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General Villegas
jueves, 18 abril, 2024

Federico Labarta, el goleador que vino de Tiro y Karting y se quedó para siempre en los corazones de la hinchada académica

Los hinchas de Atlético Villegas instauraron el 5 de noviembre como su día, como el día del Hincha de Atlético. Ello se debe a que hace 20 años atrás, un 5 de noviembre de 2000, Atlético le ganaba el partido desempate a Eclipse por 4 a 1, encuentro que se disputó en la cancha de Sportivo.

Esa fue la primera y, hasta ahora, única final entre los clásicos rivales. La serie no arrancó bien para la Academia porque empezó perdiendo 3 a 1 y en su cancha. Pero el León se recuperó y ganó 1 a 0 de visitante. Como no había diferencia de gol, ese resultado obligó a un tercer partido que se disputó en la cancha del Pulpo. Atlético fue arrollador y se quedó con el torneo del fin del milenio.

La Academia era dirigida por Hugo Déboli, quien supo construir un mix inteligente entre jugadores ya consagrados, como el «Mono» Bracciale y Carlos Goicochea, y los chicos del club que venían de las inferiores, como el «Tuta» Brozzi, el «Lorito» Narváez y un jovencísimo «Pato» Delgado.

Caso aparte era el de Federico Labarta, jugador que quedó para siempre en el corazón de la hinchada académica por convertir esos recordados dos goles en la final. Federico no era un pibito -tenía 24 años- pero no tenía ninguna experiencia en primera división ¿Por qué? Porque nunca había jugado en ningún club. Ni siquiera había hecho las inferiores en Atlético. Lo vieron jugar en Tiro y Karting, vieron su potencia, su capacidad goleadora y lo fueron a buscar.

«Yo jugaba al tenis. Había jugado al fútbol de chico. Me fui a vivir a Santa Rosa y cuando volví más de grande empecé a jugar en el Tiro y Karting. Andaba bien, hacía muchos goles. Un día, trabajando en Agua Pura, se aparecen de Atlético para ver si quería jugar. Fui directo a primera división. Al principio jugaba de 8, después me pusieron de 9, fuimos improvisando. Si bien el torneo de Tiro y Karting era competitivo, no era nada que ver con jugar en la primera de un club. Aprendí mucho», cuenta Federico.

Lucio Brozzi, en aquel momento presidente de la institución, y el «Pollo» fueron quienes se contactaron con él.

Su papá, hincha de Eclipse, lo sufrió tanto que decidió agarrar la camioneta y hacer un viaje que tenía pendiente para no escuchar ni ver nada. Al final, se puso feliz con la consagración de su hijo.

«Nosotros ganamos el primer campeonato, después ellos ganaron el segundo y venían con ese envión. Nos ganaron el primer partido en nuestra cancha. Nos ganaron bien, fue 3 a 1. Al final de ese partido hicimos una autocrítica y nos juramos levantar la serie. Nos costó pero ganamos el otro partido con el gol de Osvaldo Giménez, de cabeza. Había que ganar o ganar ese partido para poder llegar a la tercera final. Creo que siempre estuvimos convencidos que ese partido lo íbamos a ganar. Lo ganamos muy bien a ese partido», rememora.

«Para mí es una alegría que se recuerde ese partido. Quedé en la historia del club por haber hecho esos dos goles y por haber jugado en el 2000, que fue un año espectacular. Un torneo y una final muy importante. Se dio todo: jugadores, cuerpo técnico, dirigencia y la hinchada. No fue casualidad», concluyó Labarta.