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viernes, 29 marzo, 2024

EL ESCÁNDALO DE LOS JUBILADOS EN LAS COLAS APRESURA LA SALIDA DE LA CUARENTENA

Alberto Fernández ya definió una salida escalonada de la cuarentena y nuevas medidas para evitar despidos y sostener a industrias, comercios y servicios

La foto de miles de jubilados y beneficiarios de planes sociales que hasta el día de hoy siguen haciendo largas filas en los bancos para poder hacerse de fondos que les permitan sobrevivir a la cuarentena obligatoria terminó por definir el camino: una salida gradual al cepo sanitario impuesto por el Gobierno para combatir el coronavirus.

Miles de abuelos débiles de salud y de hombres y mujeres que sobreviven gracias a la asistencia estatal le mostraron al presidente Alberto Fernández que su consigna «salud antes que economía» ya no es aceptada por gran parte de la sociedad.

Tampoco por los gremios, ni los trabajadores ni las empresas, sin importar su tamaño. Ya nadie está dispuesto a sacrificarse todavía más para pelearle al virus, aun sabiendo que luego del 13 de abril miles de argentinos seguramente se contagiarán también.

El esfuerzo económico que supone este combate sanitario contra un enemigo invisible parece haber llegado a su límite. Así lo entendieron los principales referentes de todos los sectores empresarios, industriales, del comercio y de los servicios.

También los sindicatos y hasta el propio Jefe de Estado parecen haber comprendido que la sociedad llegó a su límite, al hartazgo y que hace falta, entonces, comenzar a planificar la salida paulatina del aislamiento obligatorio.

No solamente porque desde lo sanitario sea lo recomendable si el pico de contagios se extiende, sino porque el efecto multiplicador de casos de empresas cerrando y trabajadores despedidos quizá sea mayor a las víctimas del virus. Ya parecen haber quedado en la nada las condenas públicas a jóvenes con tablas de surf que violan la cuarentena a la luz de los miles de jubilados que también lo hicieron por una razón mayor, como es la necesidad de comer.

Una lamentable dicotomía reflejada en esas dolorosas e impresentables imágenes de todos los mayores de 65 años y trabajadores desplazados del sistema formal, acampando a la intemperie toda la noche para ser atendidos en un banco, desmayados, peleándose, tomando frío y sin respetar las medidas sanitarias contra el coronavirus.

Está claro entonces que la urgencia de satisfacer las necesidades más básicas, como la compra de alimentos y medicamentos decretó al viernes 3 de abril como el día de la abolición de hecho de la cuarentena inflexible.

No importa qué funcionarios sean señalados como los responsables. Tampoco que haya sido el propio «día de furia» de Alberto Fernández, quien al estilo del thriller protagonizado por Michael Douglas, descargó toda su ira contra los titulares de la Anses, del Banco Central, los banqueros y el gremio bancario.

Al paredón irán seguramente Alejandro Vanoli; Miguel Pesce; el sindicalista Sergio Palazzo y el sector financiero en su totalidad por la indignante atención que se le brindó a todos aquellos que arriesgaron sus vidas para obtener dinero que les permita subsistir.

Así se los hizo saber Fernández a estos personajes públicos que en nada más que un día tiraron por la borda su permanente mensaje para anteponer la salud a la economía.

Los citó a la noche de este viernes a la quinta de Olivos. No les pidió la renuncia pero el reto fue tan grande que sus cargos ahora penden de un hilo, más que nada porque el costo político lo pagará el propio Jefe de Estado, justo cuando su imagen social era la más alta desde que desembarcó en la Casa Rosada.

Pero más allá de la anecdótica situación laboral de quiénes son culpables del desastre de este viernes, en la sociedad ya no hay dinero, no circula en la calle, no lo tienen las empresas para pagar sus obligaciones o cumplir con los salarios y por ende tampoco lo reciben los trabajadores para tener la chance de comprar alimentos o hacer frente al pago de servicios públicos, impuestos o lo que sea que haya que pagar mientras el país sigue encerrado y paralizado de prepo.

Un ejemplo de este pánico se refleja en un documento que circularon todas las compañías del sector energético, casi rogando a sus clientes que paguen las facturas, más allá de la medida oficial de suspender los cortes a los sectores más vulnerables.

«Pagar las facturas de electricidad, por quienes se encuentran en condiciones de hacerlo, es fundamental para mantener la producción de la energía eléctrica que requiere el país. Además de ser un gesto solidario para afrontar esta emergencia y superar el momento crítico que estamos atravesando», dice un documento firmado por productoras, transportadoras y distribuidoras de energía del país.

Una forma empresaria de pedir «solidaridad» a la sociedad para asegurar la sostenibilidad financiera del sector eléctrico pero respaldando el precepto presidencial de cuidar la salud.

Ese adecuado equilibrio fue expuesto por el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, durante una conferencia de prensa organizada a la noche de este viernes pasado y en la cual habló de una salida ordenada que permita retomar más actividades económicas, y monitorear los mecanismos de ayuda abarcativa que ya se anunciaron para apoyo a la producción y el trabajo y sostener el nivel de empleo y de ingresos de las familias en un contexto de empresas cerradas o con casi nula producción.

El funcionario salió a exponer la mirada oficial ante una sociedad a la que ya no le parece importar que es necesaria la reclusión social como única herramienta efectiva para que el coronavirus no se expanda todavía más.

Una sociedad en la que ya comenzó a primar otra necesidad, la de saber cómo seguir cumpliendo el precepto presidencial de primero la salud sin dinero en los bolsillos, sin trabajo, cobrando la mitad de un salario o teniendo como horizonte cercano la quiebra o la apertura de un concurso preventivo de acreedores.

Este preocupante escenario fue el que tiñó las reuniones que el Presidente mantuvo durante todo el día de ayer con representantes de los sectores del comercio, de la industria y de los trabajadores.

Fernández arrancó la mañana con un encuentro con miembros de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), para luego almorzar con la cúpula de la CGT y merendar con los máximos referentes de la Unión Industrial Argentina (UIA).

Con todos analizó la situación del país, hizo un repaso desde lo sanitario sobre la evolución del virus, recibió el apoyo a las medidas que viene tomando para enfrentar la pandemia y agradeció los esfuerzos de cada uno de quienes estas entidades empresarias y gremiales representan.

También prometió celeridad en la aplicación de las medidas de rescate ya anunciadas y que engloban una ayuda monetaria de casi $600.000 millones que se deberían desparramar en toda la sociedad para mitigar los efectos del coronavirus en la economía de la Argentina.

Pero con todos también comenzó a dialogar sobre el día después al fin del aislamiento obligatorio. Es decir, a delinear la forma en que la Argentina volverá encender sus motores el 13 A a partir de políticas de reactivación graduales.

Quedó claro que después del 12 de abril no habrá una nueva versión extrema de la cuarentena. Lo que viene será una salida pausada con un aislamiento light para poder prender los motores de la reactivación de la industria, de los servicios, del comercio. (https://infotecrealico.com.ar/)