De Monte Maíz a Tres Arroyos. La vuelta a casa después de un viaje de trabajo que parecía ser uno más. En tiempo de pandemia, con menos tránsito, no parecía ofrecer demasiados contratiempos. Además, conocedor de las rutas argentina, Fermín Echarry (47) le pidió demorar una noche más el regreso a su esposa, por las dudas. «Durmamos en la zona y mañana viajamos de día. Las rutas son un peligro de noche», la convenció.
Salió temprano del pintoresco pueblo del sur cordobés. Allí la actividad agrícola es importante, potenciada por su importante polo agroindustrial, especialmente la empresa Agrometal S.A., principal fabricante y exportador nacional de sembradoras agrícolas.
A Echarry lo esperaban 774 kilómetros, la mayoría en provincia de Buenos Aires, que esperaba cubrir en no más de 8 horas, previendo alguna escala.
Pero no previó que la Ruta Nacional 33, entre Piedritas y General Villegas, sería su trampa. «Me comí un pozo increíble a unos 5 kilómetros de Piedritas. Gracias a Dios solo son daños materiales, pero podría haber sido peor», lamentó en diálogo con Diario Actualidad.
Estaba muy enojado y no era para menos. Desconocía todavía que su caso es idéntico al de decenas de viajeros que toman este tramo de la ruta ignorando los peligros que lo amenazan.
«Espero que a través del diario se enteren alguno de los inútiles que nos gobiernan. Inútiles por decirles algo livianito, pero me indigna que en una zona sumamente productiva, donde miles de millones de pesos van a parar a manos de estos delincuentes, no tengamos las rutas que corresponden», descargó su indignación.
«Algún día esto tendrá que empezar a cambiar. Es criminal como está la ruta. Somos demasiado mansos como sociedad», dijo Echarry con un pie en el remis que lo devolvía a Tres Arroyos. Le restaban otros 500 kilómetros para masticar su bronca.
En una grúa y hacia Nueve de Julio, donde está la agencia Chevrolet de su referencia, viajaba en paralelo su Chevrolet Cruze 2021, con sólo 3.800 kilómetros desde que salió de fábrica.
«Son fierros, pero indigna. Tenemos rutas de hace, no sé, 50 o 60 años. Se me rompió la suspensión delantera del lado del acompañante, también las dos gomas rotas y creería que la llanta delantera mínimamente se torció», evaluó rápidamente los daños.
El Pozo de Piedritas, ese que ya tiene nombre propio. El que un vecino midió con precisión quirúrgica: «Sobre el lado derecho es de 2,5 metros de largo 1,5 metro de ancho y una profundidad de 30/40 centímetros» y otro a ojo sentenció que «entran cuatro ruedas juntas».
Esta vez fue Echarry, el vecino de Tres Arroyos que por trabajo cruzó la región y ahora lamenta las roturas de su auto al tiempo que agradece no haber volcado y sufrir también daños físicos. ¿A quién o a quiénes les tocará esta semana?