El volante del bicampeón Santa Rita analizó la consagración anual con honestidad, autocrítica y un agradecimiento profundo a un club que lo adoptó como pripio desde el primer día.
Gastón Regis habló con serenidad después de una final electrizante, pero cada una de sus palabras cargó el peso de un recorrido que lo tuvo como protagonista. Santa Rita volvió a coronarse campeón anual y el mediocampista, uno de los pilares del bicampeón, dejó una frase que define el corazón de este proyecto: «Cuando hay un buen grupo humano, cualquiera puede jugar y todos quieren ganar siempre», manifestó el ex Huracán de Carlos Tejedor.
Regis repasó una temporada intensa, marcada por altibajos, exigencias y diferentes momentos anímicos. Reconoció el enorme arranque de Ingeniero White en el Apertura, un rival que no empató ni un solo partido y obligó a Santa Rita a competir al máximo. Luego llegó el Clausura, donde el Lobo mostró su jerarquía para quedarse con el título, y la liguilla, donde sellaron su superioridad a pesar de los contratiempos. “Fuimos justos merecedores, más allá de algún contratiempo que hemos tenido”, sostuvo.
La final también tuvo su cuota de dramatismo. Santa Rita arrancó mejor, dominó 11 contra 11, pero la expulsión y el penal le dieron vida al rival. Aun así, el Lobo volvió a demostrar carácter. “Creo que 11 contra 11, Santa Rita fue superior a todos los equipos”, afirmó, con la convicción que sostienen los que conocen de adentro la estructura del grupo.
El mediocampista también habló del factor que distingue a Lobo piedritense de cualquier otro equipo: el hambre de ganar. Un plantel que viene de ser campeón, que conquistó el Torneo Federación, que ganó en el Regional y que sigue marcado por la misma ambición desde hace años. “Hay que tener constancia y dejar cosas de lado. La clave es el grupo humano y la competencia interna”, remarcó Regis, poniendo el foco en un plantel donde todos empujan y nadie se conforma.
La charla también tocó un tema personal: su expulsión en la derrota con Ferro de Olavarría. Regis no esquivó la autocrítica. “Fue una lástima. Le pido disculpas a la gente porque no soy de hacer eso”, dijo, dejando claro que la responsabilidad lo atraviesa y que el grupo merece siempre la mejor versión de cada uno.
Consultado por su futuro, dejó una puerta entreabierta. No prometió nada, pero tampoco lo cerró. “Estoy grande y me cuesta muchísimo. Santa Rita es un club muy exigente”, confesó, aunque la ilusión de la gente quedó flotando en el aire.
Sobre el final, se guardó lo más sincero: gratitud pura. “Me voy como me quería ir. Agradecer a mi familia, a mis amigos, al cuerpo técnico que confió en mí, a la gente que me trató de diez, y a todo Santa Rita.” En esa última frase se resumió su paso por el club: entrega, humildad y pertenencia.
Gastón Regis ya tiene su lugar en la historia grande del Lobo. Y esta consagración, lograda con corazón y carácter, lo deja en paz: se va —como él mismo dijo— exactamente como quería irse.

