A horas del cierre de una nueva edición del Gordo de Villegas, el torneo volvió a mostrar por qué se convirtió en uno de los acontecimientos más convocantes del calendario local. Más allá de lo estrictamente deportivo, el evento reafirmó su dimensión social, el compromiso colectivo y el trabajo silencioso de cientos de personas que sostienen una organización compleja durante todo el año.
Imanol Erro, integrante de la comisión organizadora y referente del Club Atlético Villegas, describió el espíritu que atraviesa a quienes llevan adelante el certamen. “Estamos involucrados todo el año, esta semana un poco más. La palabra involucrados pinta a la perfección lo que hace mucha gente por sus clubes”, expresó, al tiempo que remarcó que no se trata solo de dirigentes sino de familias enteras que se suman a colaborar.
El armado del Gordo de Villegas demanda meses de planificación. “La primera reunión la hicimos en junio. Desde ahí nos juntamos mínimo una vez por semana y en el último tiempo bastante más”, contó Erro, quien explicó que el club trabaja con responsables por áreas, un esquema que permitió ordenar tareas y optimizar recursos. “Atlético hoy tiene todo bastante organizado y la gente ya entiende la dinámica de cómo trabajar”, señaló.
Uno de los aspectos más destacados es la cantidad de personas involucradas cada noche. “Entre colaboradores, árbitros, seguridad y servicios externos hay más de 200 personas trabajando. Hay partidos de liga a los que no van 200 personas”, graficó. En ese sentido, sostuvo que incluso para quienes están en la organización, la magnitud del evento sigue sorprendiendo: “Uno se pone a mirar la barra, las cajas, la cantina, y es una locura cómo funciona todo”.
Erro también subrayó el impacto económico y social del torneo en la ciudad. “El 98% de los proveedores son de Villegas. Es trabajo para Villegas”, afirmó, y defendió la decisión de sostener precios accesibles y entrada gratuita. “La hamburguesa, la cerveza o las papas fritas valen lo mismo. La familia va a encontrarse y la cancha se llena”, explicó.
Más allá del fútbol, el Gordo de Villegas incorporó otras disciplinas, como el tenis, aunque Erro reconoció que el eje central sigue siendo el fútbol. “No hay que ser hipócritas: la gente va a ver fútbol. Eso no significa que el resto no tenga méritos”, aclaró, y asumió errores en la difusión de resultados de otras actividades. “Es un error nuestro no pasar siempre los resultados del tenis”, admitió.
En relación con la convivencia con los vecinos, Erro destacó que este año se tomaron medidas para reducir molestias. “Decidimos no tener pirotecnia y sumarnos a pirotecnia cero. Pedimos disculpas cuando corresponde y tratamos de hacer todo de la mejor manera”, explicó. Según relató, incluso vecinos del barrio salieron a defender al evento en redes sociales y valoraron los cambios realizados.
Para Erro, el Gordo de Villegas ya se consolidó como una tradición. “Es un fenómeno impresionante. Toda la gente espera esta semana. Es un lugar de encuentro”, dijo, y recordó el origen del viejo Gordo de Navidad. “La clave es la fecha. Muchos vuelven a Villegas para encontrarse con amigos y familia”, agregó.
El balance, a pocas horas del cierre, fue claro. “Más allá de lo económico, que es fundamental, el balance es recontra positivo desde el momento en que la gente nos acompaña”, sostuvo. Y resumió el sentido profundo del torneo con una imagen: “Se matan dentro de la cancha, pero después somos todos vecinos, somos toda familia”.
El Gordo de Villegas se despide una vez más dejando la certeza de que, detrás de cada partido y cada noche colmada, hay un entramado comunitario que explica su vigencia y su arraigo. Un evento que, año tras año, vuelve a demostrar que el deporte también puede ser un poderoso punto de encuentro social.
