El arquero fue la gran figura de la final del año y, tras otra noche consagratoria, habló de su presente, del grupo, de su llegada al club y de una temporada que lo encontró en su mejor versión.
Morillo, que ya había tenido una actuación descollante en Olavarría por el Regional Amateur, y volvió a ser determinante en la definición anual de la Liga de Fútbol de General Villegas. “Yo respondo cuando me toca”, dijo apenas terminó el partido, pero todos coinciden en que su aporte fue mucho más que eso: seguridad, personalidad y un temple propio de arqueros con más años de recorrido. “Esto es un reto grupal, somos 11 dentro de la cancha. Este título es del grupo, de este grupo hermoso que tenemos”, remarcó.
El arquero destacó que la confianza colectiva fue la base de su rendimiento. “Estoy muy tranquilo últimamente y eso también te lo genera el equipo, la gente, la comisión. Sentirte seguro te da más confianza a la hora de responder”, afirmó. Y vaya si respondió.
También habló sobre la fortaleza emocional de Santa Rita, un equipo que volvió a levantarse cuando muchos lo daban por caído. “El grupo es fuerte. Muchas veces en el año nos dieron por muertos: cuando empatamos con Atlético en el Regional, cuando perdimos en Huracán, pero el Lobo siempre está. Es la famosa frase, el Lobo siempre está”, dijo, sintetizando una de las identidades más marcadas del bicampeón.
Morillo también repasó su llegada a Santa Rita tras su paso por Cosmopolita. Sin entrar en polémicas, explicó un proceso personal muy fuerte: “Hubo cosas que no me gustaron y decidí no seguir. Me salió esta oportunidad de doble competencia, lo hablé con mi familia y me apoyaron siempre. No me arrepiento de nada. Lo que me faltaba era ganar esta liga, y lo pude hacer”. Para el arquero, lograr el título con el Lobo era una meta pendiente: “La conciencia, tranquila. Di todo en cada club que estuve”.
A sus 23 años, habla como un jugador que ya vivió mucho. Reconoce que todavía está en formación, pero sabe lo que quiere: “Cada día aprendés algo nuevo. El puesto más ingrato es el de arquero, vivís con la adrenalina al 100%. Pero es lo que amo”. Admitió que mira de todo: Dibu Martínez, Ederson, Donnarumma, Cambeces y Arias, entre otros. Además, recordó a los entrenadores que marcaron su carrera, como Franco Valdez en Estudiantes de Buenos Aires y Daniel Guitart en Midland.
Consultado sobre la posibilidad de volver al fútbol profesional, Morillo fue claro: “Yo me quedo acá, no me muevo más”. Habló de su lugar en el mundo, del trabajo en el campo con su familia, del equilibrio entre la vida y el fútbol. “La familia siempre me acompañó y nunca me dio la espalda. Sin ese apoyo yo no podría jugar”, dijo emocionado.
Así cerró una noche inolvidable para él y para Santa Rita: rodeado de su gente, con otro título bajo el brazo y con el futuro abierto de par en par. “Estoy muy feliz, agradecido a la vida y a la gente de Santa Rita. Somos campeones, carajo”, lanzó, entre risas, ya transformado en uno de los nuevos símbolos del bicampeón.

