porque cuando uno la recuerda, aprende a valorar más los momentos simples”.
En un pasaje íntimo, recordó cómo su conciencia sobre la finitud comenzó siendo muy joven: “Tenía veinte años, estaba embarazada de mi primer hijo, y me inscribí como donante de órganos. Sentí que era mi manera de cuidar la vida, incluso después de la muerte”.
Desde entonces, habla con naturalidad con sus hijos sobre temas que suelen postergarse: los papeles, los seguros, las claves, la donación. “No lo hago desde el miedo -aclara-, sino desde la responsabilidad. No tengo miedo de morirme, pero me duele pensar en dejar a quienes amo. Y esa diferencia lo cambia todo”.
El amor como forma de trascendencia
Hacia el cierre de la entrevista, Celina Fabregues le preguntó qué pasa después, cuando ya no estamos. Hechem respondió con una frase que resonó fuerte: “La gente no muere si alguien la recuerda. Trascender es dejar recuerdos. Es seguir vivos en la memoria de los demás.”
Y agregó: “Los humanos sabemos desde siempre que vamos a morir. En algún momento tenemos que hacernos cargo. Conversarlo, preparar, compartir también alivia al entorno. Si alguien puede decir: ‘Yo acompañé, yo estuve’, ese recuerdo transforma el dolor en amor”.
Así, entre silencios, anécdotas y verdades que tocan hondo, la doctora Marina Hechem nos recordó que hablar de la muerte no es convocar la tristeza, sino celebrar la vida en su totalidad. Porque en definitiva, como ella dice, “morir es tan natural como nacer. Lo importante es poder vivir -y partir- con conciencia, con amor y en paz”.