Emilio Vicente Solé nació en Roosevelt, partido de Rivadavia, pero desde muy chico vivió en General Villegas y creció como uno de los nuestros. Cursó en la vieja Escuela Nº 17, en la esquina de Belgrano y Castelli, y muy temprano descubrió su oído afinado y su voz para el canto: fue intérprete de tango y folclore, y pasó por orquestas que hoy llamaríamos “bandas”, como Unión, Los Muchachos y Los Rítmicos, estos últimos dirigidos por Dante Codutti (padre). A la par de esa veta artística, se forjó el vecino inquieto, hincha de Sportivo y de Boca, radical de fuste, con una familia tan vinculada a la radio que esa pasión terminó siendo el verdadero hilo conductor de varias generaciones.
Ya adulto, Solé trabajó en la propaladora de Claudio Fábregues, esos parlantes que colgaban en las calles o viajaban sobre autos y que “propalaban” avisos, comunicados y servicios. Cuando Fábregues se hizo grande, Emilio le compró el equipo y lo rebautizó “Sol Publicidad”. La historia cambió de golpe en 1972, cuando una ley provincial prohibió las propaladoras por considerarlas ruidos molestos en la vía pública. Don Emilio no se quedó quieto: transformó el problema en oportunidad y lanzó su gran criatura, la emisora de circuito cerrado LS73. Las siglas homenajeaban a la familia (LS por “Los Solé”) y el número recordaba el año de inauguración formal, 1973, cuando el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) lo obligó a encuadrar lo que en realidad venía funcionando desde 1971/72.
La odisea del circuito cerrado
LS73 fue un entramado técnico y barrial sin precedentes: cerca de mil aparatitos instalados en casas de toda la ciudad, conectados por un cableado que Emilio tendía de techo en techo. Uno encendía la perilla y ahí estaba “la radio de Solé”: pedidos de sangre, necrológicas, avisos comerciales, comentarios, servicios a la comunidad. En Rivadavia 1038, su domicilio, se recibían papelitos con saludos de cumpleaños; lo que hoy es un WhatsApp, ayer fue ese mensaje escrito a mano que alguien acercaba a la puerta. La emisora acompañaba en horarios extendidos, mañana y tarde, y se volvió costumbre encenderla “mirando el reloj”, porque Emilio ya estaba al aire.

Primeros relatos de la Liga: una mesa pionera
Además de la programación diaria, LS73 marcó un antes y un después en el modo de seguir el fútbol local. Fueron pioneros en las transmisiones de la Liga, en los partidos finales de 1973 y 1974: relataba Miguel Solé, comentaba Rodolfo Staffieri, los asistentes técnicos eran Alfredo Mancini y el propio Emilio Solé, y la locución comercial estaba a cargo de Susana Solé. En aquellos años sin celulares, los resultados de otras canchas llegaban por teléfono fijo desde bares o domicilios de hinchas; a las 20, con una cortina musical y el auspicio de Vino Resero, se “clavaban” todos los marcadores. En 1973 el campeón fue Sportivo Villegas; en 1974, Larroudé F.C. Aquella liturgia dominical educó a toda una generación de oyentes y hasta moldeó vocaciones periodísticas que nacían armando tablas con el semanario Crónicas de los sábados y las placas de resultados de LS73.
Una familia hecha de radio
La radiofonía fue el eje familiar. Miguel Solé, con voz potente y carisma, animó fiestas del sorgo en TV y fue de Atlético y San Lorenzo; Susana, de Atlético y River, quedó asociada a las tandas comerciales; Pablo, uno de los nietos, también siguió los pasos del clan. El propio Emilio dividía sus colores entre Sportivo y Boca, mientras en casa convivían pasiones cruzadas que nunca opacaron lo esencial: todos estaban unidos por el aire. La mesa familiar y el estudio compartieron techos y conversaciones.

Vanguardias, decisiones y la última etapa
Paradójicamente, quien inventó una radio “antes de la radio en FM” dejó pasar esa ola cuando irrumpieron las frecuencias moduladas. Pablo recordó que, si alguien tenía las condiciones para abrir una FM, era su abuelo; pero Emilio pensó que no “iba a andar”. Tal vez pesó el desgaste: había enviudado, luego sufrió la muerte de Miguel a los 47 -golpe del que Susana nunca pudo reponerse del todo- y, con los años, perdió la visión. Vivió mucho tiempo ciego y se le hizo cuesta arriba el final. Falleció en 2001, a los 84 años. La emisora de circuito cerrado funcionó en total alrededor de veinte años y marcó a fuego el paisaje sonoro de Villegas.
Un legado indiscutible
Emilio Solé fue, sin exagerar, el padre de la radio local. Lo fue por inventiva técnica, por servicio público, por haber tejido una red doméstica que convirtió cada living en receptor, y por haber hecho escuela: en la narración deportiva, en la animación, en la locución y en la idea –tan simple como poderosa– de que la comunidad se fortalece cuando se escucha a sí misma. Podrá discutirse la anécdota, el detalle o la cronología fina de algún episodio, pero no su condición de pionero. En la memoria colectiva de General Villegas, LS73 es más que una sigla: es el sonido de una época y el apellido Solé, un sinónimo de radio.



