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viernes, diciembre 26, 2025
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De Villegas a Atlanta: Martín García, del esfuerzo silencioso a una nueva oportunidad en un club histórico

Martín García, el futbolista surgido en General Villegas, cerró una temporada exigente en Almagro y encaminó su carrera hacia un nuevo destino en la Primera Nacional: Atlanta. El pase se conoció después de un año con altibajos para el equipo, que terminó salvando la categoría en la última fecha, y con un rendimiento personal que el propio jugador sintió como el punto de apoyo en medio de la tormenta.

Formado en el fútbol local, con sus primeros pasos en Sportivo y un recorrido que lo llevó también por Eclipse, Sarmiento de Junín, Estudiantes de Río Cuarto, Quilmes y Güemes de Santiago del Estero, García construyó una carrera marcada por la regularidad y la entrega. A los 27 años, llega a uno de los desafíos más importantes de su trayectoria profesional y arrancar la pretemporada a comienzos de enero en Buenos Aires. En la charla con Ovación, el defensor dejó definiciones claras sobre lo que vivió en Almagro, el desgaste de pelear abajo y la ilusión de llegar a un club que se armó para ir por más.

Un Almagro que arrancó arriba y se quedó sin respuestas

El año en Almagro comenzó con señales positivas. García lo resumió sin vueltas: “Arrancamos el año, la verdad, que bien, se armó un equipo como para competir en los puestos de arriba”. Incluso, explicó que el equipo cerró la primera parte del torneo en zona de Reducido: “Terminamos la primera ronda del campeonato en el puesto del reducido”.

Pero el segundo tramo cambió el clima por completo. “Cuando arrancó la segunda rueda, ya encontramos un bache del que no pudimos salir”, dijo. En ese descenso de rendimiento, describió una sensación repetida para cualquiera que haya seguido la categoría: “Empatamos un partido, pero al otro ya volvíamos a perder y no podíamos salir”. Y cuando la cosa se empantanó, aparecieron los golpes en el final: “Partido que tenés para ganarlo, te lo empatan”.

La lucha por la permanencia, según contó, no solo se jugó dentro de la cancha. También se vivió con la calculadora en la mano y los ojos puestos en otras canchas: “Miraba la tabla de posiciones del celular… a ver cuántos puntos teníamos”. Y no se trató solo de su equipo: “A ver si perdía Güemes, si perdía Quilmes, si ganaba Ferro”, enumeró, como quien recuerda una rutina que se vuelve obsesiva cuando el margen se achica.

El desenlace llegó con el último partido. “Tuvimos que esperar hasta el último partido para poder salvarnos”, relató. El cierre fue apretado, con números finitos y tensión que se estiró hasta el final: “Nos salvamos por el triunfo final”.

El desgaste de pelear abajo y el refugio en casa

García habló del costo emocional de atravesar una campaña así, especialmente cuando el objetivo pasa de pelear arriba a evitar el descenso. En una frase que pintó el clima de esos días, dijo: “Los días… parece que son cada vez más largos, los partidos duran 200 minutos”. En ese contexto, explicó cómo intentó separar el fútbol de su vida familiar: “Cuando paso la puerta de mi casa ya trato de dejarlo, porque si no no se puede”.

Ahí apareció la importancia del entorno. Mencionó a su pareja y a su hijo como sostén, y reconoció que durante la pelea final se lo notaba distinto, más callado, consumido por la situación. La escena fue simple, pero real: una casa donde el partido seguía aun con el televisor apagado, porque la cabeza no cortaba.

Aplausos en el final y una señal que no pasó desapercibida

En un año colectivo áspero, el cierre le dejó a García un reconocimiento inesperado. Contó que, en el último partido, sintió un respaldo que no le había pasado antes: “La primera vez que me pasa que me aplaudan o que gritaran mi apellido”. Y lo completó con una imagen de pospartido: “Muchos nenes vinieron y me abrazaron”.

En su mirada, el fútbol del ascenso premió un atributo que suele pesar en canchas difíciles: correr, meter y no negociar la entrega. Lo sintetizó con una frase que repetía como bandera personal: “Yo más que correr, meter e ir hasta el final, no tengo”.

Atlanta y el “no dudé”: el salto a un club que buscó pelear arriba

Después de ese final de campeonato llegó el llamado que cambió su horizonte. García explicó que buscaba “más posibilidades” y que, pese a sentirse respetado en Almagro, la oportunidad era demasiado grande para dejarla pasar. Sobre la decisión, fue tajante: “Me salió esta oportunidad y cuando me llamaron… no dudé”.

El defensor valoró el interés de Atlanta como una consecuencia directa del torneo que hizo: “Es por ahí el fruto del año que tuve”. También habló del peso del club y de lo que lo convenció: “Sabía que iba a un club grande, un club que pelea campeonatos, que va a buscar ascender”.

La agenda ya estaba marcada. “El 2 de enero tengo que estar en Atlanta”, comentó, y detalló el movimiento inmediato: “El primero a la tarde… ya arranco para Buenos Aires”. Sobre su vida cotidiana, señaló que vive cerca del área del club: “Estamos ahí en Caballito, no muy lejos”.

García cerró el tramo más importante con una idea que funcionó como resumen de su presente: “Estoy muy contento y con ansias de empezar”. Para General Villegas, el paso a Atlanta volvió a poner en primer plano una historia conocida: la del jugador local que se formó lejos de los flashes, se hizo en el ascenso y, en el momento más duro, encontró una puerta abierta a un desafío mayor.