Romina Domínguez, referente de Herencia Viajera, compartió en diálogo con Actualidad una nueva propuesta para los amantes de los viajes con identidad cultural: un recorrido por Ecuador, un destino poco explorado por los argentinos, pero repleto de historia, naturaleza y tradiciones ancestrales.
“Ecuador es un destino diferente, exótico y accesible, donde conviven las alturas de los Andes, los mercados indígenas y la amabilidad de su gente. Es un viaje ideal para quienes buscan una experiencia distinta sin ir tan lejos”, explicó Romina, al presentar esta travesía que combina cultura, paisajes imponentes y costumbres profundamente arraigadas.
El itinerario comienza en Quito, la capital del país, a 2.850 metros sobre el nivel del mar. “Conviene dar los primeros pasos despacio -recomendó- porque el cuerpo necesita adaptarse un poquito a la altura. Pero después de unas horas, uno ya puede disfrutar sin inconvenientes”.
La capital ecuatoriana sorprende a los visitantes con su encanto colonial. Romina la describe como “una ciudad donde pareciera que el tiempo no corre”. Su casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un entramado de calles adoquinadas, iglesias antiguas y plazas llenas de vida.
“Las fachadas son blancas, los balcones están cubiertos de flores, las palomas llenan las plazas y el bullicio de los mercados callejeros le da un ritmo único a la ciudad”, detalló.
La gastronomía local también forma parte del recorrido: el locro de papa -una sopa espesa y sabrosa-, las empanadas de viento infladas como globos, y una curiosa bebida de color violeta elaborada con maíz morado, frutas y especias.
Además, quienes busquen una vista inolvidable pueden subir en el teleférico del Pichincha, que en apenas 20 minutos asciende hasta los 4.000 metros. “Desde arriba, Quito parece una miniatura bajo las nubes. Es una postal que no se olvida”, aseguró.
Otavalo, el corazón indígena del país
Desde Quito, la ruta continúa hacia Otavalo, un pueblo rodeado de montañas y plantaciones de aguacate. Allí se encuentra uno de los mercados artesanales más grandes de Sudamérica, un verdadero tesoro de tejidos y colores.
Romina destacó la atmósfera de respeto y silencio que caracteriza a este lugar: “Los otavaleños trabajan en completo silencio, y eso se respeta muchísimo. Las mujeres, con sus trenzas y collares dorados, tejen lentamente, como si el tiempo tuviera otro ritmo. Es una experiencia espiritual además de cultural”.
En ese entorno también se puede escuchar el idioma quichua, una de las lenguas ancestrales de Ecuador. “Cada gesto, cada saludo tiene un significado. Es una conexión con las raíces más profundas del continente”, señaló.

Naturaleza sagrada: lagunas, volcanes y espejos de los dioses
El itinerario propuesto por Herencia Viajera incluye también una parada en Cotacachi, un pequeño pueblo andino donde se encuentra la Laguna Sagrada, rodeada de islas verdes. “Allí se pueden hacer paseos en lancha o senderos panorámicos. Es un sitio que combina naturaleza, leyenda y espiritualidad”, contó.
Otro punto imperdible es Quilotoa, conocido como el “Espejo de los Dioses”. Se trata de un cráter profundo cuyas aguas cambian de color según la luz del día. “Dicen que verse reflejado allí trae buena suerte, y que el alma se purifica al contemplar ese espejo natural”, relató.
El recorrido continúa hacia Riobamba, una ciudad tranquila situada cerca de uno de los volcanes más altos del país. “Es el lugar donde uno realmente se siente cerca del sol -dijo Romina-. Conviven comunidades ancestrales que mantienen sus costumbres vivas y reciben al visitante con una calidez única”.

Un destino completo, entre cultura y playa
Aunque el eje del viaje es la ruta andina, Ecuador también ofrece playas paradisíacas sobre el océano Pacífico, con clima templado durante todo el año. “Se puede combinar perfectamente la montaña con la playa -indicó-. Es un país pequeño pero diverso, donde cada región tiene algo distinto para ofrecer”.
Romina subrayó que no se necesita mucho tiempo ni presupuesto para vivir esta experiencia: “Es un destino cercano, seguro, con buena infraestructura y mucha riqueza cultural. Se puede hacer en una semana o diez días sin problemas”.
Para quienes buscan vivir estas aventuras, la agencia sigue fiel a su lema: viajar con propósito, conectar con culturas y volver transformado.
Romina concluyó con una invitación: “Ecuador es una joya escondida, una ruta del alma andina que combina volcanes, tejidos, silencio y color. Anímense a descubrirla: los viajes que más marcan son los que nos enseñan a mirar distinto”.



