El capitán de Santa Rita habló de la contundente victoria sobre Ingeniero, de su gol de antología y del disfrute de seguir vistiendo la camiseta del Lobo.
Santa Rita volvió a mostrar por qué es uno de los equipos más competitivos del fútbol villeguense. En una final durísima ante Ingeniero, el elenco piedritense se impuso con autoridad y uno de los grandes responsables fue Claudio “Choco” Farías, autor de un golazo que desató la locura en la tribuna y que terminó marcando la diferencia en la noche del Malbrán.
Farías, siempre decisivo en los partidos importantes, analizó la victoria con la calma de quien entiende este tipo de escenarios: “Fue un partido duro, jugamos contra un gran rival. Los primeros diez, quince minutos no la podíamos agarrar. Ellos tuvieron tres o cuatro claras y no las completaron. Después nos fuimos metiendo en el partido, lo manejamos y fuimos los ganadores”, aseguró.
El mediocampista, que se movió con absoluta libertad entre líneas, reconoció que ese detalle fue clave para su rendimiento: “Por ahí me sentí muy libre, ojalá siga así. Me dejaron jugar como a mí me gusta, ahí de enganche, tratando de agarrar casi todas las pelotas”. Y vaya si lo aprovechó.
Un gol para guardar
En la jugada que rompió el partido, Farías recibió la pelota abierto y no dudó: le pegó como en esos entrenamientos donde los arqueros sufren sin remedio. “Justo me la abren y me quedó. No es por nada, pero siempre en los entrenamientos de la Lauti Monza—el arquero de Reserva— se la pico, y por suerte siempre entran. Hoy se me dio y fue un lindo gol”, relató con una sonrisa que revelaba satisfacción pura.
Lo cierto es que fue un golazo, uno de los más lindos de su carrera, según él mismo admitió. Y lo hizo en una final, donde las piernas pesan distinto: “Nada, nada, no me pesa. La verdad es que lo tomo como un partido más. Me siento contento porque puedo estar adentro de la cancha, compartir cosas con mis compañeros, tengo amigos acá, así que estoy muy feliz”.
Jugar, disfrutar y competir
El Choco dejó en claro que para él el fútbol sigue siendo un juego. Que se toma las responsabilidades, claro, pero que en la cancha se divierte: “Cuando juego trato de agarrar todas las pelotas que pasen por mí. El cuerpo me lo pide. Y les pido a mis compañeros que me la den, aunque esté marcado. Me pone feliz jugar así”.
También hubo espacio para el humor. Tras el gol, sus compañeros lo cargaron con una “recompensa” simbólica: “Me dieron mil pesos, así que el gol vale nada más que mil”, bromeó, entre risas por lo que se venía en los festejos.
Reconocimiento para Ingeniero
En un gesto noble, el volante también valoró lo hecho por Ingeniero: “Hicieron un gran partido y murieron de pie. Si metían alguna de las que tuvieron al principio, cambiaba la cosa. O podía no cambiar, pero hubiera sido diferente”, concluyó.
